Alarmante deterioro ‘in crescendo’ de la clase política
Es uno de los temas socorridos entre la gente leída e informada de este país que todavía llamamos España. Los más antiguos del lugar se hacen cruces del continente y contenido de algunos de los actuales mandamases que dicen estar al frente de los destinos de la nación.
Generalmente, aunque no siempre, en las grandes potencias democráticas -que son también y por ello grandes potencias económicas del mundo- se llega a la política, en eso que hemos convenido en llamar “servicio público”, una vez demostrada capacidad, honradez y determinación en la sociedad civil en muchas de sus áreas. Esto fue grosso modo así durante las cuatro décadas últimas de la vida española.
Sin embargo, este asunto que resulta capital, ha ido degradándose de forma alarmante en los tres últimos lustros. Se incorporaron a puestos de gran responsabilidad gentes que habían transitado por la sociedad sin lustre alguno, sin pericia, sin conocimientos, sin sentido de la responsabilidad; impulsadas únicamente por ideologías superadas por la propia Historia. Aprovecharon, eso sí, los fallos y errores del sistema liberal democrático para hacerse con huecos importantes y apoyándose en sectores golpeados por las sucesivas crisis ponerles cebos que en su desesperación no tuvieron más remedio que engullir.
Hay muchos casos con nombres y apellidos que podían tabular en este post. Desde miembros del Consejo de Ministros sin tarjeta de golpes alguna (Montero, Garzón, etc…) que cuando observas sus comportamientos se puede colegir que no saben lo que realmente se traen entre manos. Hay, sin embargo, una persona que diariamente me concede la posibilidad de reafirmarme en lo que escribo. No es otra que la alcaldesa de Barcelona, que llegó al poder municipal de la segunda ciudad del país sobre la base de subirse a la chepa de los desahuciados y de prometer lo que nunca podía dar: vivienda gratis para todos aquellos que pasan por malas circunstancias. Una golondrina no hace primavera. En el vasto aparato del Estado hay muchísimos organismos claves para la gobernabilidad del país: Correos, Renfe, RTVE, Paradores, etc… Al mando se ha puesto a personas que obedecen a la disciplina del partido o a la decisión cesarista del presidente del Gobierno o algunos de sus ministros. Esto resulta letal para los intereses generales.
La cuestión no afecta sólo a la izquierda y la izquierdona. También golpea a la derecha y la derechona. Ejemplos, a puñados.
El progresismo es, básicamente, ejercitarse en la cultura del mérito. El resto, filfa.