Casado pone el dedo en la llaga: España es una democracia amenazada

Casado pone el dedo en la llaga: España es una democracia amenazada

La entrevista del director de OKDIARIO, Eduardo Inda, al presidente del PP, Pablo Casado, demuestra a las claras la preocupación que el líder del centroderecha español tiene sobre la actual situación política en nuestro país. Una preocupación que se sustenta en el franco retroceso de las libertades acaecido durante el primer año de Gobierno socialcomunista. A Pablo Casado le preocupa, y mucho, la merma de la calidad democrática que ha traído un Ejecutivo empeñado en socavar los cimientos del régimen del 78. Esa preocupación por España late desde el principio a fin de una entrevista en la que Casado pasa revista a algunos de los aspectos más críticos del panorama nacional. Y esa preocupación es, en sí misma, una garantía de que el presidente del PP tiene interiorizado cuál es el papel que debe desempeñar para erigirse en garantía de los valores democráticos frente al totalitarismo socialcomunista. Ese papel lo tiene muy claro: el PP tiene la obligación moral de erigirse en muro de contención de un Ejecutivo reñido con la libertad.

La retroalimentación de intereses del socialismo, el populismo de extrema izquierda, el independentismo y los herederos de ETA representan un peligro sin precedentes en la reciente historia democrática, una alianza perversa que amenaza con demoler la piedra angular del sistema institucional y a la que Pablo Casado se compromete a plantar cara desde el convencimiento de que su condición de líder de la oposición le obliga a asumir una responsabilidad histórica: defender la democracia frente al rodillo del socialcomunismo. Y es que, hoy por hoy -cuesta hasta escribirlo- España es una democracia amenazada.

En la entrevista, Casado pone la lupa en los aspectos más graves del paisaje nacional: la progresiva estrategia de acercamiento del PSOE de Pedro Sánchez a las formaciones enemigas del marco constitucional, el deterioro de las instituciones del Estado por el acoso del Gobierno, el ataque frontal a preceptos fundamentales como la libertad de educación o la propiedad privada, el perverso intento de la izquierda más extrema de imponer su particular código de valores y la errática política económica de un Gobierno intervencionista hasta la náusea. Sin olvidar, por supuesto, la  incompetente gestión de la pandemia de un Ejecutivo que ha tratado de instrumentalizar políticamente una tragedia sanitaria con el nombramiento de Salvador Illa como candidato del PSC a las elecciones catalanas en plena expansión de la pandemia.

Un repaso completo, en suma, a la situación política que se condensa en el compromiso ineludible de Pablo Casado con la España de los valores democráticos.

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