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Mucha gente las odia pero las avispas podrían tener el secreto de la eterna juventud, según un estudio

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Avispa. Foto: Freepik
  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

La ciencia lleva décadas intentando descifrar los misterios del envejecimiento, considerado un proceso inevitable marcado en nuestro ADN. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y liderado por investigadores de la Universidad de Leicester, informa sobre cómo las avispas podrían ayudar a comprender cómo ralentizar el desgaste biológico.

El hallazgo, además de ampliar el conocimiento sobre la longevidad animal, sugiere nuevas vías para desarrollar terapias que prolonguen la salud humana.

Avispas joya: los insectos que podrían esconder el secreto de la longevidad

El trabajo se centró en las avispas joya (Nasonia vitripennis), pequeños insectos de brillo metálico que poseen un sistema de metilación del ADN muy similar al de los humanos, a diferencia de otros modelos animales como la mosca de la fruta o los nematodos. Esta característica las convierte en un modelo único para el estudio del envejecimiento.

Los investigadores descubrieron que, bajo ciertas condiciones ambientales, las larvas pueden entrar en un estado de pausa en su desarrollo llamado diapausa. Este mecanismo, inducido cuando las madres son expuestas a frío y oscuridad, prolonga su vida adulta en aproximadamente un tercio y reduce el ritmo de envejecimiento molecular en cerca del 30%.

En palabras del profesor Eamonn Mallon, autor principal del estudio, es como si las avispas que detienen su desarrollo temprano «regresaran con tiempo extra en el banco», según informa Earth.com.

Cómo la diapausa detiene el reloj biológico y retrasa el envejecimiento

El envejecimiento biológico se mide en gran parte a través de marcas químicas llamadas grupos metilo, que forman lo que se conoce como «reloj epigenético». El equipo dirigido por la doctoranda Erin Foley se planteó si la ralentización del desarrollo afectaría también a este reloj.

Para comprobarlo, sometieron a las avispas a condiciones de frío antes de la puesta de huevos, lo que activó la diapausa en las larvas. Posteriormente, al analizar su longevidad y su edad biológica, encontraron que las avispas que habían pasado por esa pausa vivían un 33% más y envejecían un 29% más despacio que las de control.

El hallazgo demostró que no se trataba sólo de un retraso en el desarrollo, sino de una desaceleración real del proceso de envejecimiento.

Implicaciones del estudio de las avispas en la salud y longevidad humana

El estudio también reveló que este fenómeno activa rutas genéticas vinculadas a la señalización de la insulina y al metabolismo de nutrientes. Estas mismas vías moleculares son fundamentales en la biología del envejecimiento humano y están en la mira de fármacos como la metformina o la rapamicina.

Lo más sorprendente es que los beneficios en las avispas persisten incluso después de retomar su vida normal. Esto se asemeja a cómo factores ambientales tempranos en humanos pueden influir en la salud décadas más tarde.

Aunque este descubrimiento no implica que los humanos puedan recurrir a la diapausa para vivir más de un siglo, sí refuerza la idea de que el envejecimiento es un proceso plástico y modulable. Los investigadores ya proyectan comparar estos patrones con los efectos de la restricción calórica o de terapias farmacológicas en mamíferos.

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