Asociación de golpistas parlamentarios

Cuando das tantos golpes de Estado a la democracia, uno más no se nota. Es lo que deben pensar en Moncloa, observadores del hastío con el que muchos españoles asumen que la salida al sanchismo es un socialismo edulcorado, esto es, un socialismo que violente menos las libertades y robe con conciencia social. En ese error llevamos la penitencia y nos conformamos con llegar al día siguiente sin que el sobresalto de rigor afecte a la cartilla. Nos quedamos poco a poco sin nación cuando permitimos que los pilares sobre los que se asienta se destrocen con la constancia de un martillo pilón. Así, vemos cada felonía como un capítulo más y no reparamos en la gravedad de las mismas por separado. En España, que no sabemos mucha historia, todavía hay quienes justifican cualquier atropello del poder, ignorantes de lo que el pasado nos cuenta a poco que leamos: la libertad muere cuando el socialismo triunfa.
El golpe de Estado que el PSOE está perpetrando contra la democracia -insistamos en la redundancia-, viene motivado en la idea de conferir al Congreso, es decir, al cortijo privado donde Sánchez y sus socios antidemocráticos pervierten la legitimidad nacional, la potestad de decidir qué medios deben preguntar y cuáles no, y expulsar a periodistas que no ejerzan como la agrupación de palmeros parlamentarios que secundan la iniciativa, esto es, de activistas del régimen. Si sale adelante tan liberticida norma, ningún profesional de la información podrá incomodar al Gobierno, pues se arriesgará a que su acreditación sea retirada y su presencia física, considerada non grata en las Cortes. Si eso no es propio de una dictadura, se le parece.
Que Sánchez y el PSOE saquen la patita antidemocrática es normal, pues lo llevan adentro, en su historia y sangre, sobre todo sangre, pero uno espera de los periodistas que cubren la información del Congreso que se rebelen contra el manual de portavoz chusquero que Patxi Nadie y asociados representan con cada comparecencia pública. Sin embargo, no sólo le acompañan en su deriva totalitaria, cual corderitos bien amamantados, sino que se suman a la felonía. La asociación de periodistas pedretes está satisfecha con la nueva propuesta que ha sacado su partido, el PSOE, porque así ya nadie podrá ridiculizarles haciendo lo que ellos, en plena dejación de funciones, no hacen.
Intento con este artículo presentar una defensa de la libertad de expresión, la prensa independiente y la fiscalización y vigilancia del poder, labores que deben enseñarse en las facultades de Periodismo y en las redacciones de los medios y que hoy brillan por su ausencia, con honrosas y cada vez menos excepciones. A los medios dopados económicamente por el Gobierno les molesta que los ciudadanos observen su proceder y por ello, se suman a la cacicada de Patxi Nadie, que actúa en el atril y en los pasillos con ese tufillo macarra con el que se comportaban sus ahora amigos de Bildu en las herriko tabernas donde se conspiraba para asesinar a compañeros suyos del PSOE.
Ya que Sánchez considera el Parlamento su cortijo particular, Ábalos, su prostíbulo personal, Armengol, su corruptela presidencial y Bolaños, su campo de bulos perpetuo, harían bien PP y Vox en no volver a acudir a las salas de prensa si la iniciativa totalitaria sale adelante. A Sánchez sólo le falta incendiar el Congreso para justificar su último y definitivo golpe de Estado, que será el asalto final a la democracia tal y como la conocemos.
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