Carta abierta a la embajadora de Israel
Muy señora mía. Tan sólo puedo escribirle en nombre de mi familia, pues no represento a nadie más. Pero me dirijo a usted con la absoluta seguridad de que mis palabras serán suscritas por la inmensa mayoría de los españoles que sentimos lo mismo. ¡Qué vergüenza! ¡Qué bochorno! ¡Qué humillación! Nosotros, los españoles, no somos así. No apoyamos la barbarie terrorista, no estamos del lado de los sanguinarios asesinos, no respaldamos a las bestias inhumanas. Estamos unidos a las víctimas que sufren la maldad más descarnada, la persecución salvaje y el oprobio de la mentira.
Usted lleva sólo cuatro años en España, porque llegó a nuestro país en 2019, después de que Pedro Sánchez ganase la moción de censura contra Mariano Rajoy y no ha conocido, por tanto, otro Gobierno que éste. Pero tengo entendido que la familia de su esposo procede de Granada, así que no me cabe duda de que a estas alturas está de más que yo intente explicarle las históricas diferencias que siempre han existido entre el pueblo español y sus tradicionalmente malos gobernantes. El exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra utilizó una frase que, equivocadamente, le atribuyó al Canciller alemán Otto von Bismarck cuando dijo que «España es fuerte, España puede con todo, lo decía Bismarck: España es el país más fuerte del mundo, llevan los españoles doscientos años queriéndola destruir y no lo han conseguido». Nosotros sabemos que Bismarck no dijo jamás una estupidez así, y que tampoco es verdad que los españoles queramos destruirla, sino que sabemos que, en realidad, son nuestros malos políticos, como el socialista Alfonso Guerra, los que siempre han querido destruir España y los españoles los que siempre se lo hemos impedido.
Españoles como don Ángel Sanz Briz, al que su Gobierno concedió en 1989 la distinción como «Justo entre las Naciones». Como usted bien sabe, Sanz Briz era el encargado de negocios en la embajada española en Hungría cuando, en marzo de 1944, este país fue invadido por la Alemania nazi. El Ángel de Budapest, como se le conoce desde entonces, era un diplomático, como usted misma, que, aunque responden ante los políticos que los nombran, son en realidad funcionarios más que gobernantes. Se calcula que fueron más de 5.000 los judíos a los que salvó la vida en los meses en los que se le permitió expedir 200 salvoconductos a los sefardíes que pudo localizar, a sus familiares y a cualquiera que podía acreditar la menor relación, real o inventada, con España. Y lo hizo expidiendo sus pasaportes con un número que era siempre inferior a 200, pese a superar muchísimo la cantidad que le habían autorizado, sin que conste que el Gobierno de España estuviera informado de estas acciones. Así de diferentes somos los españoles de nuestros gobernantes.
Por eso, cuando en el nombre del Gobierno de España, comunistas como la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Ione Belarra, hacen declaraciones tan vergonzosamente antisemitas como las que han hecho ellas dos en los últimos días, sin que nuestro presidente Pedro Sánchez las cese y ni siquiera las desautorice; los españoles, a quienes no nos representan, nos sentimos profundamente abochornados y sentimos la urgente necesidad de pedirles perdón, para que quede claro que no hablan en nuestro nombre, sino que nosotros estamos del lado del Gobierno y del pueblo de Israel, que es la víctima de todo lo que está ocurriendo.
Los españoles no pensamos que Israel «vulnere gravemente los derechos humanos», ni que los sanguinarios terroristas de Hamás sean «facciones armadas palestinas», ni que Israel sea el responsable de ninguna «masacre en Gaza», como ha dicho la ministra de Pedro Sánchez. Ni tampoco creemos que exista ningún «apartheid israelí», como afirma su vicepresidenta. Creemos que en este conflicto sólo existe un culpable que es el grupo terrorista Hamás, que ha secuestrado a civiles, degollado a bebés, violado y torturado a mujeres y niñas y asesinado cruelmente a ancianos indefensos. Sanguinarios asesinos que practican un terrorismo similar al del ISIS o el Estado Islámico, que pretenden aniquilar a los judíos y acabar con el estado de Israel y que llevan desde 2006 gobernando tiránicamente a un pueblo palestino al que usan como escudos humanos, siendo responsables de desapariciones, torturas, asesinatos, detenciones ilegales y toda clase de crímenes contra la población civil de Gaza y de Israel.
Los españoles también sufrimos el gobierno de un Pedro Sánchez que, habiendo perdido las elecciones, pretende mantenerse en el poder pactando con los amigos de Hamás en España, así como con el partido que representa a los terroristas de ETA y los que dieron un golpe de estado en 2017. Estamos abochornados por los insultos contra Israel de los miembros de nuestro Gobierno y confiamos en poder deshacernos de ellos democráticamente lo antes posible. Lo sentimos mucho, estamos con el Gobierno y el pueblo de Israel.