Público denuncia los sobornos de las mafias del fútbol en América pero se olvida de Mediapro y Roures

Roures
El millonario Jaume Roures. (Foto: EFE)
Manuel Cerdán

El diario podemita Público decidió ayer publicar un reportaje sobre el caso de la corrupción en los negocios de la FIFA. Por primera vez, desde que estalló en 2015 el escándalo de los sobornos a altos cargos del organismo que rige el mundo del futbol, el diario de ciudadano Roures se atrevía a desvelar lo que presentaban como “La mafia del fútbol sudamericano”.

Pero en ese alarde periodístico sólo se centran en los gánsteres más quemados del continente suramericano, implicados en el cobro de millonarias comisiones, como Grondona, Blatter, Havelange, Burzaco, Teixeira, Rossell, Hawilla, Leoz, Marín, Burga, Napout o Hawit. El autor de la información, en cambio, se olvida de los propietarios de Mediapro y editores de Público, que aparecen implicados en una doble investigación por el pago de los sobornos que sigue abierta en Nueva York y Zurich.

El colaborador del diario se olvida de que el holding que le va a pagar ese artículo figura en las diligencias de un tribunal de Brooklyn como uno de los mayores corruptores de los altos cargos de la FIFA para la obtención de los derechos televisivos de los mundiales de fútbol. Ciudadano R., como ya es conocido Roures en círculos internacionales, y otros directivos de Imagina/Mediapro figuran en el punto de mira del FBI y de la Fiscalía de Manhattan.

En el texto figura, de pasada junto a otras sociedades, una tal Media Pro -no Mediapro- como responsable de haber pagado comisiones, pero se silencia que se trata del holding de Roures y de la editora de Público.

Tal fue el grado de corrupción que afectaba a Mediapro que el magnate de la televisión se vio obligado a cerrar algunas de sus filiales en Florida y en la actualidad se enfrenta a una multa millonaria de la Justicia norteamericana, que puede alcanzar varias decenas de millones de dólares.

El colmo del cinismo periodístico es cuando los editores del diario destacan con grandes titulares: “Los viejos mafiosos no habrían podido hacer nada sin la complicidad de las grandes multinacionales que patrocinan el fútbol, y sin las que televisan”. No hacía falta tanto despliegue tipográfico porque los presuntos corruptos los tienen en casa: el número tres de Mediapro, Gerard Romy, que figura entre los imputados de la causa como “co-conspirador número 5”, el director financiero del grupo, Jonatham Cumming, o el intermediario colombiano, Miguel Trujillo, que aparece como “co-conspirador número 6”.

Según el sumario, Romy envió el dinero a través Cumming, director financiero (CFO) y miembro del politburó, como se conoce al consejo de Mediapro, desde la filial portuguesa Medialuso. El dinero fue transferido desde Portugal a Panamá y desde allí a las cuentas del sobornado. Los fiscales disponen de todos los transfers para demostrar la operación ilegal.

Pero el cinismo de Público arrecia aún más cuando el autor señala como uno de los mafiosos al argentino Burzaco, pero omite que era socio de Roures en un sinfín de operaciones futbolísticas en las que se pagaron comisiones millonarias.

Un error tipográfico de bulto

Público se luce cuando le llega el turno de mencionar la sociedad brasileña socia de Roures con la que efectuó la compra de los directivos de la FIFA. Se trata de Traffic pero el diario de Roures -¿un error tipográfico?- la transforma en Yraffic. A través de esa sociedad pero con «t», el brasileño Fabio Tordin en nombre de Mediapro cerró los acuerdos con los corruptos del fútbol para obtener los derechos televisivos de los partidos clasificatorios de la Unión Centroamericana de Fútbol para los Mundiales 2014, 2018 y 2022.

El autor del artículo concluye la información con un párrafo legendario: “En un mundo del crimen organizado no sólo se puede culpar al sobornado, también al sobornador. Y, tras centrarse en el mundo turbio de la vieja cleptocracia del fútbol latinoamericano, la investigación empieza ya a apuntar más alto: hacia las sedes de las empresas más poderosas del mundo”.

Pero el diario se olvida que, entre esas «empresas poderosas del mundo» se halla Mediapro y que la investigación no empieza, sino que va muy avanzada en los tribunales de Nueva York y Zurich donde una parte importante de las diligencias se centra en el holding de Ciudadano R.

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