Los profesores de Bolivia van a la huelga por la imposición de la ideología de género en la enseñanza
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A pesar de la expansión de la izquierda política en Iberoamérica en el último año a través de diferentes conquistas electorales, los proyectos de ideologización e ingeniería social a los que estos gobiernos aspiran se han encontrado con buena parte de la sociedad civil en su contra. El último ejemplo se vive a esta hora en Bolivia, país gobernado por el izquierdista Luis Arce, que ha tratado de sucumbir al sector educativo con un nuevo plan educativo que los profesores han definido como “ideologizado” y que promueve la “ideología de género”.
Por todo ello, los profesores empezaron este jueves un paro de 48 horas que se prolongará durante este viernes que se suma a una huelga de hambre nacional que ya va por su tercer día. Las protestas del sector educativo realmente no han comenzado ahora. Llevan ya cuatro semanas de movilizaciones y lo que fue un comienzo de protestas callejeras en La Paz, se ha extendido a otras poblaciones como Santa Cruz, Potosí y Tarija.
Entre los contenidos que el gobierno de Arce ha introducido en la nueva malla curricular, con el curso iniciado este mes de febrero tras el parón del verano austral, la educación sexual y la diversidad de género son algunas de las novedades que ya se quisieron aprobar hace tres años por la presión de las ONG, pero entonces tras la oposición de las familias y profesores se guardaron en un cajón. En esta ocasión el gobierno de izquierdas no ha querido detenerse y, a pesar de la oposición existente, ha seguido adelante con sus planes.
Representantes educativos de la Iglesia Católica aseguran que se trata de un nuevo currículo “pervertido, que va a pervertir la mente de los niños. Bajo el paraguas de lo que es la educación sexual se quiere plantear la ideología de género y mostrar como si hubiera una tercera vía en la identidad de la persona humana”.
Las críticas también de los padres son muy similares a las que en otros países, como en España, se han producido en los últimos años. De hecho, las familias se oponen a que el Ministerio de Educación se entrometa en la educación de los hijos. Los padres han pedido a Educación qué la formación esté basada en “principios y valores”, no en “imposiciones ideológicas”.
Además de la Conferencia Episcopal Boliviana, las iglesias evangélicas también se han manifestado en contra de los nuevos contenidos educativos. “¡Los hijos son de los padres, no del Estado!” o “¡No al ideología de género en la educación!” Son algunos de los mensajes coreados en las manifestaciones.
Perú contra el lenguaje inclusivo
Otro país, donde la agenda feminista ha tratado de penetrar en el sector educativo, pero que se ha encontrado con la oposición de las fuerzas políticas y por tanto será eliminada del sistema educativo, es Perú. La Comisión de Educación del parlamento peruano ha aprobado un proyecto de ley que establece el “correcto uso de lenguaje inclusivo, evitando el desdoblamiento del lenguaje para referirse a hombres y mujeres en textos escolares”, de acuerdo con la parlamentaria Milagros Jáuregui de Aguayo.
La iniciativa pretende que en los textos educativos se suprima el uso incorrecto de lenguaje que desdobla en todo momento, para referirse a hombres y mujeres, y se adapte a la resoluciones de la Real Academia de la Lengua Española.
La situación de la enseñanza en Perú es bastante crítica como demuestra la última Prueba Pisa que sitúa al país en el lugar 64 de 77 naciones en el apartado de comprensión lectora. La diputada Jáuregui de Aguayo denuncia que se ha hecho hasta ahora un uso inapropiado de lenguaje cuando por ejemplo se habla de: “los niños y las niñas”, “los estudiantes y las estudiantes”, “los trabajadores y las trabajadoras”, etc. “no debemos desnaturalizar la lengua para tratar de cumplir con agendas feministas que creen erróneamente que con ello se lucha por la igualdad”.
Los promotores esta iniciativa también hacen referencia a su premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, quien ha denunciado en numerosas ocasiones el lenguaje inclusivo como una “aberración dentro del lenguaje, que no resuelve el problema de la discriminación de la mujer, que solo se puede combatir de una manera efectiva”.
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