La corrupción que rodea a un presidente de lacerante ruindad

fiscal general del Estado

Cuando el modo de actuar del Tribunal Constitucional con la amnistía es contrario a lo que dicta la Constitución, prescindiendo totalmente del procedimiento legalmente establecido al extender a todas las causas su decisión de apartar a un magistrado –sin dar audiencia a todas las partes en los distintos procesos–, entonces nos encontramos que el Tribunal no se aplica a sí mismo los estándares exigidos a otros órganos jurisdiccionales y que se garantizan en la Constitución. Eso ha ocurrido estos días.

Cuando el fiscal general del Estado está despreciando al Tribunal Supremo y preparando ser amnistiado por el Constitucional y este mismo lunes se queja al CGPJ diciendo que se hayan difundido sus llamadas, y el miércoles denuncia que la Guardia Civil ha excedido el mandato judicial, cuando el martes se confirma el borrado intencionado dos veces hecho por el Fiscal General del Estado el mismo día que el Tribunal Supremo le abre causa… Cuando todo esto sucede es que algo jamás ocurrido en democracia está siendo acción y norma para destruirla.

El miércoles un escándalo a la vista de toda España en la misma sala de prensa de Moncloa, lo que haría hacer quebrar un gobierno que creyera en las mínimas condiciones de la democracia.

El martes un informe de Transparencia Internacional afirma que España cae diez puestos en el índice de corrupción, situándose por detrás de Ruanda o Botsuana.

El lunes el Banco Mundial constata un fuerte deterioro del control de la corrupción desde 2020 a 2023. La valoración muestra una baja calidad democrática en España con Pedro Sánchez en el poder, y todos los indicadores caen a plomo y a mínimos históricos en regulación y Estado de derecho.

El Tribunal Supremo confirma la condena a Laura Borràs y rechaza que se le aplique la amnistía.

El miércoles se da la noticia de los informes de la UCO que van a poner en situación dificilísima al segundo del Partido Socialista y negociador habitual con fugitivos por mandato expreso del presidente del Gobierno.

El interés general de España absolutamente por los suelos, con una manera de entender la política que ataca el bien común y por supuesto nuestros intereses más inmediatos a nivel internacional destrozados por una ideología de extrema radicalización y de la más arcaica inspiración comunista y nazi (nacional socialista).

Un presidente de Gobierno que llegó presumiendo de ser el adalid contra la corrupción destituyendo a ministros por falta de ética o ejemplaridad y como resultado tenemos un escenario jamás conocido de corrupción aplastante. Escenario nunca visto donde un presidente de Gobierno no da ni una sola explicación de la nefasta praxis de su mujer, de la imposibilidad de poder acceder en sus condiciones a una cátedra en la universidad pública y de la utilización de su influencia para hacer negocios. No da explicaciones de la mala praxis de su hermano… Imaginemos a cualquier mujer de un primer ministro español o europeo haciendo eso. La dimisión de su marido, previa petición de perdón a la sociedad por tanta infamia y desvergüenza, sería inmediata. Imaginemos un hermano de un primer ministro al que se le crea un puesto para no acudir… sólo esta parte es imposible de aceptar en un demócrata. Imaginemos un primer ministro callando y amparando acusaciones que nunca ha salido a decir que no son ciertas en ministros señalados por corrupción o él mismo reconocer que una persona señalada por ser vicepresidenta de un régimen narco sabía perfectamente que venía a España estando prohibida su entrada. Imaginemos un primer ministro al que le llegan a diario acusaciones gravísimas a su entorno familiar, gubernamental y de partido, y no se querella ni una sola vez para reclamar la verdad y exigir responsabilidades… y, en cambio, lo único que sabe decir es que es un ataque de la extrema derecha y los ultras… y ultras lo que quiera…

¿Es mínimamente serio y coherente todo esto? El problema real es que no puede enfrentarse con la mínima firmeza, seguridad, dignidad y credibilidad a cualquier acusación, y, por tanto, está acorralado y solo buscando «inventos creativos jurídicos» para autoamnistiarse de todo. De lo contrario, hubiera abierto mil causas ya contra las mil acusaciones que no responde, y no trataría de impedir que una noticia de papel pueda ser llevada al juzgado.

Un presidente de Gobierno que llegó presumiendo de querer encarcelar a delincuentes y prófugos de la Justicia y resulta que, sin cuidarles y mimarles todos los días en el extranjero, no podría ser presidente del Gobierno. Ahora les da inconstitucionalmente los impuestos de todos para lograr mantener un poder mínimo y seguir aplastando a los que cumplen la ley en Cataluña.

Un presidente de Gobierno que no sólo eso, sino que tiene que construir una ley a la medida de delincuentes para borrar gravísimos delitos que nunca se borrarían a personas de a pie pero sí a unos políticos solo con tal del mismo borrarse también esta acción ilegal y lograr votos manchados de criminalidad para ser presidente de Gobierno.

Un presidente de Gobierno que ensucia la dignidad de los españoles atacando a diario a las víctimas del terrorismo, permitiendo ruindades execrables con homenajes a terroristas, rebajas de penas y ocultas cesiones.

Un presidente de Gobierno que ensucia la dignidad de Venezuela y ultraja su heroico camino a la libertad y a la democracia, al ser cómplice del usurpador.

Un presidente de Gobierno que ensucia la dignidad de los españoles que sufren la tragedia de Valencia y demás partes de España, omitiendo el deber de socorro.

Cuando tantos hechos lacerantes colman la semana, poco antes de terminar estas líneas nos enteramos de que el presidente del Gobierno admite que un terrorista acuda ayer al Congreso por exigencia del fugado de la Justicia para denunciar que España es la terrorista, y todo ello, sólo, con objeto de poder seguir atado al sillón. Inenarrable.

Un presidente de Gobierno embadurnado de corrupción como escudo para la demolición de España.

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