La extrema izquierda grita: ¡Fascismo!

La extrema izquierda grita: ¡Fascismo!

Desde que se conocieron los resultados electorales de Italia, los socios del Gobierno socialista y comunista de España y sus terminales mediáticas no dejan de gritar, ¡fascismo!, escandalizados. Y todo porque las ha ganado un partido de derecha, Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia) liderado por Giorgia Meloni, que se convertirá en la primera mujer que preside un Gobierno en Italia. Es cierto que siendo niña, cuando sólo tenía 15 años, Meloni militó en la sección juvenil del Movimiento Social Italiano, que fue un partido fascista seguidor de Mussolini. Pero sus antidemocráticas ideas juveniles se le pasaron pronto y desde los 18 años milita en la Alianza Nacional, un partido conservador integrado por sectores de la Democracia Cristiana y del Partido Liberal Italiano, abandonando toda vinculación con el fascismo.

Recordemos que en España tenemos presidiendo Cantabria a Miguel Ángel Revilla que con 30 añitos militaba en Falange, ocupaba puestos directivos en el Sindicato Vertical franquista y hacía encendidos discursos definiendo a España como una “unidad de destino en lo universal” y ensalzando el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, ideología que no abandonó hasta la muerte del dictador, cuando Revilla tenía ya 33 años.

La izquierda española brama contra Giorgia Meloni, pese a que su programa electoral resulta claramente conservador en lo social y liberal en lo económico, porque se ha mostrado cercana a las posiciones del húngaro Viktor Orbán, del norteamericano Donald Trump y en España ha participado en actos de VOX y ha sido felicitada por Santiago Abascal. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha dicho que todos deben mirar con «alerta» y «preocupación» el resultado en Italia. La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, opina que “la victoria de la ultraderecha italiana tiene que ver con la normalización del discurso de odio”. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, manifiesta que “el resultado de las elecciones en Italia es muy triste y preocupante”. Y el portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, casi llorando, dice que «tenéis que parar de decir en las tertulias que la fascista Meloni se ha moderado. Tenéis que parar el blanqueo mediático del horror».

Los analistas de izquierdas achacan la victoria de Meloni a la baja participación, que fue del 64%, bajando 5 puntos desde el 69% de 2018. Pero no dan ninguna explicación sobre por qué piensan que se han abstenido más los votantes de izquierdas que los de derechas. Lo que sí parece que resulta una tendencia creciente en todo Occidente es el rechazo cada vez más mayor a una clase política, de izquierdas o de derechas, que se ha olvidado de los auténticos problemas que de verdad preocupan a la ciudadanía. Políticos que pierden su tiempo legislando sobre los derechos de plantas y animales, que se olvidan tanto de los hombres como de las mujeres para favorecer a una minoría de personas trans a los que no han pedido su opinión. Dirigentes de todos los partidos más preocupados de la capa de ozono y del cambio climático que de la locura de facturas de luz y gas que arruinan nuestras casas y negocios.

No sólo la izquierda ha perdido el sentido de los problemas de la gente, hay también una buena parte de la derecha europea que se ha dejado impregnar de esa ideología woke que nos tacha a todos de racistas, machistas, negacionistas y tránsfobos, y se olvida de mirar a los barrios en los que la llegada masiva de inmigrantes ilegales hace ya imposible la convivencia, a los agricultores y ganaderos que no se ven capaces de mantener sus explotaciones por la creciente burocracia ecologista, a los parados de los que se olvidan sólo cambiando su denominación por fijos discontinuos, y a la inmensa mayoría social que ve cómo le suben los impuestos para mantener una burocracia que no les aporta nada, mientras no son capaces de llenar la cesta de la compra con la dignidad que lo han hecho toda la vida. Contra esa clase política desnortada han votado en media Europa y seguiremos votando en todas partes, mientras ellos siguen ciegos gritando ¡fascistas!

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