Contaminación de las bahías
Se ha dicho, lo he dejado escrito en innumerables ocasiones, que Mallorca, las islas, sustentan su gran industria turística sobre tres activos: el sol, el paisaje y el mar con unas aguas litorales limpias. Pues bien, al primero, el sol, hagamos lo que hagamos queda por encima de nuestras posibilidades que nos lo podamos cargar. Otra cosa es el paisaje, que en algunos lugares se ha visto ya completamente degradado, aunque el porcentaje de superficie no urbanizada de la isla sea afortunadamente aún superior a la construida. Y por último, el igualmente importante, son las aguas litorales, que aunque sean el mayor activo del turismo de sol y playa, se han visto contaminadas en algunos lugares hasta niveles insoportables. En concreto, las bahías de Palma y Pollença. Y la causa ha sido, mayoritariamente, los vertidos incontrolados de aguas residuales.
Cuando años ha se planteó el dilema para eliminar la basura de Palma en Son Reus, entre incineración o vertedero, se optó por un sistema que combinaba ambas cosas, pero mayoritariamente primaba el vertedero, que con el tiempo la acumulación de basura llegó a convertirse en una auténtica montaña. Ello conllevaba el peligro de que al discurrir bajo los residuos, los acuíferos procedentes de la Serra que llegan al llano de Palma acabaran por verse contaminadas las aguas subálveas a causa de los lixiviados, como efectivamente así ha sido, aunque se haya guardado silencio sobre el problema. Por tanto, los fluidos contaminantes del vertedero de Son Reus, que acumula 4,7 millones de toneladas de residuos, contaminan el acuífero con metales pesados que acaban en demasiadas ocasiones en las aguas de la bahía de Palma.
Igualmente, en días con lluvias abundantes, en los que las depuradoras de Palma no tienen capacidad para tratar las aguas residuales y pluviales mezcladas en la misma red, se vierten directamente al mar aguas sin depurar. Resultado: el análisis de la composición de los materiales del fondo de la bahía de Palma ha mostrado contaminación en torno a los emisarios y aliviaderos subacuáticos. Y esta contaminación afecta de forma significativa a unos 8,2 kilómetros del sustrato marino.
La degradación de las aguas de la Bahía de Pollença, el otro gran foco de contaminación litoral, se debe a dos factores. El primero, los vertidos de aguas fecales, bien sea directamente bien a través de filtraciones de pozos negros próximos al mar y en segundo lugar al exceso de fondeos. Un estudio sobre la situación actual ha concluido que la zona interior de la bahía de Pollença se encuentra ya en el límite de la carga ecológica, sea lo que sea lo que esto significa, pero evidentemente deberá de tratarse de una situación muy negativa.
El corolario es el siguiente: dos de las tres bahías más importante de Mallorca sufren contaminación de sus aguas litorales. Y, sin embargo, son lugares en donde no solo se asienta, como es el caso de Palma, la mayor parte de la actividad humana, sino que a la vez suponen un referente de nuestra industria turística. La bahía de Palma, en primer lugar, aunque más abierta, tiene a poniente y levante buena parte de su planta hotelera, igualmente la de Pollença mantiene idéntica situación.
Resumiendo, ¿es aceptable que nuestras administraciones, mas aún habiendo creado la ecotasa con este fin para mantener limpias las aguas litorales, por dejadez o por incompetencia, no sepan preservar en primer lugar nuestra salubridad, pero, al mismo tiempo, los intereses turísticos? Evidentemente no.
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