De Cardiff a la eternidad

De Cardiff a la eternidad

El Madrid vuelve a tirar abajo la puerta de la eternidad. Como antes, como ahora, igual que siempre. Ya son 12 finales ganadas de 15 disputadas. Tres Champions en cuatro años. La mejor racha europea de cualquier club en las últimas cuatro décadas. Este conjunto de récord Guinness agota el diccionario de adjetivos. Vence incluso al tedio de ganar siempre para seguir agrandando su historia. Una hazaña coral, que es sinónimo de fútbol superlativo. El equipo por encima del individualismo. Todos protagonistas de una gesta sin precedentes: ganar dos Champions consecutivas. De Zidane a Kiko Casilla. De Florentino Pérez a Herrerín. De Concha Espina a Valdebebas. Del recuerdo de Santiago Bernabéu a su legado en la actualidad. Un club donde la excelencia siempre es una exuberante novedad que no entiende de conformismo ni de costumbre, aunque ésta última suela tener asiento en la victoria.

El Madrid ha vuelto a demostrar la máxima que lo ha acompañado en sus más de 115 años de existencia: las finales no se juegan, se ganan. Matiz que diferencia a grandísimos equipos como la Juventus del mejor conjunto de todos los tiempos. Una noche como resumen de toda la temporada. El foco de la escena alumbra a Zinedine Zidane, quien ha repetido en Cardiff la volea de Glasgow. Esta vez no ha sido en un escorzo imposible y con su pierna izquierda, sino sentado en el banquillo y con la pizarra entre las manos. Antes era un genio con los pies. Ahora, lo es con la cabeza. El planteamiento del francés ha provocado que un gran entrenador como Allegri se haya quedado sin respuesta en la segunda parte. Tras unos primeros 45 minutos complicados, Zidane hizo un alegato de su charla en el descanso. Después de la pausa, los transalpinos no pudieron contener el vendaval madridista. Cuando pitó Felix Brych, parecían preguntarse: “¿Qué ha sido eso?”.

Más allá de un conocimiento enciclopédico sobre el juego, Zidane tiene el mérito de ser un prestidigitador del vestuario. Su planificación de la temporada ha sido clave para que los jugadores pudieran llegar como esprínteres al final del maratón —ahí está ese titán rejuvenecido llamado Cristiano Ronaldo—. No sólo ha conseguido los dos títulos más importantes del año, además ha sabido conjugar los egos y ambiciones de una plantilla descomunal. Todos los jugadores pueden sentirse partícipes de los logros del equipo. Pocas veces en la historia del fútbol se ha visto una plantilla entera participar tanto y a tan buen nivel. El equipo español certifica en Reino Unido su segunda edad de oro tras reeditar el doblete Liga-Copa de Europa de 1958. Las seis Champions en color (1998, 2000, 2002, 2014, 2016 y 2017) reviven la época de aquellos pioneros que hicieron inmortal al club en la década de los 50 y los 60. Entonces reinaba Di Stéfano y el Madrid era, al igual que ahora, el mejor equipo posible. Un valor imponderable de la Marca España. El mejor club del siglo XX y de lo que va del XXI. Escudo y referencia para millones de personas que a lo largo de todo el mundo y en diferentes idiomas están gritando con fuerza: ¡Hala Madrid!

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