El mayor bosque de secuoyas de Europa está en Cantabria: hay 800 árboles y un recorrido accesible para todos

Toparse con un bosque de secuoyas es algo bastante raro en el contexto ibérico. Este tipo de árboles, originarios del Pacífico estadounidense, se desarrolla habitualmente en condiciones muy diferentes a las que ofrece el clima cantábrico. Sin embargo, un grupo de ejemplares crece desde hace décadas en un rincón concreto del norte de España.
Su implantación no respondió a un criterio estético ni a un proyecto turístico. Fue la política forestal del siglo XX la que impulsó la plantación de especies de crecimiento rápido, entre ellas la secuoya roja. Con el tiempo, este conjunto pasó a convertirse en un espacio singular dentro de la red natural cántabra.
¿Cuál es el mayor bosque de secuoyas de Europa y en qué zona de Cantabria se encuentra?
El bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal se encuentra en el Monte Corona, un entorno forestal situado entre los municipios de Udías, Comillas, Valdáliga y la zona conocida como Monte Cabezón.
Fue declarado Monumento Natural en 2003 por el Gobierno de Cantabria, lo que garantizó su protección dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos.
Se trata de una plantación de unas 2,5 hectáreas en las que crecen aproximadamente 850 ejemplares de Sequoia sempervirens. La altura media de estos árboles alcanza los 40 metros y el perímetro de sus troncos ronda los dos metros.
Pese a sus dimensiones, se consideran ejemplares jóvenes, ya que la especie puede superar los mil años de vida y crecer hasta 115 metros en condiciones favorables.
Un bosque fruto de la repoblación forestal
La historia de este espacio se remonta a los años 40 del siglo XX. En plena autarquía, el Estado buscaba reducir la dependencia de importaciones de madera y experimentó con diferentes especies en los montes cántabros.
El Monte Corona fue uno de los lugares elegidos, y allí se plantaron eucaliptos, pinos radiata, robles americanos, abetos de Douglas y, de manera experimental, secuoyas rojas.
Aunque el objetivo inicial era industrial, la explotación nunca se llevó a cabo. Los ejemplares sobrevivieron al paso de las décadas y hoy representan un testimonio vivo de aquella política forestal. El resultado es el mayor bosque de secuoyas existente en Europa.
Cómo es el bosque de secuoyas cantábrico y su recorrido
El bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal dispone de una red de senderos que facilita la visita. El itinerario principal, de unos dos kilómetros, discurre por un terreno mullido gracias a las hojas caídas de los árboles y se completa en menos de una hora.
El acceso comienza por una pasarela de madera que introduce en el corazón del bosque. Desde allí, los visitantes pueden elegir entre el camino circular o algunos senderos secundarios que se adentran en las zonas más densas.
El recorrido está adaptado para personas con movilidad reducida y cuenta con un mirador, zona de merendero y aparcamiento cercano. Incluso se han instalado sillones-tumbona de madera donde los visitantes pueden descansar un rato contemplando la majestuosidad de las secuoyas con la vista hacia el cielo.
Todo lo que hay que saber sobre la especie Sequoia sempervirens
La Sequoia sempervirens es originaria de la costa del Pacífico en Estados Unidos, especialmente en California y Oregón. Puede alcanzar hasta 115 metros de altura y vivir más de un milenio.
Una de sus particularidades es la resistencia natural al fuego: los incendios eliminan la competencia vegetal, enriquecen el suelo y favorecen su reproducción.
En Europa, la especie se introdujo en 1843, principalmente como árbol ornamental en jardines y parques.
En España se pueden encontrar ejemplares aislados en lugares como La Granja de San Ildefonso (Segovia) o Huéscar (Granada), pero ninguno con la extensión del bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal.
Qué ver en el entorno del bosque
Por último, el Monte Corona ofrece además una notable diversidad forestal, con robles, hayas, acebos y especies menores como sauces o avellanos. La fauna incluye corzos, zorros, venados y numerosas aves.
Desde las ermitas de San Antonio y San Esteban se obtiene una panorámica amplia del Parque Natural de Oyambre y de toda la zona.
La cercanía de localidades como Cabezón de la Sal, Comillas o San Vicente de la Barquera amplía la oferta cultural y gastronómica. Estos enclaves permiten combinar la visita al bosque de secuoyas con otros atractivos de Cantabria, como el Capricho de Gaudí o las cuevas de arte rupestre de Puente Viesgo.