Alejandro Ordóñez: «Santos ha ocupado las instituciones de Colombia para ponerlas a su servicio»
Alejandro Ordóñez es uno de los abogados más prestigiosos de Colombia. Sólo así se explica que fuera elegido procurador general en 2009 y que le fuera renovado el cargo para un nuevo mandato en 2013. Esta institución, la tercera más importante de la República de Colombia tras la Presidencia y la Fiscalía General, tiene el encargo constitucional de defender las leyes y controlar a todos los funcionarios públicos en su quehacer, incluyendo especialmente a los elegidos por las urnas. Por la importancia del cargo y por sus posiciones claramente críticas con las conversaciones de paz impulsadas por el presidente Juan Manuel Santos con la narcoguerrilla de las FARC, su figura ha sido un «palo en la rueda» del proceso. «Sin duda alguna, por eso me han sacado del cargo», afirma.
En numerosas ocasiones los narcoterroristas han pedido públicamente su salida del cargo –este mismo jueves han celebrado la resolución del Consejo de Estado– y lo mismo ha insinuado el presidente, Juan Manuel Santos, quien el pasado 22 de agosto urgió a los magistrados del Consejo de Estado a que tomaran una decisión «lo antes posible» en el proceso que se seguía desde enero de 2013 para anular el segundo nombramiento de Ordóñez al frente de la institución. Una reforma ‘ad hoc’ del artículo 126 de la Constitución, promulgada en 2015, ha servido como amparo para considerar ilegal su renovación en el cargo decidida en 2012. Quizá por eso, Alejandro Ordóñez atienda la llamada de OKDIARIO con tanta seguridad en sí mismo y con la conciencia tan tranquila. «Me va perfecto, gracias a Dios…»
Pregunta.– Pues no parece que haya sido un buen día…
Respuesta.– Cierto, cierto. Pero bueno, eso estaba ya tan anunciado… que yo ya estaba preparado. Hacía ya unos dos años que conocía que ésa era la agenda que tenían. Pero como hubo algunos inconvenientes procesales, realmente vi la etapa definitiva cuando el presidente Juan Manuel Santos urgió el pasado agosto a los consejeros de Estado a tomar una decisión lo más rápido posible.
P.– ¿Y por qué fue eso?
R.– Bueno, el presidente no quería tenerme aquí como procurador durante el plebiscito. Tenían planeado que fuera en julio, pero no alcanzaron acuerdo; luego que en agosto y tampoco…
P.– ¿Y por qué precisamente no le quería a usted Santos como procurador durante el plebiscito? Es decir, usted ya había mostrado desde hace años su rechazo a los términos en los que se estaban firmando los acuerdos con las FARC…
R.– Porque a la Procuradoría le corresponde el control sobre los funcionarios públicos, y garantizar las garantías constitucionales, por ejemplo, que el voto sea libre e informado. Y, como autoridad disciplinaria, tiene todos los instrumentos necesarios para que los funcionarios públicos se adecúen a los mandatos constitucionales y a las normas legales. Y, claro, por eso el presidente les pidió a los funcionarios no obedecer las instrucciones de los organismos de control en esa materia. Y con eso los puso contra la pared. Así que por eso cuando se le hicieron críticas por la pregunta [elegida para el plebiscito], Santos dijo que «el presidente hace lo que se le viene en gana».
«Se está utilizando dinero público para favorecer la posición del presidente en el plebiscito, en contra de la legalidad»
P.– ¿El presidente temía que usted dictara alguna orden a los funcionarios que impidiera el plebiscito?
R.– No… La Procuradoría no tiene competencias para eso. Sólo para ejercer el control sobre los funcionarios públicos y las garantías constitucionales. Mi misión se habría limitado a pedir al Consejo Electoral que no se haga publicidad engañosa y controlar que los funcionarios no utilicen recursos públicos para la campaña…
P.– ¿Y eso está ocurriendo? ¿Se usan las instituciones para favorecer la campaña del Gobierno?
R.– Desde luego que sí, desde luego. Incluso el presidente acaba de sacar una directiva promoviendo la utilización de los dineros públicos en la campaña, desconociendo abiertamente la ley que regula el plebiscito y las sentencia de la Corte Constitucional, además de las directivas de los organismos de control.
