Erais gentuza, Íñigo

Íñigo Errejón Eduardo Inda

La segunda década de ese siglo XXI que iba a ser el fin de tantos males globales no había llegado a su ecuador cuando Podemos surgió de entre la basura alzaprimada por una Soraya Sáenz de Santamaría que recurrió a ellos para quitar votos a un PSOE que resurgía como la espuma por mor de la corrupción que atenazaba al Partido Popular. La inconsciente vicepresidenta del Gobierno, una izquierdista incrustada en el núcleo duro de la formación gobernante, ordenó promocionar a los Iglesias, Monedero, Errejón, Tania Sánchez, Carolina Bescansa y más tarde Irene Montero -cuando pasó a ser la primera dama-, en periódicos, radios y televisiones. Sobre todo, en las teles, que aquí el orden de los factores sí altera el producto. Y lo que nunca antes había pasado en Europa, que un partido de extremísima izquierda comunista se pusiera primero en intención de voto en las encuestas, pasó. Vaya si pasó. Exactamente, en enero de 2015.

Y se empezó a moldear la opinión publicada para, en definitiva, cambiar la opinión pública. «Traen aire fresco a la política», «carecen de los prejuicios de los políticos profesionales», «han sacudido una democracia anquilosada», «son gente honrada a la que el dinero le importa un comino», «han venido para cambiar las cosas» y un sinfín de letanías más se escuchaban entre los socialistas moderados y entre muchos tontos de una derecha atestada de tontos acomplejados. Si no escuché a 200 personas de la derecha política, sociológica y, manda huevos, empresarial loar a estos «chicos», fueron 300, y si no fueron 300 es porque en realidad eran 500. Un tipo que ocupa un altísimo cargo empresarial en España, de ésos que salen en las noticias, me espetó por aquel entonces:

-Mis hijos votan a Podemos, están locos por Pablo Iglesias.

Mi respuesta fue pelín descortés por sincera:

-Pues si tus hijos votan a Podemos y están locos por Pablo Iglesias, háztelo mirar porque algo mal has hecho como padre.

Eran tiempos en los que disentir de la moda podemita se pagaba con el escarnio público, la calumnia, la persecución despiadada en redes, el insulto e incluso los intentos de agresión. El asesinato social, en definitiva. Y entre los pocos disidentes estaba el arriba firmante que, desde entonces, se vio obligado a contratar un servicio de seguridad para evitar que le partieran la cabeza.

«La derecha política estaba encantada de la vida con Podemos porque arañaba voto al PSOE en cantidades industriales»

Pocas veces me sentí tan solo en mi vida como en aquellos tiempos en los que predicaba solo en el desierto. Era criticar a Pablo Iglesias y que todo pichipata se te echara encima como un solo hombre o una sola mujer para tildarte de «intolerante», «extremista», el consabido «fascista» y «radical». Radical, sí y a mucha honra, porque como decía esa «víbora con cataratas», que en genial expresión de Alfonso Guerra era Enrique Tierno-Galván, «radical es el que va a la raíz de los problemas». La derecha política estaba encantada de la vida con Podemos porque arañaba voto al PSOE en cantidades industriales, y por eso callaban como muertos, y la mediática con las honrosísimas excepciones de Alfonso Rojo, Federico Jiménez Losantos y Carlos Herrera entregada en cuerpo y alma a «estos chicos tan simpáticos» por miedo o, simplemente, por no salirse del pensamiento único o por obediencia debida a las consignas monclovitas.

La estupidez de los políticos y los periodistas indiscutiblemente demócratas me recordaba a la de la sociedad civil cubana cuando Castro se echó al monte en Sierra Maestra o a la de la venezolana cuando Hugo Chávez protagonizó su Operación Zamora, el eufemismo con el que se bautizó su golpe de Estado frustrado en 1992. Los dos tiranos expropiaron, asesinaron, encarcelaron o exiliaron a los que con tanta simpatía les habían recibido cuando irrumpieron en la vida política de ambos países. Olvidaron, necios de ellos, que quien se acuesta con el diablo muere desangrado.

Me opuse con armas y bagajes a esta banda por un primer motivo palmario que nadie supo o quiso ver: son comunistas, la ideología que cuenta con más asesinatos políticos en su haber -100 millones, exactamente- en el último siglo. El segundo resultaba igualmente perogrullesco, lo cual no obstó para que todos lo pasaran por alto: Pablo Iglesias, Monedero, Errejón y el hiperventilado de Jorge Verstrynge estaban a sueldo de dos dictaduras, Venezuela e Irán. La estulticia colectiva provocó que hechos incontrovertibles se tomasen a beneficio de inventario a la hora de analizar el fenómeno Podemos cuando estaba demostrado empíricamente que ya entonces los unos asesinaban y encarcelaban a los disidentes y los otros colgaban homosexuales y lapidaban mujeres. Conclusión: un partido como Podemos, marioneta de dos tiranías, no podía ser trigo limpio. Como diría el Guerra torero, lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.

