Asfixia fiscal en España, según la UE

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Tampoco hacía falta que lo dijera la Comisión Europea en su último informe sobre tributación: el nivel impositivo en España (el país donde más ha subido la presión fiscal) alcanza cotas insostenibles para las clases medias.

Es algo que se oye decir en todos los estadios de la vida española. Una queja generalizada sobre el elevado grado de impuestos que hace peligrar el nivel de vida de los ciudadanos, por un lado, y por otro, pone coto al desarrollo y el crecimiento económico. Esa queja se ha podido oír estos días de canícula veraniega en diversos foros de prestigio y singularidad económica. Con un gasto público insoportable que tiene como corolario una deuda general cada día más colosal, el Gobierno socialcomunista no ha encontrado otra vía para chapotear en sus privilegios que sabotear el bolsillo de los contribuyentes, utilizando para ello diversos artilugios falsamente progresistas.

Ahora ha venido la Comisión Europea ha decir que ha sido en España donde más han crecido los impuestos, dejando al Gobierno mirando a Coria. Tres puntos del PIB representa esa presión fiscal entre los años que van desde el 2019 al 2022. Y al mismo tiempo subraya que con esas tasas impositivas resulta imposible otear el horizonte con ninguna esperanza económica.

El Gobierno Sánchez tiene dos problemas. El primero es que resulta imposible elevar más los niveles impositivos en ningún sector; el segundo, que ha demostrado una incapacidad absoluta para controlar sus gastos superfluos, generados en lo corriente, en especial aquello que hace referencia a su propia vida bokassiana. Viven por encima de lo que les corresponde y de sus posibles.

Sánchez es el primer ministro europeo que estila más gasto generalizado en su propia persona. Se conduce como un pequeño sátrapa en sus viajes dentro y fuera de España, en un mal ejemplo para el resto de una administración descomunal y elefantiásica. Cinco administraciones caras, inútiles y obsoletas. Ese Gobierno que se dice «progresista» ha demostrado más interés por mantener sus propios privilegios que por acotar las necesidades básicas de millones de ciudadanos. Cada día, como le ha recordado Feijóo, Sánchez deja un nuevo agujero de 200 millones entre el gasto y los ingresos. E ingresar más ya no es posible.

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