España frente a sus negacionistas

España frente a sus negacionistas

Decía Barbara W. Tuchman en su obra “La marcha de la locura” que la insensatez es hija del poder. Y tenía toda la razón. Elevar las demandas del movimiento independentista de Cataluña a categoría de importante y anteponerlas en la agenda del próximo Gobierno socialcomunista de España de Pedro Sánchez es un error que acarreará graves consecuencias. Ya nos pueden intentar desde el PSOE disfrazar la vía de la consulta que ha dejado abierta Sánchez como una iniciativa dentro del marco legislativo o dentro del respeto institucional porque todos sabemos que ERC ni sabe, ni quiere respetar la Constitución española. Supone un grave insulto a la inteligencia de los españoles hablarnos precisamente de “respeto institucional” por parte de los republicanos independentistas que tiene a toda su plana mayor procesada y condenada por saltarse las leyes. De lo que ERC sabe mucho es de deslealtad hacia España.

Es insensato también por parte de Pedro Sánchez darle carta de naturaleza a lo que él y su partido socialista han pasado a denominar “conflicto político” en Cataluña. Ningún hombre de Estado con sentido de la responsabilidad, estadista y preocupado por su país se expone a un riesgo tan innecesario como es abrir el debate de la unidad territorial. Tampoco ningún estado serio, fuerte y con visión de futuro está dispuesto a la apertura de disputas territoriales. Piensen en Francia, EEUU, Alemania o Rusia. Quienes aplauden desde las terminales mediáticas de la izquierda el pacto del PSOE, con Podemos, ERC, Bildu y el PNV aseguran que es absolutamente legal. Por ahora. El acuerdo llevado a cabo no es el final, sino el comienzo de una hoja de ruta emprendida por los negacionistas de España para debilitar su integridad territorial cada vez más.

“Sic volo, sic iubeo” (esto quiero, esto ordeno) es la exigencia de la claque de Pedro Sánchez en la nueva legislatura, al igual que aducían los dictadores romanos tras la caída del sistema político precedente. Precisamente en la historia de la antigua Roma el estado anterior a la dictadura fue caracterizado por el desprestigio hacia las instituciones y la convivencia pacífica de todos sus individuos, el mismo hacia el que han puesto su mira los 13 diputados independentistas de ERC, los 6 del PNV y los 5 de Bildu.

En su libro “El fracaso de una misión” que el diplomático británico en la Alemania nazi, Sir Neville Henderson, escribió para congraciarse con su propia frustación que supuso no haber podido detener el horror nazi explicaba que negociar con Hitler no servía para nada porque cada fase parecía la última hasta que avanzaba hacia la siguiente. Después de reclamar Austria, la autonomía no fue suficiente. Tan pronto como fue así, se reclamó la incorporación de los Sudetes al Reich. Cuando la obtuvo tampoco fue suficiente.

Los independentistas y resto de negacionistas de España son igual de insaciables. Siempre apelarán a su propia causa y no verán nunca ninguna opción que no sea la suya. De hecho, ERC no renuncia a la vía unilateral de independencia. Pedro Sánchez hubiera sido más sabio y demostrado altura política si en lugar de aceptar que los separatistas asienten su dominio en la política española, hubiera aceptado el verdadero desafío al que se enfrenta nuestro país y hubiese buscado un gobierno de concentración como el de Alemania con el principal partido de la oposición. La obligación de Pedro Sánchez es trabajar en favor de todos los españoles y no convertir su mandato en un problema para la convivencia de todos los españoles a través de la misma pantomima que se gestó hace 80 años y de infausto recuerdo.

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