«Un partido como Podemos, marioneta de dos tiranías, Venezuela e Irán, no podía ser trigo limpio»

Claro que a mí tampoco me iban a decir ni contar quién era Pablo Iglesias porque desde 2013 lo tenía de antagonista en las tertulias televisivas. En nuestro primer tête-à-tête me tildó de «impresentable» y «tonto» en directo sin que nadie le cortase. Llego yo a hacer eso, que dicho sea de paso jamás se me ocurriría, y me echan del plató en el acto y con razón. Pero a él le salía todo gratis. Como aquella velada en la que me llamó «Pantuflo» con idéntica impunidad.

Poco a poco se comprobó que yo tenía razón. Prometieron que no cobrarían más de tres salarios mínimos y se quedaron con toda la nómina. Pablo Iglesias dijo que jamás saldría de Vallecas, donde residía ilegalmente para ocultar su pasado pijo, ni se mudaría a «esas urbanizaciones de los burgueses valladas y protegidas por vigilantes de seguridad» y en cuanto pudo se compró por 720.000 euros el casoplón de 320 metros cuadrados de Galapagar, con 2.000 de parcela y casa de invitados y piscinaco incorporados. Un pedazo de chalé que en aquel entonces estaba valorado en 1,2 millones. Jamás nadie le pidió cuentas tampoco acerca de semejante milagro de los panes y los peces.

«A Monedero le trincaron con 400.000 dólares que había cobrado de extranjis de varias dictaduras o autocracias hispanoamericanas»

También iban de adalides de la pureza tributaria. ¿Cuántas veces pusieron a parir una amnistía fiscal que repatrió 40.000 millones de euros? ¿Cien, 1.000, 2.000? ¿Se acuerdan de la cantidad de tuits en los que nos daban la matraca con el mantra falsario ése de que las empresas del Ibex no apoquinan los impuestos que les tocan? El problema es que a Juan Carlos Monedero le trincaron meses después con 400.000 dólares que había cobrado de extranjis de varias dictaduras o autocracias hispanoamericanas. Hacienda le cazó pero el indeseable de Cristóbal Montoro le invitó a pedir la regularización, lo cual salvó al pajarraco podemita de incurrir en delito fiscal. Vamos, que le hicieron un Cristina de Borbón. Si tú, defraudador, acudes a la Agencia Tributaria antes de que te hayan levantado un acta te libras penalmente, con abonar lo que te toca más la multa correspondiente, basta. Nuevamente, se hizo luz de gas.

Tania Sánchez también ejercía de ciudadana ejemplar. Pronto nos dimos cuenta, gracias al diario Abc, que su padre y ella habían dado en su calidad de concejales del equipo de gobierno de Rivas-Vaciamadrid 1,2 millones en contratos públicos a su hijo y hermano Héctor. El problema en términos de higiene democrática es que esa información salió a la luz en 2014 y también tuvo coste cero para ella. Aún recuerdo al golfo de Risto Mejide intentar exculparla por tierra, mar y aire en mi presencia en ese Chester en el que los malos éramos los liberales y los buenos los socialistas y los comunistas.

Lo de la violencia machista en Podemos y Sumar se veía venir. OKDIARIO publicó en rigurosa exclusiva en 2016 un chat de la cúpula podemita, en el que había hombres y mujeres, en el que Pablo Iglesias afirmaba textualmente que «azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase». Todos y todas, y nunca mejor dicho, le rieron las gracias. Más tarde espetó en una rueda de prensa a una periodista un vomitivo «bonito abrigo de piel lleva». Por enésima vez nadie o casi nadie puso el grito en el cielo. Y, para redondear la jugada cavernícola, apuntó meses después con el dedo índice a Andrea Levy antes de ofrecerle su despacho «para que se entienda con Miguel Vila [a la sazón diputado morado]». Todas estas salvajadas, que a un político del PP le hubieran costado justamente la carrera política, quedaron impunes socialmente para el delincuente coletudo. Las asociaciones feministas callaron porque sólo son machistas los que no piensan como ellas.

