La Policía entrega al juez una cinta de 2006 de Villarejo y el director de ‘Interviú’ para favorecer al CNI

CNI
La Unidad de Asuntos Internos de la Policía intenta utilizar una grabación de hace 13 años contra el adjunto al director de OKDIARIO, Manuel Cerdán.
Manuel Cerdán

Hace diez años escribí una novela sobre las cloacas del antiguo servicio secreto del CESID que se titulaba «El informe Jano», en memoria del dios bifronte de la mitología romana que con una cara miraba al pasado y con la otra, al futuro.

Trece años después la Unidad de Asuntos Internos (UAI) de la Policía se viste con la piel de Jano para convertir una insustancial conversación telefónica de 2006 entre el periodista que suscribe estas líneas y el entonces policía Villarejo en una pieza judicial a fin demostrar que el CNI nada tuvo que ver con una grabación ilegal a un juez de Málaga. Un asunto del que nunca dispuse de información y del que jamás escribí ni una sola línea.

El jefe del Grupo III de la UAI –el inspector 111.470– convierte una charla periodística de un profesional de la información con una de sus fuentes en una prueba judicial. Lo que no tengo todavía claro es la intencionalidad del policía cuando el pasado 2 de diciembre se sentó delante de su ordenador y tecleó: «Se han localizado tres archivos de audio cuyo contenido más relevante ha sido transcrito por funcionarios adscritos a esta Unidad». Uno de ellos se refería a mí.

Continúa: «En la citada conversación, Manuel Cerdán comenta a Villarejo que necesita un chascarrillo, una maldad para poner nervioso a alguien porque está escribiendo su columna, a lo que Villarejo contesta que tiene algo muy fuerte, acusando a los ‘cecilios’ (CNI) de querer controlar a un juez y de haberse equivocado y haber controlado a otro».

No le prestaría mucha atención al «chascarrillo» de Villarejo porque esa información jamás apareció en mi columna del número siguiente de INTERVIÚ de la que era su director ni en el resto de sus páginas. Me cuenta uno de mis ex colaboradores que la revista sólo publicó en su día un reportaje sobre el citado juez y sus ramificaciones con la operación Malaya. Nada relacionado con lo comentado por el ex comisario.

Y sigue el informe policial: «Villarejo comenta a Cerdán que el juez al que supuestamente el CNI ha controlado es al ‘que habían metido un lío con el actual presidente de Siria’, en referencia a F.J.U.P.»

Pero esa «referencia» se la saca el agente 111.470 de la chistera porque en ningún momento de la conversación transcrita se menciona el nombre del magistrado, de quien no tengo la suerte de haberlo conocido. Ni antes ni después de 2006.

En la fecha de la grabación –lunes, 6 de febrero de 2006–, como director de INTERVIÚ, contaba con el privilegio de escribir todas las semanas un artículo de opinión, un género periodístico que nada tiene que ver con la información rigurosa de los artículos de investigación del semanario. Un género literario que suele tener un tono distendido, ácido y hasta cínico. Y para enriquecer su contenido escudriñaba «maldades» –como se encarga de destacar el inspector 111.470– y lanzaba mensajes entre líneas, como suelen hacer cientos de articulistas en España y de todo el mundo. ¿De dónde obtenía la información? De diversas fuentes: policiales, judiciales, militares, políticas y hasta eclesiásticas. ¿Y Villarejo a qué se dedicaba entonces? Pues, era el policía cum laude del número dos del Cuerpo, Miguel Ángel Fernández Chico, y el niño mimado del PSOE y de Alfredo Pérez Rubalcaba, que en abril de 2006 fue nombrado ministro del Interior.

Ya me dirán ustedes qué valor judicial puede tener una conversación inocua, en la que más que hablar, balbuceo, según la transcripción policial: «Sí, sí..», «Bien, muy bien», «Por qué», «Ya, ya lo sé», «Ah», «Ya, ya, ya», «Ah… de, sí si», «Sí, sí, ah, ¿sí?», «Eje»….. Y así un sin fin de exclamaciones. Nunca me he visto reflejado de manera tan estúpida en una conversación telefónica.

Casualidades de la vida

¡Qué casualidad! Que sea ahora, cuando la pieza Pintor estaba a punto de ser concluida por el juez García Castellón, que aparezca una conversación mía con Villarejo pidiendo un «chascarrillo de abajo», como lo califica Villarejo.

Los agentes de la Unidad de Asuntos Interno deberían haber analizado el contenido de la conversación para deducir que «el chascarrillo de abajo» se refiere a la investigación sobre Juan Antonio Roca y la operación Malaya. La expresión «para que se pongan nerviosos» también está relacionada con la misma trama de corrupción de Marbella y de la Costa del Sol, de la que Eduardo Inda y yo dimos cumplida cuenta en El Mundo, provocando la apertura del caso Saqueo.

En otro momento de la conversación yo digo: «¿Del pica piedra habéis pillado algo nuevo por ahí fuera o algo?». Me refiero a Roca, el jefe de Planeamiento de Marbella durante la etapa de Jesús Gil, y sus negocios en el extranjero. No hace falta ser muy listo para comprender que «pica piedra» es Roca.

Y Villarejo me dice que los «Cecilios» –como él califica a los agentes del CESID/CNI– «están preocupados por el tema». ¿Por qué preocupados? Porque Roca, que había colaborado con Villarejo, se había echado en los brazos de los servicios secretos, algo que había provocado fricciones entre la Policía y el espionaje.

Y vuelvo a hacerme la misma pregunta: ¿Qué valor judicial tiene mi conversación con Villarejo? Y es a partir de ese interrogante cuando uno se mosquea y se plantea otras cuestiones: ¿No estará alguna mano negra facilitando munición a los poderosos enemigos de OKDIARIO para seguir intentando desprestigiar a sus periodistas? ¿No estarán emulando lo que critican de Villarejo: elaborar informes ajenos al interés judicial sólo para que sean difundidos por medios amigos? Ya verán como un diario  próximo a Podemos se lanzará hoy a la yugular de un servidor, relacionándolo con Al Kassar y otros mafiosos.

La realidad es que siempre que aparece una información que perjudica a OKDIARIO y sus periodistas  se proyecta sobre ella la larga sombra del CNI y de la Unidad de Asuntos Internos, un departamento policial que está más cerca de La Casa, como se le conoce a los servicios españoles, que del Ministerio del Interior. Sigo sin entender por qué una unidad policial que está montada para investigar las corruptelas de los agentes policiales se encarga de asuntos tan importantes como el BBVA o Iberdrola cuando en España existen una excelente Policía Judicial.

El agente 111.470, inspector jefe del Grupo III, ha mostrado, desde que se hizo cargo del caso Villarejo, una especial obsesión por nuestro periódico y sus profesionales. A esas manos negras que mueven los hilos de las cloacas, posiblemente, les incomoda algunos de los temas que estamos preparando. Pero sucede que la mirada hacia el pasado del dios Jano afecta por igual a todos. Es toda una realidad.

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