La tensión entre China y Taiwán ha estado ligada a los desencuentros entre Pekín y Washington
El conflicto entre China y Taiwán parece ir encaminado hacia un callejón sin salida si Pekín persiste en su interés por anexionar de facto a la que considera como su «isla rebelde». Una definición que evidencia que el gigante asiático no tiene la intención de perder la oportunidad de incluir al pequeño estado insular a 180 km al este de su país al esquema político aunque sea por la fuerza.
Aunque muchos taiwaneses insisten en que quieren mantenerse independientes, Pekín cree que ambos pueblos pertenecen a la misma familia china y que la independencia de Taiwán no tiene ningún sentido.
La disputa entre China y Taiwán podría convertirse en un duro enfrentamiento con serias implicaciones internacionales.
EE.UU. ha mantenido fuertes lazos comerciales y militares con la isla, a la que considera un aliado clave en la región, en el marco de una “ambigüedad estratégica”. Esto incluye el compromiso de Washington de ayudar a Taiwán, una isla gobernada democráticamente y con más de 23 millones de habitantes, a defenderse de una posible invasión de los comunistas de China.
Una historia llena de tensiones
Las actuales tensiones son un claro recordatorio de las largas décadas de hostilidad entre los gobiernos en Pekín y Taipei, con ambos bandos reclamando históricamente ser los gobernantes legítimos de todos los territorios de China, incluida Taiwán.
Bajo el gobierno del Partido Nacionalista, o Kuomintang (KMT), liderado por Chiang Kai-shek, la República de China debió enfrentarse a comienzos de la década de 1930 y luego durante la Segunda Guerra Mundial a los avances del Imperio del Japón, así como también al creciente poder de los comunistas chinos liderados por Mao Zedong.
Tras la derrota japonesa en 1945, la República de China recuperó la isla que a su vez China había perdido en una guerra anterior con Japón. El Kuomintang fue derrotado en 1949 en una cruenta guerra civil en el continente por el ejército del Partido Comunista. Ese mismo año Mao fundó la República Popular China, con capital en Pekín.
Las fuerzas de Mao, en cambio, expandieron su control en el territorio continental de China, y desde entonces consideran a Taiwán como una provincia renegada.
Por su parte, el gobierno de los Estados Unidos, aliado del Kuomintang durante la Segunda Guerra Mundial, no reconoció inicialmente la legitimidad del gobierno Comunista en la China continental. Por el contrario, continuó dando su apoyo político a Taiwán.
China no tiene intención de ceder
El presidente de China, Xi Jinping, no parece que tenga intención de ceder «pase lo que pase» como ha recalcado en tono más que amenazante, al asegurar que conseguir la unificación con Taiwán «debe conseguirse y se conseguirá».
Xi ha afirmado que el camino hacia la unificación «serviría mejor a los intereses de la nación» mediante medios pacíficos, pero también ha advertido a «aquellos que olvidan su herencia» de que no acabarán bien.
El mandatario ha avisado de que la cuestión de Taiwán «es un asunto puramente interno de China, que no admite interferencias externas».