Miguel Boyer jr.: «Mi padre traicionó a todos, a su ex mujer, a sus hijos y a sus compañeros del PSOE»

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El ex ministro socialista Miguel Boyer, junto a Isabel Preysler (Foto: EFE)

«Salvo que mi padre tuviera una fortuna oculta en Panamá, no hay nada que repartir. Fue un profesional muy reconocido y ganó mucho dinero, pero murió en la indigencia y peleado con todos». El retrato que Miguel Boyer Arnedo hace de su padre parece muy alejado del todopoderoso ministro de Hacienda de Felipe González que deslumbró a los medios de comunicación en 1983, al expropiar el imperio de Rumasa, y sufrió el acoso del empresario José María Ruiz Mateos, transformado en un «Superman» justiciero.

El político socialista sorprendió a sus compañeros del PSOE en 1985, cuando se divorció de su esposa, la ginecóloga Elena Arnedo –con la que había tenido dos hijos, Miguel y Laura–, e hizo pública su relación con Isabel Preysler. Resultaba difícil imaginar una persona más alejada de sus inquietudes personales y de su trayectoria como político.

Su hijo mayor, Miguel Boyer Arnedo, asegura que no hay ningún misterio en torno a la herencia de su padre, fallecido en septiembre de 2014 tras sufrir durante dos años las secuelas de un derrame cerebral. «Es un poco raro», explica, «mi padre era economista, pero parece que no se preocupó de gestionar su patrimonio. Cuando murió, no tenía nada a su nombre, no sé en qué lo gastó todo. Él se veía a sí mismo más como un intelectual, pensaba que la obsesión por el dinero era algo mezquino».

Boyer Arnedo afirma que la trayectoria de su padre cambió por completo cuando inició su relación con la reina de las revistas del corazón: «Desde 1985 no volvió a ser el mismo. Hasta entonces había tenido una carrera meteórica. Había sacado las oposiciones al Banco de España, había sido el superministro, el más poderoso… pero luego no volvió a dar pie con bola».

«Según a quién te arrimas, te arruina»

«Sí, le llevaban a fiestas, salía en las revistas… pero a él todo eso le daba igual», añade, «lo único que quería era leer y estudiar, le apasionaba la Física y la Economía. Y convivía con una señora que quizá no habrá leído ni Platero y yo. A lo largo de los años se fue convirtiendo en un ser que no era él mismo. Según a quién te arrimas, te arruina la vida».

Tras abandonar el Gobierno de Felipe González en 1985, Miguel Boyer Salvador desarrolló una carrera en el sector privado que le llevó a codearse con los principales empresarios del país, la llamada beautiful people. Fue presidente del Banco Exterior de España, de Cartera Central –la sociedad que los Albertos utilizaron para intentar hacerse con el control del Banco Central– y de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH).

También fue el hombre de confianza de las hermanas Alicia y Esther Koplowitz en Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), grupo que abandonó tras cobrar una indemnización millonaria, y fue consejero de la inmobiliaria Reyal Urbis y de Red Eléctrica Española (REE).

Todo ello hace difícil explicar cómo pudo morir sin apenas bienes, sin inversiones financieras y con sumas «insignificantes» en sus cuentas corrientes, según explica su hijo, también economista. «Isabel [Preysler] me ha dado algunas explicaciones absurdas. Que mi padre pagaba todos los gastos corrientes y viajes, mientras que ella invertía lo que ganaba. Lo cierto es que mi padre murió sin nada», constata Miguel Boyer Arnedo.

«Era fácilmente manipulable»

«Le echaban de todas las empresas para las que trabajó porque se dedicaba a dar lecciones intelectuales a sus jefes», añade, «en la segunda etapa de su vida estaba como perdido, le cambiaron la perspectiva. Traicionó muchas cosas, a su ex mujer, a su familia, a la política, a sus compañeros del PSOE. Tenía el pecado de la soberbia intelectual, y las personas así son fácilmente manipulables».

«Yo no demonizo a Isabel», añade Boyer Arnedo, «más bien a mi padre, le perdió la soberbia, cambió completamente su vida por vanidad, todo por un cierto endiosamiento. Las cosas tienen un precio, y él no quería pagarlo. Se traicionaba a sí mismo. Es un poco triste, creo que no lo pasó bien. Probablemente, era muy frágil emocionalmente».

La relación del ex ministro con los dos hijos de su primer matrimonio quedaron prácticamente rotas durante años, desde que inició su relación con Isabel Preysler. «Después me enteré, a través del albacea, de que intentó un pequeño acercamiento a mí un poco antes de sufrir el ictus, quizá yo no fui del todo consciente de ello», explica Miguel Boyer jr.

«Cuando sufrió el derrame, fui a verle con mis hijos. Estaba muy emocionado, apenas podía hablar pero me dijo: ‘Qué importantes son los hijos’. Después de tratarnos durante 30 años con la punta del pie», relata.

«Eché de menos tener un padre»

Miguel Boyer Arnedo admite que su juventud no fue fácil: «Eché de menos tener un padre. Me decía: estudia y se resolverá todo. Él creía que todo es un reto intelectual. Pero no tenía inteligencia emocional. Con ese endiosamiento, fue perdiendo el contacto con la realidad. ¿Pero cómo se lo dices a tu padre? Esa es la tragedia de su vida».

«Nunca lo entendí», añade Boyer Arnedo en declaraciones exclusivas a OKDIARIO, «como socialista, ¿cómo podía decir que se preocupaba por una sociedad mejor, si ni siquiera se preocupaba de su propia familia? Los progres de la Transición eran bastante torpes. Se lo encontraron casi todo hecho. Se creían todos divinos, listísimos y fenomenales, pero eran un desastre».

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Miguel Boyer Arnedo, hijo mayor del ex ministro socialista (Foto: Twitter)

Miguel Boyer Arnedo afirma que tiene pocos deseos de luchar por la herencia de su padre, porque «no queda nada, salvo algunos objetos personas que tienen más valor sentimental que económico: libros y algunas obras de arte. Sólo espero que cuando llegue el momento se haga el reparto con un criterio de buena voluntad».

Como ha informado OKDIARIO, según la consulta que sus hijos han hecho ante el Registro de la Propiedad el ex ministro no tenía ningún inmueble a su nombre cuando murió. Una consulta ante Hacienda ha permitido constatar que tampoco declaró ninguna suma en el extranjero ni se acogió a ninguna amnistía fiscal. No tenía inversiones financieras y en sus cuentas sólo tenía sumas «insignificantes».

La joya de la Corona del patrimonio del político socialista era la mansión que construyó en Puerta de Hierro, valorada en 9 millones de euros, que la prensa bautizó pronto como Villa Meona. Miguel Boyer pagó la compra de los terrenos y casi íntegramente los gastos de su construcción, pero la vivienda está a nombre de Isabel Presyler según han indicado fuentes de la familia.

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