Eduardo Inda es la excusa de Pablo Iglesias

Eduardo Inda es la excusa de Pablo Iglesias

Podemos va cuesta abajo en todas las encuestas, tanto que ahora mismo firmarían sin dudar el 10% que consiguió Julio Anguita en los años 90. No levantan cabeza porque lo han hecho todo tan mal que ni siquiera pueden hacer campaña electoral basándose en su desastrosa gestión y no han encontrado más alternativa que llorar como Magdalenas acusando a lo que ellos denominan las “cloacas” del Estado, de todos sus males. Pero este mensaje victimista tampoco se lo compra ya nada más que la desprestigiada prensa afín y los cientos de trols que tienen a sueldo para difundir sus matracas en las redes sociales. Porque lo que no pueden es reconocer que el responsable de su debacle se llama Pablo Iglesias Turrión.

En realidad, el pequeño éxito de la formación morada hasta 2016 no fue por méritos propios, sino que se explica exclusivamente por la desastrosa gestión que tanto PSOE como PP hicieron de la crisis, los unos mandando al paro a 4 millones de españoles y los otros subiendo los impuestos hasta acabar de empobrecer a los afortunados que conservaban unos trabajos que no daban para llegar a fin de mes. Y ambos enfangados hasta las cejas por decenas de casos de corrupción que, si en cualquier momento habrían resultado imperdonables, en plena crisis y con lo mal que lo estaban pasando los sufridos votantes, fueron demoledores. Una buena parte de la España indignada, la menos informada, confió en Podemos, pese a que ya entonces había pruebas de que eran aún más peligrosos que los otros partidos. Pero como nadie escarmienta en cabeza ajena les dieron una oportunidad que Pablo Iglesias desaprovechó.

Seguramente la puntilla se la dio con el casoplón galapagueño. Sólo algunos de los que cobran del partido siguieron apoyándolo después de que demostrara de una forma tan evidente e irrefutable su falta de coherencia y honestidad personal. Pero esa mansión ha sido solo la lluvia que ha caído sobre campos ya anegados. La suma de comportamientos ultra machistas resultaba ya entonces imposible de tapar. Sus maneras autoritarias y personalistas de gestionar Podemos provocaron que se quedara completamente solo al frente de una formación desprestigiada por su cercanía con golpistas y proetarras. Y sus innegables relaciones con la teocracia iraní y la narcodictadura venezolana resultaron más perjudiciales cuando ya ni siquiera fueron capaces de justificar los desmanes de Nicolás Maduro. Por no hablar de sus candidatas condenadas por asesinato y sus asesoras secuestradoras de niños.

Pero Podemos no es nada sin Pablo Iglesias y éste volverá a ser un simple profesor interino sin la formación morada, así que no les queda más remedio que hundirse juntos. Ante la falta de argumentos para pedir el voto a Iglesias sólo le queda atacar, airado, al periodista que ha destapado todas sus vergüenzas y contra quien ha perdido una tras otra todas las demandas con las que lo intentaba acallar. Eso no le dará votos, sólo le servirá para justificar su derrota. Como no puede negar los millones recibidos de Irán y Venezuela cuando hasta exministros chavistas los confirmaron, ni tampoco desmentir los chats en los que el marqués de Galapagar quería azotar hasta que sangrase a una periodista y romperle la boca a un compañero de partido para demostrar que es el macho alfa, sólo le queda atacar al profesional de la información que hace bien su trabajo y lo cuenta. Verás, Pablo, esto es lo que tiene vivir en democracia. Tu modelo para censurar críticas sólo funciona en dictaduras como Cuba o Venezuela. Si es lo que quieres, cuando hundas a Podemos vete allí, no te vamos a echar de menos.

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