Y España ¿qué quiere?

Si por mí fuera, ustedes, tendrían prohibido presentarse a esta nueva contienda por ser incapaces de cumplir con el encargo de la ciudadanía.

Y España ¿qué quiere?
Joan Guirado

Estas últimas semanas, los periodistas, hablamos a diario de lo que quieren Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Sillas, ministerios, apoyos… exigencias de unos y otros para desbloquear la situación política que desde hace meses vive nuestro país. Les hacemos el juego, les amplificamos el relato. El maldito relato. Vale, sí. Ahora ya sabemos qué quieren Pedro y Pablo, aunque aún pueden sorprendernos de nuevo. Pero y España ¿qué quiere?

Nuestra clase política se ha ido reduciendo al personalismo puro y duro. Los egos. El ser o no ser, estar o no estar, en lugar del hacer o no hacer y avanzar o parar. Me da la sensación de  que a menudo, nuestros representantes públicos, se olvidan de que están dónde están porque en las urnas, nosotros, les hemos hecho un encargo. El encargo de legislar, gobernar, llegar a acuerdos. Hacer política.

Podemos cargar toda la responsabilidad de lo que ocurre estos días sobre Pedro y Pablo. Seguramente son los principales responsables. Pero Casado y Rivera ¿qué quieren ellos? Hace unos días, cuando tuvieron la posibilidad de defender sus posiciones en el Congreso que denuncian estar cerrado, ni tan solo se presentaron a la diputación permanente. No, ser miembro titular de ella no solo sirve para no dejar de cobrar ni un solo día cuando se disuelven las Cortes.

Alguien se ha preguntado estos días, ¿qué quieren y que necesitan los españoles? Nadie se ha parado a pensar en ellos, en nosotros, en nuestra economía, en nuestro país. Un mes y diez días han tardado los socios preferentes en volverse a sentar para retomar las negociaciones. Semanas de agendas vacías para verse un jueves a las cinco de la tarde, para acabar a las nueve, discutiendo entre otras medidas mejorar la conciliación. ¿De quién? ¿la suya? Bueno, no. Tampoco discutieron sobre eso, solo de sillas y sillones.

No voy a negar que me siento atrapado por la estrategia de Pedro Sánchez y el PSOE. Me tendré que leer por cuarta vez el ‘Manual de Resistencia’. Es más, no solo que la admiro sino que la comparto. No creo que Podemos tenga la madurez necesaria, como partido, para hacer un gobierno de coalición. Igual al decir que no, Sánchez es el único que ha pensado en el bien de España durante estos días. Pero de la misma manera que aplaudo su estrategia, lamento su incapacidad de suscitar confianzas entre los 350 diputados de la cámara. Vale, con Rivera no. Casi casi, meter al Rivera actual. en el Consejo de Ministros, es igual de suicida que meter a Iglesias. Pero ¿y Casado? Porque no intenta seducir al PP, incluso, para una gran coalición. Alejémonos de los inventos de la nueva política que acaba siendo igual que la vieja pero con nuevos vicios.

Queridos candidatos, pónganse las pilas. Si hay elecciones igual seré de los utópicos que volverá a ir a votar. Pero no la mayoría de mi entorno. Pero si por mí fuera, ustedes tendrían prohibido presentarse a esta nueva contienda por ser incapaces de cumplir con el encargo de la ciudadanía. Como en una empresa privada, si no haces bien tu trabajo, finiquito y a la calle. Ojalá los ciudadanos, mediante una ILP, modificáramos lo que hiciese falta para prohibir a los candidatos que han sido incapaces de formar gobierno en unas elecciones volverse a presentar a la repetición. Cuatro años al rincón de pensar hasta poderse volver a presentar. Tal vez así veríamos como se acabarían las tonterías.

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