Bajando el telón de 2016
Fin de año, inicio de año. ¡Adiós 2016! ¡Bienvenido 2017! Se va un año en el que los datos macroeconómicos han mejorado ostensiblemente, en ese bienio 2015-2016 que ha servido para hablar de recuperación. Más o menos, aunque con sus sombras, se ha dado. Llega un año en el que las cábalas están a la orden del día, los interrogantes acechan y el futuro se otea con tinieblas. Claro que lo vemos en ese cruce de años, cuando uno se despide y el otro arriba a nuestras vidas. Si nos ceñimos a tics positivistas en términos económicos, 2016 ha confirmado el vigor de nuestro crecimiento, ratificando la senda de 2015 por encima del 3% del Producto Interior Bruto. Eso, traducido a términos monetarios, significa hablar de un PIB de 1,1 billones de euros que, de confirmarse, hablaríamos de que nuestra potencia económica se encuentra a un nivel similar al alcanzado en el año 2008, el año precrisis para algunos y de estallido de la crisis para otros.
En ese empuje económico han influido los vientos de cola con el precio del petróleo bajo, la generosa política monetaria del Banco Central Europeo que prosigue con expansión cuantitativa durante todo 2017, ciertos impulsos fiscales – al menos hasta octubre de 2016 cuando el Gobierno ha empezado a disparar tributariamente a discreción sobre toda empresa que se le ponga por delante – y, cómo no, un ciclo económico que enfila su etapa de recuperación. Aun cuando los vientos de cola amainan en la segunda parte del año 2016, la economía española ya se mueve aunque sea por inercia. El tipo de cambio del euro, que está buscando esa paridad entre nuestra moneda y el dólar, fruto sobre todo de la laxa política monetaria del Banco Central Europeo, favorece las exportaciones españolas muy trabajadas en los últimos años a causa de la contracción del mercado interior. La depreciación del euro actúa como baza muy efectiva para nuestros exportadores y, en especial, para las empresas españolas que van en pos de la internacionalización de nuestra economía dirigiéndose hacia mercados foráneos, alejados del ámbito de la Zona Euro.
En buena manera, un euro barato ayuda también a nuestro sector turístico para atraer a España visitantes de fuera de la Zona Euro. Que el turismo es un gran invento queda corroborado cuando se barajan cifras de unos 75 millones de visitantes en España a lo largo de 2016 gracias a la conjunción de una serie de factores externos, destacando la conflictividad en la cuenca del Mediterráneo, con la Europa meridional oscurecida, con Turquía en situación de alerta y con el norte de África inestable, y la seria apuesta de nuestros hoteleros y hosteleros por aprovecharse de ese “turismo prestado” en aras de fidelizarlo y cautivarlo. El consumo privado, con precios moderados y el Índice de Precios al Consumo (IPC) ajustado, está siendo un indiscutible motor económico.
Las ventas de automóviles, facturando nuestros concesionarios 35.000 millones de euros en 2016, se han animado al igual que las transacciones inmobiliarias si bien en el repunte de éstas no debe perderse de vista el trasvase de dinero desde depósitos bancarios muy poco remuneradores por las circunstancias adversas que se dan en el contexto de los tipos de interés hasta la inversión en inmuebles, cuyos precios van rebotando. También mejora el índice general del comercio minorista en el 0,5% entre noviembre y octubre, al igual que la cifra de negocios empresarial, con una tasa anual de 3,4%. En fin, de momento se despide 2016 con más o menos esperanzas, se recibe al jovencísimo año 2017 con algo de optimismo y confiemos en que Dios reparta suerte para tirar hacia delante con brío. Así que mis mejores deseos para los amables lectores cara al nuevo año.