La excusa medioambiental de la izquierda

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Las políticas de la izquierda fracasaron hace muchos años, cosa que se hizo visible con el derribo del muro de Berlín y la posterior caída de la Unión Soviética. Su política, basada en el reparto de la escasez en lugar de impulsar la generación de prosperidad hace a las sociedades más pobres allí donde se aplican estas recetas dañinas para el crecimiento y el empleo.

La izquierda lo sabe, se ha dado cuenta, y aunque todavía trata de aplicarlas envueltas en el celofán falso con el que visten sus propuestas, al decir que gobiernan para los más débiles cuando, realmente, no gobiernan para nadie, pues su acción de gobierno es empobrecedora, especialmente con los menos favorecidos, busca otras fórmulas con las que tratar de atraer la atención del electorado. Esa nueva fórmula, empleada ya desde hace algunos años, es el cambio climático.

Así, se vuelven absolutamente catastrofistas: todo es cambio climático o, incluso, desastre climático, y todo tiene que ver con la acción del hombre. Ello obliga a regular la vida de las personas, a entrometerse en sus derechos, a prohibir, algo que gusta tanto siempre a los intervencionistas.

Así, prohíben que circulen muchos coches, hasta el punto de que en 2035 no podrán hacerlo los de motor de combustión. Quieren prohibir el gas y arrinconan a la energía nuclear, generando una dependencia energética terrible, que deja en situación de vulnerabilidad a la economía, haciendo, además, menos competitivas a las empresas. Y esa menor competitividad es menor crecimiento y menor empleo; en definitiva, es más pobreza.

Para justificar ese empobrecimiento fruto de su intervencionismo, se vuelven extremistas, fundamentalistas medioambientales, y les está1 saliendo bien al repetir el mantra una y mil veces. Resulta vergonzoso ver al presidente del Gobierno achacar al cambio climático los incendios cuando una gran mayoría son provocados por pirómanos, por ejemplo.

Antes, el intervencionismo empobrecía a la sociedad con su equivocada política económica. Ahora, sin renunciar a esa política arcaica y fracasada, introducen un nuevo elemento por si tienen que dejar de aplicar sus recetas económicas ante el quebranto que provocan. Ese elemento es la catástrofe medioambiental.

El clima cambia, como viene haciendo desde el comienzo de la existencia, y unas veces son cambios más acusados y otras, menos, pero no se puede manipular a la sociedad, entrometerse en sus vidas de tal manera como se hace ahora y empobrecerla con este medioambientalismo fanático, que lo único que persigue es prohibir más sin solucionar nada, al tiempo que unos pocos se aprovechan de algo que están convirtiendo en un negocio a costa, precisamente, de los que menos tienen, ésos a los que los intervencionistas dicen defender y que son, sin embargo, a los que más empobrece.

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