Dos brutales cacerías: Ayuso y Mazón

En las monterías, caza mayor, lo primero que se pregunta es esto: ¿Quién da la da? Y también: ¿Por qué la da? Éste último interrogante no es baladí, porque se trata de averiguar qué motivos tiene el convocante para abrir la veda. Llevando este símil a la política española más rabiosa (el adjetivo no es gratuito), tenemos que empezar con otra cuestión: ¿Qué han hecho los objetos, los ciervos de tantas puntas, Ayuso y Mazón, para merecerse este descomunal arreón?
De entrada, hay que establecer una diferencia entre ambos casos: en el primero, que se sepa, no existe el llamado fuego amigo o, mejor dicho, los conejos que se disparan entre sí. En el segundo, claro que sí lo hay, tanto que los aparentemente cercanos son los más aguerridos, los más violentos, también los más persistentes en la cacería.
A Isabel Díaz Ayuso no parece que se la tirotee o se la lancen misiles desde cualquier balcón de Génova: el ataque, perfectamente identificable, viene de los rivales que, para el caso, se comportan como enemigos declarados. A Carlos Mazón, sin embargo, le están asaltando algunos de los suyos, propios o allegados. Recuerdo a este respecto aquella sentencia gloriosa de Pío Cabanillas: «Los peores enemigos son los que no sabes qué les has hecho».
Cuando te interesas por conocer cuál ha sido el pecado mortal, irredento, del presidente valenciano, la respuesta absolutamente unánime es ésta: «El horario, no supo estar en su puesto cuando debería haber estado». Eso es todo. ¿Ha sido el culpable de la terrible DANA que mató a más de 200 personas? ¿Se ha desentendido dolosamente después de las víctimas? ¿Ha realizado un tipo de robo como el Caso mascarillas con la reconstrucción? Nadie sabe, nadie contesta.
¿Y Ayuso? ¿Estuvo en el Caribe, como Ábalos y Koldo, en plena pandemia? ¿Ha colocado a su novio en algún puesto oficial cobrando una sinecura injusta? ¿Está aprovechando políticamente el Covid para mejor su envidiable posición política? ¿Ha sobornado a sesenta y tantos jueces para que éstos sobresean las querellas por las residencias? De nuevo, no se sabe, no se contesta.
Dicho esto, es curioso: los que durante siete años de gobernación nacional no hicieron nada para prevenir (o curar) los riesgos de una posible riada, de la que ya se tenían noticias antiguas en Valencia, no aparecen citados por los cazadores como culpables de nada.
Resulta, y esto es historia, que el único que se ocupó de evitar nuevas acometidas del agua fue Franco. Así, como suena. Los sucesivos enchufados, que en este septenio han ocupado puestos de responsabilidad para intervenir en yo qué sé cuántos barrancos, han estado desaparecidos antes y ahora cuando ni siquiera tienen la gallardía de comparecer en público.
Pedro Sánchez y su delegada gubernamental merecen cuestión aparte: el primero sólo ha viajado a Valencia a campo abierto una vez, cuando fue protegido, es un decir, por el paraguas de Felipe VI, y ya se sabe cómo terminó: huyendo como una lagartija del chaparrón. De la atribulada delegada nadie se acuerda.
Que se sepa, la tarde en que la DANA anegó Valencia, no se molestó en acudir al Centro donde se seguía -también es un decir- la evolución de la tragedia. Escapó entonces y escapa ahora. A día de hoy, la denostada Generalitat ha repartido ya más del 50% de las entregas que prometió su presidente al día siguiente de ocurrir la catástrofe. Las publicitadas ayudas de Sánchez no alcanzan el 10%.
Los monteros que se ocupan del fuego amigo no reconocen el primer cumplimiento: los porcentajes les estropean las acometidas. Da la impresión, bastante extendida, por cierto, de que los cazadores próximos a Mazón están siguiendo al pie de la letra el acoso y derribo que Casado siguió, ya in illo tempore, contra Isabel Díaz Ayuso. ¡Fíjense que casualidad!
A la presidenta de la Comunidad de Madrid es cierto, aunque no del todo, que no la asesinan los suyos, debe ser porque ya tienen comprobado cómo les fue la vez en que lo ensayaron con todas las armas posibles. Mazón parece ser una disculpa ejercida por los disconformes con Feijóo para conseguir de éste dos estropicios: el primero, que ejecute inmediatamente (sic) a Mazón; el segundo, que corran la misma desgracia los que, de una forma u otra, de rondón o por las claras, pretenden laminar a toda la clase alta del Partido Popular.
Ahora están utilizando la desgracia de las muertes en las residencias de ancianos durante la pandemia para atizar en el lomo a Ayuso. No vale que en estos días se hayan repasado las cifras y se haya constatado que al menos seis comunidades autónomas españolas registraron un porcentaje de personas fallecidas por encima del de Madrid.
Madrid, la comunidad que encierra a su capital, fue, como España entera, un territorio terriblemente azotado por el virus. Si comparamos los contagios contabilizados aquí y en el resto del mundo, el dato es estremecedor: mundo, tasa de contagios, 0,20; nosotros, 29,13. Más modestamente, también seis regiones, en proporción sobre el total de muertes, acreditaron mayores porcentajes de fallecidos en residencias por encima de Madrid.
Pero no dejes que lo datos te fastidien una buena cacería. Nadie duda de los errores de Mazón en las primeras horas de la DANA y nadie duda de que Ayuso tenía y tiene una asignatura pendiente con las residencias de Madrid, muchas aún en manos no excesivamente escrupulosas. La mejor forma de pagar por ello se llama urnas.
Que la izquierda de Valencia no apure demasiado con una supuesta victoria como ésta, sobre todo porque los números no le dan y la conjunción PP-Vox (que nada tiene que ver con Madrid) seguiría repitiendo triunfo. De Madrid, las últimas informaciones son desastrosas para el PSOE del descarado ministro Óscar López: Ayuso lograría aun mejor respaldo. Pero esto no detiene las monterías, los complotados, cómplices entre ellos desde luego por una u otra razón, ni siquiera acuden a la pregunta clásica para formularse este dilema: quid Prodest? ¿Están seguros de que favorece a Feijóo, como alguno de ellos, singularmente reiterativo, viene repitiendo?
Acudan a la fuente y plantéele el dislate al mismo Feijóo. Seguro que no se encuentran con sorpresa alguna. Feijóo respondería: «Que pasen de mí estos dos cálices». Pasarán, pero entre tanto los cazadores continuarán persiguiendo a estos dos ciervos de no se sabe cuántas puntas, Ayuso y Mazón.
¿Tienen quizá (ultima pregunta) alguna cuenta pendiente con los dos o con uno de los dos? Cherchez le peut. Tan adictivo como la femme. También cabe la venganza o, por lo menos, la revancha. En castizo, cuando alguien te deja de saludar, hay que preguntarle: «¿Te debo algo?». Pues eso.