Trump, el presidente peor valorado en su primer mes y el que más ha polarizado ideológicamente EEUU
Pasado un mes en la Casa Blanca, y después d euna frenética actividad firmando órdenes ejecutivas que desmantelaran lo más rápido posible el legado de su antecesor, Donald Trump ha logrado la cuadratura del círculo: es el presidente peor valorado por los estadounidenses en sus primeras cuatro semanas y además el que más ha conseguido dividir a la sociedad ideológicamente. Sólo el 42% de los estadounidenses aprueban la gestión de Trump, el nivel más bajo registrado por ningún otro presidente, según un sondeo publicado por Gallup.
Y es que el magnate de la construcción provoca tanta radicalidad en las opiniones como la que él mismo expresa en su media de 15 o 20 tuits diarios. Así, casi todos los estadounidenses que se declaran republicanos lo apoyan al tiempo que la práctica totalidad de los que votan demócrata lo rechazan. Entre los republicanos, el respaldo llega al 86%, mientras que entre los demócratas la desaprobación a su gestión alcanza el 89%.
No obstante, según Gallup, Trump concita del mismo nivel de antipatía entre los demócratas que el que George W. Bush y Barack Obama tenían entre los votantes del otro partido cuando su popularidad llegó a caer hasta el 42% en algún momento de su mandato. Pero, eso sí, tiene una mayor apoyo que tenían estos entre los correligionarios de su formación.
Esto quiere decir, de acuerdo con el análisis del editor jefe de Gallup, Frank Newport, que aunque el apoyo a Trump haya caído con tal rapidez, «la alta polarización en la que los estadounidenses ven al presidente no es inusual para los recientes presidentes».
Cuatro semanas después de empezar su mandato, Obama gozaba de una popularidad del 64%, mientras que George W. Bush se situaba en el 62%. Hasta ahora, el peor dato era el de Bill Clinton, con un 51%, mientras que Ronald Reagan estaba en el 55% y Jimmy Carter en el 71%.
Más allá de que el mejor dato es el de John F. Kennedy, con un 72%, asesinado a mitad de su mandato, parece evidente que el primer diagnóstico al mes de iniciar una Presidencia no se corresponde —e incluso parece claramente contradictorio— con el recuerdo que años después deja el mandato de cada uno de los inquilinos de la Casa Blanca.