Degusta Aragón: productos singulares, denominación de origen y una gastronomía que sorprenderá a tu paladar

El concepto del turismo ha evolucionado como lo ha hecho nuestra manera de viajar. Ahora buscamos mucho más que visitar un sitio, buscamos inmersión cultural, buscamos experiencias y, sobre todo, que nos sorprendan a través de los sentidos. En Aragón prometen sorprendernos, y no sólo a través de sus paisajes y sus mágicos pueblos, sino a través de su gastronomía.

Porque Aragón es producto, denominación de origen y, sobre todo, sabor. Un sabor único, resultado de años de historia y estudio, y que habla a través de las materias primas que crecen a la vera del Ebro, de los vinos puros y con garra que envejecen en sus bodegas centenarias, del aceite del Bajo Aragón, del azafrán que brota de las tierras del Jiloca y, sobre todo, de la tradición y la vanguardia que aúnan perfectamente las creaciones culinarias de los mejores chefs.

Si lo que buscas es sorprender a tu paladar, no lo dudes: la gastronomía es historia, es tradición y en Aragón, además, es todo un placer.

La huerta aragonesa

La huerta aragonesa es sinónimo de calidad, y creadora de productos únicos que sólo se encuentran entre sus límites. De entre todos, destaca la borraja, la reina de entre todas las verduras. Delicada, exquisita y milenaria (los primeros registros datan del S.II a.C) y que acompaña perfectamente cualquier plato. Mención aparte para el azafrán, el oro rojo de la tierra, y la trufa negra, de la que Aragón es el principal productor del mundo. Dos joyas gastronómicas de incalculable valor y capaces de elevar el gusto de cualquier receta hasta hacerla única.

El tomate seco de Caspe, secado al sol y de sabor concentrado hará las delicias de los amantes de la tierra, al igual que los boletus, trompetillas, níscalos, o setas de cardo propios del otoño aragonés, las singulares cebollas dulces DOP Fuentes de Ebro, los Espárragos de Navarra, de indicación geográfica protegida, o los melocotones de Calanda, naturales de Teruel y Zaragoza.

Productos únicos que hablan de Aragón

Si hablamos de Aragón, tenemos que hablar del jamón de Teruel. Un manjar incomparable, de sabor suave y delicado, resultado de unas condiciones ambientales muy concretas que sólo se dan en las zonas altas de la región y que proporcionan la curación perfecta a jamones y paletas.

Aunque si hablamos de bocados exquisitos, no podemos obviar las más de 130 variedades de queso de elaboración artesanal que se producen en la región. Los quesos de Alcañiz, Albarracín o el Tronchón en el Maestrazgo de Teruel, los del Valle de Benasque o Canfranc del Pirineo aragonés, o los de El Burgo de Ebro o Letux de Zaragoza, son sólo algunos ejemplos.

¿Y qué sería de nuestra gastronomía sin aceite de oliva? Aragón puede presumir de tener dos Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) entre las mejores del mundo por su composición y características: Bajo Aragón, de variedad empeltre, arbequina y royal; y Sierra del Moncayo de empeltre, arbequina, negral, verdial y royal.

En cuanto a sus carnes, el ternasco de Aragón destaca entre todas. Carne de cordero proveniente de cinco razas autóctonas que es un auténtico manjar para disfrutar en la mesa.

Bodegas de Aragón, un tesoro escondido

El turismo enológico atrae cada vez a más adeptos y Aragón, con cinco denominaciones de origen (DO) autonómicas y una supraautonómica se ha convertido en uno de los destinos favoritos para los amantes del vino. Además, cuenta con cuatro rutas específicas, concebidas para conocer de primera mano la milenaria tradición vinícola de la región.

Ruta del vino del Somontano

Enmarcada dentro del espectacular paisaje prepirenaico, una cuidada selección de bodegas y establecimientos turísticos ofrecen multitud de propuestas y actividades pensadas únicamente para que los visitantes puedan conocer el proceso de creación de sus vinos. Allí se celebra además una de las citas enoturísticas más relevantes de España: el Festival del Vino Somontano.

Ruta del Vino Campo de Cariñena

Una de las zonas vitivinícolas con más solera de nuestro país ha reinterpretado su cultura y tradición para ofrecer una propuesta turística en torno al vino, que lo aúna con el territorio, el paisaje, y la gastronomía.

Ruta del vino de Calatayud

La altitud de la zona consigue un vino muy diferente gracias a la diferencia de temperatura entre el día y la noche, y a sus centenarios viñedos, que influyen de manera decisiva en el proceso de maduración de la uva. Naturaleza, experiencias y riqueza patrimonial única se dan la mano en la Comarca de Calatayud para disfrutar, bodega a bodega, de unos vinos muy diferentes al resto de las denominaciones aragonesas.

