Carmena: la alcaldesa de las prohibiciones
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se ha convertido en la alcaldesa de las prohibiciones. Predica lo contrario en sus intervenciones, pero la realidad va por otro lado y muestra lo amante que la izquierda es de intervenir en la vida de las personas, de opinar sobre sus gustos, de indicarles qué deben hacer y qué no, y de someterlos a su voluntad. Carmena, que intenta esconderse tras su grupo de concejales para aparecer como la buena de la historia, es la peor de todos ellos, porque dirige el Ayuntamiento y consiente los desmanes de sus concejales y ejecuta la pésima gestión que los podemitas llevan realizando en Madrid por culpa de Sánchez. Tuvo en su mano hacer alcalde al profesor Carmona, pero prefirió a Podemos para ejercer el sectarismo ideológico contra los madrileños.
Las calles están sucias y con los adoquines rotos, las calzadas, sin asfaltar y, pese a sus prohibiciones, o, mejor dicho, debido a ellas, Madrid tiene un aire más contaminado. Nada funciona ya bien en Madrid desde que Carmena ha aplicado su nefasta gestión. Ha dado prioridad a las bicicletas en una ciudad que no es para bicicletas, ha instalado unos carriles para bicis peligrosísimos, ha destrozado la fluidez de Santa Engracia o de los bulevares, y ha acabado con la Gran Vía al limitar su calzada. Todo ello, tiene consecuencias, puesto que dificulta la circulación, genera atascos —que contaminan mucho más que circular ligero— y perjudica a la economía, tanto en tiempos como en impacto directo en ventas.
Ahora, su última imposición es ese esperpento enemigo de la libertad que han llamado “Madrid Central”. Los comunistas como Carmena quieren ser tan progres que nos hacen progresar al siglo XVII, al querer emular, con “Madrid Central”, la cerca de Felipe IV. Así, al centro de Madrid sólo van a poder entrar quienes los concejales podemitas consideren que no contaminan, además de sus vehículos oficiales, a los que dijeron, en un alarde de demagogia, que no iban a subirse y de los que no se han bajado en estos tres años y medio de legislatura. Gasto importante, de más de diez millones de euros, en la señalización del engendro, con cámaras por doquier, señalizaciones verticales y toda suerte de impedimentos persecutorios contra los ciudadanos, que han perdido la libertad para circular tranquilamente por su ciudad, que es suya, no exclusiva de Carmena, ni de Sabanés, ni de todos los antisistema que tomaron el poder en el ayuntamiento en junio de 2015. Ha convertido Madrid en una ratonera, en un laberinto de atascos, en una ciudad inhabitable.
Y, ahora, con “Madrid Central” va a hundir al comercio. Los comerciantes estiman que disminuirá el comercio en el centro de Madrid en un 40%. El comercio representa el 22,8% de la actividad económica madrileña, siendo, por tanto, una rama de actividad económica importantísima, esencial dentro del sector servicios. Pues bien, una caída del 40% del comercio en el centro podría llegar a afectar a todo el comercio de la región, especialmente, de la ciudad, entre el 10% y el 12%. De esta forma, Carmena, con su medida, va a provocar una caída de 4.900 millones de euros en la producción de la economía madrileña, que puede hacer descender al PIB de Madrid en 2.157 millones de euros —9 décimas de PIB—, por efecto directo e indirecto, con una pérdida de entre 40.000 y 45.000 puestos de trabajo a lo largo de toda la economía madrileña. Ése será el legado de Carmena: suciedad, atascos, contaminación, prohibiciones y destrucción del tejido comercial y del empleo.