«La barrabasada más sangrante, la nivel dios cuantitativa y cualitativamente, fue la ‘Ley del sólo sí es sí’»

Con todo, la barrabasada más sangrante, la nivel dios cuantitativa y cualitativamente, fue la Ley del sólo sí es sí que llegó para ajusticiar como toca a los depredadores de las mujeres. La supresión de la distinción entre abuso y agresión sexual tuvo un efecto bumerán, lo normal cuando el presidente del Gobierno escucha a una analfabeta funcional como Irene Montero y ningunea a dos jueces de carrera como Juan Carlos Campo y Pilar Llop. Consecuencia: 1.100 violadores y pederastas salieron en tromba de prisión antes de tiempo gracias al regalo de la ministra de Igualdad. Tampoco esta vez pagaron pecadores por justos. Lo que a una ministra del PP hubiera costado la expulsión inmediata del Gobierno y una segura condena por prevaricación, ni siquiera quedó en reprimenda porque Irena Montero continuó hasta final de legislatura en su puesto.

De aquellos polvos de perdonar cualquier machistada a los tuyos vienen estos lodos en forma de Íñigo Errejón depredador sexual. Un tipo que encierra a una mujer, Elisa Mouliáa, en una habitación dos veces en una noche, abusa de ella y, además, la arrastra violentísimamente es para empezar un malnacido y para terminar un delincuente. No era la primera vez ni sería la última. Hace un año, en un festival de inequívoco nombre, Tremenda Fem Fest, celebrado en Castellón, tocó las nalgas y cogió de la cintura sin consentimiento a una chica que no conocía. La cultura de la exención civil y penal que se había instalado en Podemos y Sumar, que tanto monta, monta tanto, provocó que el político aniñado se saliera con la suya y continuara dando lecciones de ética, estética, moral, feminismo y progresismo como si nada. Y todo hijo de vecino comprándole la mercancía robada.

Con todo, y fíjense que el nivel de bajeza moral estaba en la estratosfera, lo peor ha sido el encubrimiento delictivo de Sumar de todas estas aberrantes actuaciones. Todos respetaron la omertá decretada por la jefa, Yolanda Díaz, que se desveló como una tipeja en contraposición a la santa que nos vendían la inmensa mayoría de medios. Ahora la toman con la ex jefa de gabinete del presunto violador, Loreto Arenillas, a la que endilgan el muerto pasando por alto que ella asegura haber dado cuenta del suceso de Castellón a «la secretaria de Organización y la responsable de feminismos» de Más Madrid, es decir, de Sumar.

«Erais y sois gentuza, Íñigo. Tú mismo, a expensas de lo que determine el proceso judicial que se abrirá, resultaste un depredador sexual»

Que eras un macarra impresentable que nada tenía que ver con el moderadito que salía en la tele lo teníamos muy presente en OKDIARIO. Hay que ser muy, muy, muy chungo para propinarle un patadón en la boca del estómago a un jubilado con cáncer de colon porque ha osado pedirte un selfie. Claro que en aquella agresión pudo influir esa afición que tienes a viajar a Colombia sin salir de Madrid que, aunque sea un problema exclusivamente tuyo, explica ciertas cosas. Lo cierto es que el pensamiento único te vendió como víctima y al pateado y a nuestro periódico como victimarios. El karma ha acabado por poner a todos en su sitio: a ti, a nosotros y a tus periodistas de cámara. Aunque te archivasen la macarrada por falta de pruebas, queda claro, más allá de toda duda razonable, que el anciano no se la inventó.

Erais y sois gentuza, Íñigo. Tú mismo, y a expensas de lo que determine el proceso judicial que se abrirá, resultaste un depredador sexual. Sí, tú, el feminista con carita de niño que hace un año criticaba cual gallito de feria el impresentable beso de Rubiales a Jenny Hermoso y tachabas de «vergonzoso» el silencio de muchos. También son chusma Yolanda Díaz y Mónica García, que no sólo no denunciaron tus atrocidades sexuales sino que ordenaron un silencio sepulcral intramuros para impedir que trascendiera extramuros. ¡Viva el feminismo! Lo mismo que el delincuente de Iglesias, que te sembró el camino de un machismo que no se veía desde la España del medievo, o que Irene Montero, que es el ídolo o la ídola —o como carajo se diga en progre— de los violadores y los pederastas españoles. Tres cuartos de lo mismo que otro que tal baila, Juan Carlos Monedero, que es un quinqui fiscal confeso y continúa sin cortarse a la hora de impartir lecciones de honradez. O que Tania Sánchez que, tras haber forrado el lomo al hermano con el dinero del contribuyente, va de apóstol de la decencia en la vida pública en radios y televisiones. Ibais a acabar con las castas y a regenerar España y terminasteis degenerados ética y moralmente, que no económicamente, construyendo vuestra propia mafia: la de la gentuza y los delincuentes. Dentro de lo malo, me quedo con la satisfacción del deber cumplido: yo sí os vi venir.

PD: entre tanto, me pregunto por qué no estás aún en el calabozo en estricta aplicación de vuestras leyes. Debe ser que estas cosas se le escapan a un leguleyo como yo.

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