P.– Eso son acusaciones muy graves, señor procurador. Poco menos que señala al presidente Santos como autor de un autogolpe para conseguir su voluntad.
R.– Él ha ocupado todas las instituciones, las ha cooptado, ¿de acuerdo? Y lo ha hecho para ponerlas al servicio de su agenda política en materia de la aprobación del plebiscito. Y como no fui un procurador de bolsillo por esa razón presionó públicamente, perdiendo total pudor, recato y prudencia, urgiendo al Consejo de Estado para una pronta decisión. Eso es de dominio público aquí en Colombia.
P.– ¿Usted a qué razón concreta atribuye, pues, su remoción de la tercera institución de la República de Colombia?
R.– Hay muchas cosas… pero desafortunadamente sigo siendo procurador hasta el martes. Yo todavía tengo límites y no puedo decir con absoluta claridad lo que estoy pensando. Desde luego que hubo razones exógenas al proceso judicial. Yo respeto al Consejo de Estado, respeto la decisión y no la voy a recurrir, pero no estoy de acuerdo. La decisión se hizo como un sastre elabora un vestido. Se hizo para Alejandro Ordóñez. Porque contradice toda la jurisprudencia previa.
P.– Sin embargo, la resolución invoca un artículo de la Constitución, el 126, que dice claramente que el cargo de procurador general no es renovable.
R.– Pero no es la Constitución que regía cuando fue mi elección. Se cambió con la reforma que se llamó ‘de equilibrio de poderes’ [aprobada en 2015, después de la reelección de Ordóñez].
«Respeto al Consejo de Estado, pero esta decisión se hizo como un sastre, pensando en mí y cambiando toda la jurisprudencia»
P.– ¿Cree que es una coincidencia que su destitución sobrevenga a la vez que el fin del proceso de paz?
R.– No es coincidencia. [Risas] Desde luego que tanto el presidente Santos, ante el Consejo de Estado, como la FARC, en ruedas de prensa desde La Habana, públicamente habían manifestado su deseo de sacar al procurador. Hoy mismo lo han celebrado ambos. El presidente lo negará… no lo va a reconocer, porque no es tonto.
P.– ¿Y cree que es una coincidencia que tanto el presidente Santos como los terroristas de las FARC hayan celebrado su salida?
R.– [Risas] No… Todo lo contrario. Estaban haciendo fuerza para ello desde hace varios años, por toda la gestión de la Procuradoría en defensa del ordenamiento jurídico y por todas las advertencias que estaba haciendo sobre los riesgos que implicaba el proceso, bueno ahora ya el acuerdo Santos-Timochenko.
P.– De manera que no cree que su remoción del cargo sea legítima…
R.– El Consejo de Estado es mi juez natural, pero se cambió la jurisprudencia para este caso concreto. Aunque reitero que respeto la decisión.
P.– ¿Usted cree que lo han removido por su posición contraria al proceso con las FARC?
R.– ¿Por ser crítico? ¡Claro! tengo la plena convicción. No tengo la menor duda. Y tenga en cuenta que mis posiciones críticas al acuerdo Santos-Timochenko se enmarcan en mis responsabilidades como defensor de la Constitución y del ordenamiento jurídico, de la sociedad y del bien común… soy la máxima autoridad a ese respecto en Colombia. Al procurador lo eligen entre todos los poderes y se le otorgan unas responsabilidades amplísimas, por eso tengo una función preventiva, es decir, que a la Procuradoría le corresponde recordar el deber antes de actuar. Por supuesto que tengo ideas políticas, pero éstas no influían ni permeaban mi función como defensor de la legalidad.
P.– Entonces…
R.– Mire, sin ir más lejos, en otros procesos de paz el procurador de la época asumió posiciones igualmente críticas. Cuando la paz del Caguán [la negociación mantenida por el entonces presidente Pastrana con las FARC entre 1999 y 2002], el procurador Gómez Méndez tuvo posiciones igualmente críticas.
P.– Pongámonos en que me puede contestar a esta pregunta… ¿prevé usted presentarse a la Presidencia en 2018?
R.– Cada día trae su afán… yo sigo siendo procurador y queda mucho tiempo. Pensaré en ello, en seguir en la vida pública, porque es mi vocación. No sé dónde, ni cuándo ni en qué rol. Todavía no puedo pensar en eso, aún es prematuro.