Esto es lo que sienten los perros cuando usan su olfato, según un estudio


El olfato en los perros no es sólo un sentido más, sino su ventana principal al mundo. Mientras que los humanos nos guiamos principalmente por la vista, para los perros, es el olfato el que les permite interpretar su entorno. Con más de 300 millones de receptores olfativos, tienen una capacidad extraordinaria para oler, unas 10.000 veces superior a la nuestra. Esto les permite detectar olores en cantidades mínimas, lo que explica su valioso papel en la búsqueda de personas, la detección de sustancias peligrosas o incluso en la medicina, ayudando a detectar enfermedades en las personas.
Sin embargo, hasta hace poco no sabíamos exactamente qué sienten los perros cuando utilizan su sentido del olfato. ¿Qué pasa en su cerebro cuando huelen algo? ¿Cómo procesan esa información? ¿Hay un componente emocional en su percepción de los olores? Un estudio reciente, publicado en la revista Journal of Biophotonics en marzo de 2025, ha arrojado luz sobre la compleja relación entre los perros y su entorno olfativo.
El poder del olfato en los perros
Para muchos, el olfato es simplemente una forma de detectar olores, pero para los perros, este sentido va mucho más allá. La nariz de un perro puede captar incluso los olores más tenues, como 0,01 microlitros de gasolina, lo que les permite identificar sustancias de una forma que los seres humanos no podemos ni imaginar. Pero lo que es aún más fascinante es la forma en que su cerebro responde a esos olores.
El estudio realizado por Ilana Propp y su equipo ha introducido una tecnología innovadora que ha permitido explorar la respuesta cerebral. En lugar de utilizar métodos tradicionales, los científicos aplicaron un láser verde en áreas clave del cerebro de los perros mientras estaban expuestos a diferentes olores. Estas áreas incluyen el bulbo olfatorio, el hipocampo y la amígdala, que están relacionados con la detección de olores, la formación de recuerdos y la respuesta emocional, respectivamente.
Durante el experimento, los perros fueron expuestos a olores comunes como el alcohol, la marihuana, el mentol y el ajo. A medida que se liberaban los olores, el láser reflejaba patrones de luz únicos que indicaban la actividad cerebral en las distintas regiones. Luego, la inteligencia artificial analizó estos patrones para comprender cómo reaccionaban los cerebros de los perros a los diferentes estímulos olfativos.
Los resultados del estudio fueron reveladores. La amígdala, la región del cerebro encargada de procesar las emociones, mostró una respuesta destacada en presencia de los olores. Este hallazgo sugiere que el olfato en los perros no sólo desencadena respuestas sensoriales, sino también emocionales. Es decir, los perros no solo «huelen» los olores, sino que también los «sienten» a nivel emocional.
Esta conexión entre el olfato y las emociones no es exclusiva de los perros. En los seres humanos, por ejemplo, ciertos olores pueden evocar recuerdos y emociones intensas, como el aroma de una comida casera que nos transporta a la infancia. Sin embargo, hasta este estudio, se pensaba que los perros no experimentaban esa misma conexión emocional con los olores.
Comportamiento canino
Este hallazgo tiene importantes implicaciones tanto para el entrenamiento de perros como para la comprensión de su comportamiento. Si el olfato está tan fuertemente relacionado con las emociones, es posible que un perro asocie ciertos olores con experiencias emocionales pasadas.
Por ejemplo, si un perro huele un aroma relacionado con una experiencia negativa, como una visita al veterinario, su reacción podría ser diferente a la de un perro que huele lo mismo en un entorno positivo. Esta conexión entre emociones y olores puede influir en la manera en que los perros responden durante las sesiones de entrenamiento o en situaciones de detección.
Los investigadores sugieren que comprender cómo los perros procesan los olores de manera emocional podría facilitar el desarrollo de estrategias de entrenamiento más efectivas. Si logramos exponer a los perros a ciertos olores en ambientes positivos, esto podría ayudar a reforzar su aprendizaje y mejorar su rendimiento en tareas como la detección de sustancias o la asistencia a personas con discapacidades.
Tecnología
El estudio también abre la puerta a nuevas posibilidades tecnológicas. Si podemos mapear la respuesta cerebral de los perros a los olores en tiempo real, sería posible crear dispositivos portátiles que «traduzcan» las reacciones de los perros a su entorno olfativo sin interferir en su comportamiento.
Esto podría conducir al desarrollo de equipos móviles que permitan monitorear la actividad cerebral de los perros mientras interactúan con su entorno, lo que ofrecería una visión aún más detallada de cómo experimentan los olores.
En definitiva, el estudio sobre el olfato de los perros revela que estos animales no sólo detectan olores, sino que también experimentan una profunda conexión emocional con ellos. El avance tecnológico utilizado en este estudio, que combina láseres y inteligencia artificial, abre nuevas posibilidades para el entrenamiento de perros y la creación de dispositivos que ayuden a interpretar el mundo olfativo canino.