Los cangrejos del Ejército de Tierra

Los cangrejos del Ejército de Tierra

Hoy han concluido las XVI Jornadas de Corresponsales de Guerra que la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra, EGE, desde el Departamento de Operaciones y Misiones de Paz, imparten puntualmente cada año a los periodistas que deseen concurrir. Tras 5 días de intensísima actividad, la primera de las aplastantes certezas: ningún periodista de raza que vaya a viajar a una zona de conflicto debería hacerlo sin pasar por ellas. La segunda de ellas es que todo el tertulianismo infantilizado que habla del talante humanitario de politizadas organizaciones de dudosa intención y financiación, y que denuncia el “machismo” en las Fuerzas Armadas españolas, debería pasar 48 horas de integración con los hombres y mujeres de la 2ª Compañía de Infantería Mecanizada BIMZ I del Regimiento Asturias 31 en el Goloso que se juegan la vida a una carta en Letonia, Irak, Mali o Afganistán cuando sus contingentes acuden a esas zonas de operaciones, sacrificando a sus propias familias, para adiestrar y formar a las fuerzas armadas iraquíes en la lucha contra el estado islámico.

Hasta allí llegamos en el Chinook pilotado por la teniente coronel Margarita Pardo de Santayana, la mujer que asume la Jefatura de un Batallón de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, FAMET, y que llegó a alcanzar, entre otros muchos logros, ser jefe de operaciones en el despliegue de nuestro ejército en Afganistán en el año 2007. Después de conocerla, te queda claro que, las mujeres excelentes del ejército no sucumben a los lamentos vanales ni al soborno del matriarcado ideológico porque, en las Fuerzas Armadas simplemente no existen.

A pie de helicóptero nos esperaban de el Sargento Valle, el Capitán Pepe Rodríguez y todos sus hombres. “hombres” en el sentido antropológico y moral más amplio de la palabra, porque en aquellos 8 kilómetros de barro, bosque, y edificaciones improvisadas para el ensayo de intervenciones, no tienen cabida los chantajes melifluos y aberraciones idiomáticas de nuestros políticos para captar votos. El concepto de inclusión me lo explicó de forma explícita una soldado Patricia “Ellos son mis hermanos. Mi familia. Cuando uno se va a Irak y tiene miedo sólo está la persona. Nos debemos a España”. Con el mismo cariño y exaltación de lo esencial me hablaba de sus compañeros, horas después, un soldado de origen colombiano.

Después de un par de ejercicios, de subirnos con la ilusión de un niño a los blindados Pizarro, de cenar rancho en bandejas de aluminio servidas por nuestro ejército, y del briefing para una misión improvisaba y explicada por el Capitán que comenzaría a las 5:30 desde “Goloistán”, Patricia, como el resto de su batallón, pasó aquella noche al raso metida en una de las miles de las “marcas” que abrieron en aquel erial las ruedas tensoras de los carros de combate que, par descansar a turnos o hacer “imaginarias”, también usaban la maleza embarrada de una forma convencional.

Aquello me hizo sentir vergüenza cuando nos metimos en un dos carpas improvisadas con literas para dormir y usamos el par de retretes químicos que el Regimiento había habilitado especialmente para los 25 periodistas, porque habían levantado aquel campamento con techo estableciendo una zona para mujeres y otra para hombres como deferencia, mientras ellos dormían juntos en hoyos con hojas huellas de blindados de combate.

A 10 kilómetros de aquel campo, una parte demasiado importante de nuestra sociedad, aún no sabe para qué sirve o por qué existe nuestro ejército, o, peor aún, cree que las Fuerzas Armadas están para “provocar guerras” mientras su función principal es la de preservar la paz como elemento disuasorio y participar en casi una veintena de misiones humanitarias repartidas por toda Europa, Asia, África, y América Central y del Sur conscientes de que tras tres años de guerra quedan por delante veintisiete de postconflicto. En aquel Regimiento, en concreto, no en Irak, sino a 10 minutos en coche desde Madrid, la vida se concibe de otra manera y el ser humano recupera su identidad. El esfuerzo, el respeto, la honradez, la admiración mutua, y la solidaridad se reconcilian con su auténtico significado, significado que ha sido denostado a la categoría del exotismo y el folklore de un patrioterismo marginal por culpa de nuestros políticos mientras los “cangrejos” de este Regimiento de 350 años cuyas campañas se extienden por todo el mundo continúa cumpliendo su misión dónde y cuándo España le requiere manteniendo su compromiso con la Bandera que representa.

Gracias por hacernos sentir “Cangrejos”, por ayudarnos a no dar la espalda a nuestros enemigos, y por enseñarnos que, cuando nos agotamos, aún nos quedan muchas horas y muchos kilómetros para agotarnos de verdad.

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