‘Chicken game’ en Badalona

‘Chicken game’ en Badalona

Xavier García-Albiol es un buen tipo y un buen alcalde. Por su excelente hacer en el consistorio de su ciudad los badalonenses le siguen votando mayoritariamente. No es de extrañar, mientras los separatistas se dedican a dividir y nada más, García Albiol garantiza políticas en favor de la ciudad. Por ello ha sido el más votado consecutivamente en los tres últimos comicios. Es obvio que la mayor parte de la población de Badalona ha querido siempre que volviera.

Pero ahí están ellos para impedirlo. En Cataluña gobierna el nacionalprogreísmo dese hace lustros. Pueden odiarse entre ellos, pero, ante algo que huela a “español” van como un solo hombre. Y esto es lo que hicieron hasta el martes en que el juego de la gallina en el que estaban inmersos, se les fue de las manos.

El lunes pasado se cerró un pacto entre el PSC y Guanyem-CUP, la formación de la anterior alcaldesa Dolors Sabater, para repartirse la alcaldía durante los tres años que quedan de legislatura. La ‘cupera’ sería la primera en ejercer el cargo por dieciocho meses, y los dieciocho restantes serían para Rubén Guijarro, el candidato socialista. Pero eso era poco para Guanyem que se pidió dos enteros porque los socialistas ya habían ostentado este cargo durante doce meses desde las municipales de mayo de 2019. Si Sabater no hubiera querido llevar el “chicken game” demasiado lejos, ahora la vara de alcaldesa sería para ella. Y no ha sido así. Y están que trinan.

El alcalde más votado y más querido ha recuperado la vara por casualidad. Porque por el PSC no hubiera sido. El PSC es el gran cómplice de la división en Cataluña y de la estigmatización de ese pack brumoso donde se mezcla lo de ser de “derechas” con lo de ser constitucionalista. Por eso el PSC nunca será nada en Cataluña, porque está preso del sectarismo y del mito.

¿Conocen el “Pacto del Tinell”?  El 14 de diciembre de 2003, en el Salón del Tinell del Palacio Real Mayor de Barcelonapropiedad del Ayuntamiento de la ciudad, el PSC, ERC e ICV-EUiA firmaron con toda clase de pompa el acuerdo por el que se constituía el infausto Tripartito, y que pasaría a la historia con el nombre de Pacto del Tinell. Pues bien, en un anexo, en el apartado ‘Criterios sobre actuación política’, los firmantes se comprometían a “no establecer ningún acuerdo de gobernabilidad con el PP” y “a impedir la presencia del PP en el Gobierno del Estado”. Además, renunciaban a “pactos de gobierno y pactos parlamentarios [con el PP] estables en las cámaras estatales. Lo que equivalía, en efecto, a repudiar a una formación que por entonces representaba a algo más de la mitad del electorado español. Una oficialización del sectarismo, al que dichos socios de gobierno pretendían conferir incluso un sello de respetabilidad.

El “Pacto del Tinell” es uno de los episodios más vergonzosos de la Historia de Cataluña. De hecho, Ciudadanos nació en parte como reacción a unos acuerdos que decretaron el apartheid de un sector importante de la ciudadanía catalana. Algo en lo que, insisto, participaron sin que les cayese la cara de deshonor los propios socialistas.

Y, reeditando algo con un aroma similar, Salvador Illa, que no es nacionalista, ha tratado de impedir según vemos en los informativos que un constitucionalista como él sea alcalde. A pesar de que es el más querido y el más votado. Y de que sabe que le arrebata el poder al independentismo y sería infinitamente mejor que cualquiera de sus oponentes. Una pena de hombre. No le ha sentado nada bien la vecindad de gente tan tóxica como el presidente y el vicepresidente del gobierno de España.

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