El invasor que preocupa a los científicos: el jabalí europeo está alterando suelos y destruyendo ecosistemas
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Desde hace poco más de dos décadas, el jabalí europeo (Sus scrofa) se ha consolidado como una de las especies exóticas invasoras más problemáticas de la Patagonia argentina y chilena. Introducido originalmente con fines cinegéticos y productivos, este mamífero de gran tamaño encontró en los bosques andino-patagónicos las mejores condiciones para su expansión: abundancia de alimento, climas fríos similares a su hábitat original y, sobre todo, la ausencia de grandes predadores naturales.
En este contexto, el avance del jabalí representa una amenaza directa y profunda para la integridad ecológica de los bosques nativos australes. Su impacto sobre los suelos, la regeneración natural y los proyectos de restauración forestal podría comprometer procesos ecológicos que tardaron siglos en establecerse.
La expansión del jabalí europeo
Una de las principales características de este animal es su increíble capacidad de adaptación y reproducción. Las hembras pueden parir dos camadas por año, con entre cuatro y ocho crías cada una, y alcanzan la madurez sexual a edades tempranas.
En la Patagonia, la expansión del jabalí europeo ha sido especialmente rápida desde principios de siglo. Registros de organismos provinciales, Parques Nacionales e institutos de investigación como el INTA y el CIEFAP indican que las densidades actuales superan ampliamente las estimadas hace apenas una década. Áreas protegidas como Los Alerces, Nahuel Huapi, Lanín y Tierra del Fuego son algunas de las más perjudicadas.
Evidencias científicas
Un estudio del Departamento de Protección Forestal y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad de Brno (República Checa), publicado en la revista Human-Wildlife Interactions, analizó el impacto del jabalí en bosques templados de Europa central. En 2019, los jabalíes destruyeron el 4,49 % de las 180 millones de plántulas forestales; algunas parcelas alcanzaron hasta un 80% de daño.
En la Patagonia, datos recopilados por Parques Nacionales y el INTA muestran que, en zonas de reforestación o regeneración postincendio, las tasas de destrucción de renovales superan con frecuencia el 70 % durante los primeros tres años tras la plantación. Esto afecta directamente a especies emblemáticas como la lenga (Nothofagus pumilio), el ñire (Nothofagus antarctica), el coihue (Nothofagus dombeyi) y el ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis).
Alteraciones profundas en el suelo
En su búsqueda de alimento, el jabalí europeo remueve la capa superficial mediante el hozado, un comportamiento que puede compararse con una arada mecánica en profundidad.
Esta actividad rompe la costra orgánica del suelo y acelera los procesos de erosión, especialmente en pendientes cordilleranas. En regiones andino-patagónicas, donde predominan suelos volcánicos ricos en ceniza y pumicita, la pérdida de la capa superior tiene consecuencias particularmente graves. Estudios realizados por el CIEFAP han documentado disminuciones de hasta un 40 % en la capacidad de infiltración de agua en parcelas con alta densidad de jabalíes.
A largo plazo, estos cambios alteran la estructura del suelo y su microbiota, comprometiendo procesos esenciales como la descomposición de materia orgánica, el ciclado de nutrientes y el establecimiento de nuevas plántulas.
Renovales en riesgo y bosques que no se regeneran
La regeneración natural es un proceso clave para la resiliencia de los bosques patagónicos. Sin embargo, los renovales jóvenes (sobre todo los de menos de 50 centímetros de altura) son extremadamente vulnerables a la acción del jabalí.
Estos animales no sólo arrancan plántulas al hozar, sino que también se alimentan de buena parte de las semillas caídas durante el invierno. En especies como la lenga y el ñire, cuya regeneración depende en gran medida de pulsos de semillación, esta presión adicional puede resultar devastadora.
Los investigadores europeos son claros al respecto: «Actualmente, no conocemos ningún método de protección 100 % eficaz contra este daño». La única estrategia con resultados comprobados es la reducción drástica y sostenida de las poblaciones, combinando caza profesional, trampeo masivo y monitoreo continuo mediante cámaras trampa y relevamientos de campo.
Medidas de control en la Unión Europea
En la misma línea, Unión Europea enfrenta desde hace años una problemática asociada al aumento sostenido de las poblaciones de jabalí silvestre (Sus scrofa), dando lugar a consecuencias que afectan a todos los ámbitos de la sociedad: transmisión de enfermedades animales de alto impacto como la Peste Porcina Africana (PPA), accidentes de tráfico, daños a cultivos agrícolas y una invasión progresiva de áreas urbanas y periurbanas.
Desde 2014, numerosos países de la UE han registrado focos de PPA tanto en cerdos domésticos como en jabalíes, con una clara correlación entre la presencia del virus y descensos locales de densidad poblacional. La estrategia de la UE incluye las siguientes medidas: vigilancia pasiva y activa, búsqueda y eliminación de cadáveres, caza selectiva, trampeo, vallados, estricta bioseguridad durante la caza y un fuerte control del factor humano, especialmente en la gestión de residuos y la concienciación social.
El Reglamento de Ejecución (UE) 2021/605 establece la obligatoriedad de Planes de Acción Nacionales, con un enfoque multisectorial que involucra autoridades sanitarias, ambientales, cazadores, agricultores, científicos y sociedad civil. España ha sido pionera en este ámbito, con el objetivo de reducir la población de jabalíes y minimizar el riesgo sanitario a medio y largo plazo.