Ruta de la Garnacha

La Ruta de la Garnacha se extiende por la zona vitivinícola de la DO Campo de Borja, a los pies del Moncayo. Una tierra que te envuelve entre bodegas, barricas y el carácter místico de los monjes del Monasterio de Veruela. La diversidad de microclimas y suelos enriquece los matices de su impresionante vino.

Mención especial merece también el cava de Aragón, con DO propia y que se continúa elaborando, siguiendo el método tradicional en diferentes zonas de la provincia.

Marca C’alial, sello de calidad

La mejor y más completa muestra de la gastronomía aragonesa tiene el sello C’alial. Una marca de garantía del Gobierno de Aragón que desde 2007 garantiza la calidad de los alimentos que cumplen los requisitos establecidos por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente.

Destacan la carne de vacuno, el lomo embuchado, la longaniza de Aragón, el chorizo, el Aceite de oliva virgen extra, la borraja, el Coc de Fraga, la Trenza de Almudévar, el Turrón negro y guirlache, las Castañas de mazapán, las Frutas de Aragón, o el Pastel ruso de Huesca.

Aragón ‘de tapeo’, una tradición actualizada

Ir de tapas es tradición y modernidad. Pequeños bocados elaborados con los mejores ingredientes de Aragón que son parada obligatoria para reponer fuerzas en medio de una jornada de turismo por Huesca, Teruel o Zaragoza. Tres ciudades conocidas por su tapeo que celebran además concursos para buscar la mejor tapa del año.

En Huesca la oferta se concentra actualmente en el centro de la ciudad, especialmente en la zona comprendida entre los Porches de Galicia y la Iglesia de San Lorenzo.

En Teruel, como no podía ser de otra manera, el jamón es protagonista y casi todos los locales ofrecen tapas con este y otros ingredientes derivados del cerdo, las frituras y las salmueras. Para degustarlas deberemos recorrer sobre todo las calles Yagüe de Salas, San Juan, la plaza del Torico y calles adyacentes, el Paseo del Óvalo, la Ronda de Ambeles y el Tozal.

En Zaragoza, la zona para tapear está localizada en el casco antiguo, en particular en la conocida zona del Tubo, las plazas de Santa Marta, San Miguel y Santa Cruz, donde los locales tradicionales se han reinventado para ofrecer las mejores propuestas de vanguardia.

Cocina aragonesa de autor

La gastronomía aragonesa está reconocida internacionalmente. Tanto es así que actualmente cuenta con ocho estrellas Michelín: la de la Taberna Lillas Pastia en Huesca donde el chef Carmelo Bosque ofrece una cocina moderna y con ingenio, pero sin olvidar las raíces. Tatau, también en Huesca, donde Tonino Valiente transmite pasión por la cocina y tradición con atención al detalle, o Callizo, en Ainsa, en pleno corazón de los Pirineos desde donde Josetxo Souto y Ramón Aso ofrecen cocina de montaña con técnica y productos de proximidad.

Con estrella también encontramos la Hospedería El Batán en Tramacastilla, con la cocina personal y creativa de María José Meda, La Prensa en Zaragoza, donde Marisa Barberán aplica técnica e imaginación a materias primas de calidad excepcional, Cancook en Zaragoza, donde Ramsés González trabaja directamente con productores locales para poner en valor Aragón, y Gente Rara de Zaragoza también, y con Cristian Palacio y Sofía Sanz al frente de un concepto gastronómico diferente que ofrece una experiencia única.

Cierra esta lista el recién premiado restaurante Canfranc, un proyecto para doce comensales en el interior de un vagón del hotel de lujo Royal Hideaway, ubicado en la emblemática Estación Internacional de Canfranc, con el que ha triunfado el chef Eduardo Salanova.

Y de postre, un buen dulce aragonés

No puedes irte de Aragón sin probar alguna de sus tradicionales especialidades dulces, que son el broche perfecto para cualquier comida. En Huesca recuerda pedir su típica Coc de Fraga, la Trenza de Almudévar, las Castañas de Mazapán, el Pastel Ruso, los Lacitos y Jaqueses (de Jaca), las tortas de Ayerbe, las Chesitas del valle de Hecho, la Tarta Loreto y las Glorias de Huesca.

De Teruel son típicos los Suspiros de Amante de Teruel, las Pastas del Maestrazgo (tortas de alma, almojábanas, almendrados, mantecados…) y las Piedrecicas del Calvario, en Alcorisa, y en Zaragoza las confiterías destacan por el Turrón Guirlache, los Adoquines del Pilar, las Frutas de Aragón y las Tortas de Balsa de Caspe.