Boris Johnson y la derecha española

Boris Johnson y la derecha española

Aunque en España seguimos enredados en el colapso institucional del sistema del 78, la noticia europea de los últimos días ha sido, sin duda, la histórica victoria del Partido Conservador en las elecciones del Reino Unido de la Gran Bretaña. Creo que vale la pena detenerse un poco en el asunto, y cómo puede dar luz sobre la situación política continental, y en particular española:

Los últimos años han estado marcados por una insatisfacción generalizada en el mundo. Los ciudadanos a quienes las transformaciones derivadas de la globalización o de la revolución tecnológica más perjudicaron, se han rebelado de diferentes maneras. Ello se ha traducido en algunos países en la defensa de la patria por parte de los que no son lo bastante ricos como para permitirse no tener una (por usar la frase deslizada por Santiago Abascal en el debate electoral). Dicho neo-patriotismo, al gozar de un importante apoyo entre las clases obreras, se ha convertido en todas partes en un canal de transferencia de voto de la izquierda a la derecha.

En la mayoría de los países del mundo, la recomposición del espacio político en atención a estos nuevos componentes de insatisfacción, ha venido marcado por la incapacidad de los partidos clásicos para acoger las nuevas exigencias, y por el surgimiento inesperado de nuevos partidos generalmente desacreditados por la casta política precedente. Sin embargo, en el ámbito anglosajón (y tal vez gracias a sus sistemas electorales mayoritarios), el surgimiento de nuevos partidos ha sido casi nulo, o meramente circunstancial (como el rol jugado por el UKIP o el Brexit Party en las elecciones europeas). Ese frenazo de las nuevas fuerzas ha ido acompañado de una importante capacidad de las fuerzas clásicas para reubicarse en los nuevos vectores políticos.

Lo ocurrido en el Reino Unido es toda una lección que la derecha (y la izquierda, pese al fracaso laborista) continental y española deberían aprender: la única forma de mantener partidos predominantes fuertes es conseguir adaptarlos a las nuevas exigencias, como han logrado el Partido Republicano de USA y el Partido Conservador del Reino Unido.

Estos días me decía un amigo estudioso del mundo anglosajón que el éxito de Boris (en origen un moderado) se ha debido a su “giro poligonero” (es decir, capacidad de hacer una derecha del gusto de los obreros nacionales y patriotas indignados). Las derechas españolas tienen en el “giro poligonero” una asignatura pendiente. Por no estudiarla bien, el PP ha sido incapaz de mantener su papel en la derecha, y en Vox no es un asunto clarísimo pese a la última campaña, siendo muy fuerte la herencia conservadora burguesa clásica. Boris Johnson ha demostrado que se puede tener orígenes moderados y altobugueses, y ser capaz de adaptarse a los nuevos marcos. Incluso aunque ello haya supuesto una ruptura con el marco institucional previo. A la derecha española le iría bastante mejor si aprendiese ese camino, sacudiéndose sus miedos a transgredir el consenso progre, el marco institucional autonómico, la dependencia servil de la UE y otras ataduras que gangrenan a los partidos clásicos en un nuevo contexto. Mientras ese camino lo recorra solo una fuerza nueva, la derecha española estará dividida. Si el partido clásico fuese capaz de reformarse con los tiempos, como los conservadores británicos, otro gallo cantaría.

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