Ábalos decide apuntillar a Sánchez

Se lo habíamos pedido encarecidamente a José Luis Ábalos desde el momento mismo en que empezó a descubrirse ese inmenso pastel podrido: devuelve a los españoles lo mucho que ellos te han dado. ¿Cómo? Contando la verdad de una «organización criminal» que se había conjurado desde el poder para robar a los españoles, sacarles los ojos y mearse dentro.

Ha tenido que ver la luz toda la indignidad que ya conocemos (¡y lo que resta!) para que el hombre que fuera clave en el ascenso al poder de Pedro Sánchez dé señales de estar dispuesto a colaborar con la justicia y de ese modo que aflore todo el pus acumulado por la «organización criminal» de la que él ha formado parte. Sus últimas declaraciones así lo atestiguan. Si albergaba alguna esperanza acerca de que el silencio fuera pasaporte para irse de rositas, la misma se ha desvanecido, entre otras razones, porque Sánchez es ya un juguete roto movido por todos los vientos. Del “trio de peugeot” que acompañó a Pedro por los pueblos de España, Ábalos, mucho más que Cerdán, es el utillero que puede ejercitar el descabello en el cerebelo sanchista. Porque fue su ministro estrella y el comisario regio («o rey Sánchez») para domeñar las huestes socialistas.

Ábalos es persona inteligente a la vez que un campeón entre los puteros. Y como persona inteligente se ha percatado ya que sólo la fiscalía puede echarle una mano en sus actuales circunstancias y moderar los posibles castigos penales que le esperan en lontananza.

¿Qué trato de decir? Que, desechado ya cualquier pacto con el todavía jefe de Gobierno, el único acuerdo posible pasa por cantar con acento levantino la traviata ante los responsables del Ministerio Público en sede de la Fiscalía Anticorrupción.

A partir de ahí, todo el sanchismo caerá a plomo atravesado por una de esas bombas de tanta actualidad conocidas como GBU-57.