Fatua contra Feijóo: de «El Álamo»a la Moncloa

Fatua contra Feijóo: de
Fatua contra Feijóo: de "El Álamo"a la Moncloa

Once ministros, once, abandonaron sus vacaciones no para ayudar en la extinción de incendios, ni dar soluciones a los problemas de la sequía, ni solidarizarse con los problemas alimentarios y de energía de los gobernados, no.

Salieron de sus escondrijos veraniegos (algunos de ellos pagados por el contribuyente) para esparcir una idea amasada por los rasputines monclovistas, escasos de imaginación, por cierto, para arremeter contra Feijóo, todos a una como en Fuenteovejuna, con los mismos argumentos: la descalificación y el insulto puro y duro. En ello siguen. Ha sido el propio jefe de Gobierno, en el extranjero, el que enfurecido porque el presidente del PP no pasa por las horcas caudinas -¿qué idea se había hecho el chaval?-, y parece que no está dispuesto a limpiarle las botas.

“Vago, sectario, ignorante, cínico, inmaduro, mentiroso….”, son algunos de los halagos que ha recibido el gallego por parte de aquellos que pretenden su apoyo y al menor requiebro se le echan encima.

¿Qué demuestra ese ejercicio, no sólo escasamente democrático, sino casi tan estulto como ridículo? Lo que cualquier cabeza medianamente amueblada y algo informada ha concluido ya. Que Sánchez espolea a sus deudos a sacar la piel a tiras al que con mucha probabilidad (no digo toda) será sucesor en el palacio de la Moncloa –la mera idea le saca de quicio- y con esa salida se acabaron los Falcon, los Super Puma, los gastos reservados, los palacios a convenir la estación, y, muy especialmente, la chulería sin cuento.

Están aterrorizados con el hecho de perder el poder. Si las elecciones fueran dentro de dos meses el resultado le tienen ustedes en todas las encuestas, incluidas las que hace el bien pagado Tezanos. Probablemente, teniendo en cuenta lo que se puede otear en los próximos meses, dentro de un año esas malas perspectivas electorales para Sánchez&Iglesias serán todavía peor. No es este columnista muy aficionado a creer en orgías antidemocráticas; son otros los que entienden que en una situación de abandono necesario del poder –por las urnas- creen que el presidente puede estar tentado de malas prácticas como intentó dentro del PSOE cuando los barones de la socialdemocracia le tiraron por la ventana.

Núñez Feijóo, según me dicen, no está sorprendido por las cosas que tiene que soportar de sus adversarios, quizá en este caso más bien podría considerarlos “enemigos”. Está en lo suyo, tratando de hacer llegar a una mayoría de españoles sus ideas para sacar a España de la peor situación en casi cincuenta años. Con serenidad, tranquilidad y moderación.

Es lo que hay. Y no hay otra.

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