Boadella y Zoido agravan el mal de Flandes
Al fin las nieves nos trajeron tres noticias buenas. 1- Albert Boadella se nombra presidente de Tabarnia y, estirando su fabuloso talento, se atreve a brindar una butifarra a todos los golpistas. 2- Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil cobrarán lo mismo que los Mossos d´Esquadra, tras su firme actuación el 21-O, cuando Cataluña fue intervenida. 3- La confirmación de que Carles Puigdemont está kapput, averiado, sin posibilidad alguna de arreglo, pues el mal de Flandes ha invadido sus neuronas.
Hacía tiempo que tres buenas nuevas, tan justas como esperadas, no bendecían nuestra convivencia. Con ellas se honra a los cuerpos que velan por la seguridad de los españoles y se pone en solfa a aquellos mossos traidores que hoy son legales gracias a la determinación del ministro Zoido. También se rescata para luchar contra la gran farsa del separatismo a un intelectual con la talla de Boadella, cuyo humor hará añicos a la fregona Puigdemont. Con el empuje de ambos, ese zumbaó de Bruselas tiene los mejillones contados.
No hay mejor mezcla que el rigor y la sátira para deshacerse de un soplapitos del calibre de Puigdemont. Entre la solidez de Zoido y el cachondeo de Boadella se logra la fórmula perfecta para mandar a la mierda a un mal nacido que odia a España desde que vino al mundo. Tan alterado anda el roto cerebro del ex presidente de Cataluña a la fuga, que todavía cree que puede volver ser investido presidente a través de una imagen suya enviada desde un dron. Este tipo, fuera de sus cabales, mendiga múltiples cuidados médicos.
Un cuadro psiquiátrico como el que hoy en día presenta la fregona Puigdemont no puede presidir el Parlamento de Cataluña. Menos aún si el desdichado, además, padece el mal de Flandes, nostalgia que enturbia el alma y lleva a desconfiar de sus semejantes. Dicho mal, parejo al de la esquizofrenia, carece de remiendo.