Apuntes Incorrectos

El Feijóo inflamado está mejor, a pesar de Elsa

Feijóo

La señorita Elsa escribe todos los días en el periódico del régimen El País sobre el Partido Popular. ¿Y qué escribe? Pues lo que le ha ordenado su directora Pepa: que hay que acribillarlo a balazos. Y a esta causa está entregada con su fervor juvenil y las legítimas ganas de hacer carrera en la casa. La estrategia para desacreditar a Feijóo consiste en repetir hasta la saciedad que el líder del PP ha olvidado su legendario moderantismo y ha sido atrapado por los aires cainitas de la capital de España. Y que está entregado al discurso radical que marca la señora Ayuso, y aún más, al de ese personaje extremo y enfermizo llamado Aznar. En su defensa cita las últimas intervenciones de Feijóo en las que, ciertamente, ha mostrado sus críticas más aceradas contra el presidente Sánchez. Algunas de ellas en el Foro Económico organizado por OKDIARIO, donde gustosamente trabajo, y que según mi querida Elsa es «el digital derechista».

Allí dijo Feijóo que estamos ante la mayor crisis institucional desde el inicio de la Transición, un hecho evidente, y la periodista compara este «exceso verbal» con otros episodios en su opinión más graves como el golpe de Estado de 1981 o la declaración unilateral de independencia de Cataluña en 2017. Sucesos, en efecto, de una trascendencia difícil de exagerar. La diferencia, en mi opinión, es que, ante ambos, todas las fuerzas democráticas iban de la mano, respondieron con contundencia a los desafíos y aplicaron la ley sin contemplaciones, algunos arrastrados por los pies como Sánchez, que votó la intervención de la Generalitat por Rajoy de mala gana y a regañadientes, como buen heredero de la II República guerracivilista y nefasta.

Esta vez es diferente. En la actual ocasión, es Sánchez el que ha destrozado todos los consensos básicos gobernando con los enemigos de la nación, azuzando la discordia civil con sus leyes educativas y de género, cediendo sin escrúpulos a todas sus exigencias para conservar el mando, y el que intenta por todos los medios asaltar el poder judicial para, una vez tomado, blanquear todas las normas inicuas presentes o por venir con el fin de ir preparando el terreno para liquidar la Monarquía parlamentaria y liberal e instaurar una nueva república, como ha dicho sin tapujos Ayuso, previo establecimiento de un proceso constituyente, según afirmó Aznar en nuestro Foro el pasado viernes.

Como es obvio, Feijóo no puede permanecer silencioso o contemplativo ante estos propósitos tan críticos para el futuro de la nación y ha decidido, después de todo, inclinarse por hacer una oposición firme y contundente. Pero no porque haya sido contaminado por el aire hediondo de Madrid, que tiene el cielo más azul y profundo del Continente, sino porque es lo que le exige su electorado natural. Creo que alguna vez he dicho, aunque suene desagradable y fuerte, que en política hay que castigar el hígado del adversario, sobre todo si este, como es el caso de Sánchez, es de una envergadura colosal, carece de cualquier principio noble, tiene una ausencia completa de escrúpulos y se mueve con una sensación de impunidad alarmante: hace lo que quiere, cuando quiere y como le da la gana, con el apoyo incondicional de la trompetería bien remunerada a cargo de los impuestos de todos.

Elsa dice que, ahora, Feijóo ha decidido inflamar su discurso. La pregunta es cómo es posible no hacerlo si, según ha dicho recientemente en Pamplona, y con causa, los filoterroristas han conseguido, gracias a Sánchez, todo lo que no pudieron lograr empuñando las armas ni con Aznar ni con Rajoy. Lo acariciaron desde luego con Zapatero y su hombre de Estado Rubalcaba, y ahora se están dando un festín con Sánchez, lo mismo que la Esquerra catalana, que vive mucho mejor que durante la Segunda República, y ya es decir.

De manera que esto no tiene nada que ver con el territorio dramático y hostil de la capital, sino con una cuestión de orden y de valores. Naturalmente que Madrid no es una ciudad fácil. Es competitiva, asfixiante y a veces cruel, pero por eso mismo, si consigues sobrevivir, es aquí donde se forja un espíritu a prueba de bomba, y lo digo yo, que vengo de un pueblo irrelevante de Navarra al que no sé por qué guardo todavía cariño a pesar de estar lleno de socialistas.

El nuevo estilo agresivo de Feijóo, en palabras de Elsa, es lo que procede en situaciones cruciales como las que atraviesa el país, cuando tienes enfrente a un presidente con el que no puedes negociar nada porque te va a engañar siempre. Sistemáticamente. Sin compasión, sin rubor, sin cargo alguno de conciencia. Y a punto estuvo de hacerlo con la renovación del poder judicial, error que no cometió en buena hora gracias al aire irrespirable de Madrid, porque, de haber cedido, habría cavado su tumba.

Las conmovedoras y admirables Elsa y Pepa dicen trabajar sin descanso en pos de una derecha razonable, moderada y consensual. Pero lo que en el fondo pretenden es una derecha arrodillada y servil, plegada a los designios del mandarín de La Moncloa. Una derecha que no pueda gobernar y volver al poder jamás. Una derecha satélite y títere, incapaz de amenazar sus innumerables prebendas y canonjías. De manera que yo prefiero a un Feijóo inflamado, agresivo, incluso hiperbólico que a los taimados del partido que todavía le aconsejan que baje el diapasón de su escalada verbal, y que son los que alimentan de munición a mi querida Elsa, los que se le siguen poniendo al teléfono buscando no otra cosa que minar la posición del líder y asegurarse el pasto tranquilo del que disfrutan. Pero la política no es eso chicos. Esta consiste en morir o matar, y a este respecto el ejemplo de Sánchez, de cómo ha llegado a ser el presidente más nefando de la historia, es harto elocuente. ¡Mucho ánimo Feijóo!

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