El mal olor de las mofetas
¿Qué hay de cierto en las leyendas sobre las mofetas y el mal olor que desprenden? El mal olor de las mofetas tiene una explicación, y aquí te contamos un poco más.
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Si un día alguien celebrar un ‘concurso de malos olores’, las mofetas se quedarían con el primer lugar. Sin embargo, tampoco son los únicos animales malolientes. De hecho, en esa lista van incluidos los seres humanos, más allá de que la industria de los cosméticos ha conseguido con éxito mantener al homo sapiens con una mejor presencia y sin malos olores.
Las mofetas, también conocidas como zorrillos o mapurites, son pequeños mamíferos que habitan mayoritariamente en América y el en sudeste asiático. Aunque han conseguido extenderse en menor número a otras regiones del planeta.
A primera vista resultan simpáticos y hasta adorables, pero solo a los ojos humanos. Muchos de sus posibles depredadores son capaces de entender que, bajo su llamativo diseño de ‘peluche’ negro con franjas o manchas blancas, se oculta un sistema de defensa sumamente eficaz.
Precisión y mal olor
Las mofetas deben hacer frente a atacantes mucho más grandes. Desde lobos hasta osos. Pero el ‘arma secreta’ que llevan bajo su cola les permite sobrevivir al mundo salvaje con relativo éxito.
Cada vez que se sienten amenazadas o cuando están atrapadas, ‘disparan’ desde sus glándulas anales un chorro fétido compuesto por tioles sulfúricos. Se trata de una mezcla que contiene un átomo de azufre y que también es responsable de las lágrimas que sueltan algunas personas cuando cortan una cebolla cruda.
El chorro que segregan alcanza distancias hasta de cuatro metros. Aunque lo realmente impresionante es la precisión: en casi la totalidad de las situaciones el chorro va directo al rostro de sus acosadores, quienes quedan confundidos e incapaces de reaccionar rápidamente. Un momento que aprovechan para huir a toda velocidad.
Marcados y humillados
El hedor de las mofetas no solo es desagradable, sino que eliminarlo es una tarea sumamente complicada. Si no se hace nada al respecto, el aroma puede tardar varios meses en desaparecer. Pero incluso tomando medidas rápidas la situación puede prolongarse hasta por dos semanas.
El bicarbonato de sodio en combinación con agua oxigenada y jabón líquido es una buena opción. Además, esta solución puede aplicarse sobre cualquier tipo de material, en las mascotas o en la piel de personas que hayan sido blanco del ‘sistema de defensa’.
Mitos y leyendas en torno a las mofetas
Es tal el terror que el aroma de estos pequeños mamíferos genera, que los mitos y las leyendas forman parte de su historia como especie. Muchos creen que se la pasan ‘disparando’ indiscriminadamente o que el líquido apestoso es infinito. La creencia más extendida es que producen ceguera. Pero más allá de cierta irritación ocular, ningún ojo sufrirá daños de consideración, y mucho menos permanentes.