Estados Unidos y Emiratos tratan el conflicto actual con Irán
El ministro de Asuntos Exteriores de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Abdullah bin Zayed al-Nahyan, y el representante especial de Estados Unidos para Irán y asesor político del secretario de Estado Mike Pompeo, Brian Hook, se reunieron en territorio emiratí para revisar la situación actual en Oriente Medio y para abordar el conflicto perpetuo que se vive con la República Islámica de Irán.
El encuentro se dio de una manera cordial, como no podía ser de otra manera entre dos socios y aliados dentro del grupo de países de la región que están en la órbita de Arabia Saudí, opuesta totalmente a la representada por el régimen de los ayatolás o Qatar. Un bloque encabezado por el Reino y EAU, apoyado totalmente por el gigante norteamericano, nación que desarrolla una gran cooperación bilateral con EAU a todos los niveles. El jeque Abdullah bin Zayed al-Nahyan recibió al diplomático estadounidense en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Emiratos Árabes Unidos en Abu Dhabi, donde discutieron sobre el grave desafío que sigue suponiendo la postura beligerante de Irán. Ambas personalidades mostraron el firme objetivo de reforzar la colaboración para trabajar en favor de una situación más segura en Oriente Medio.
En este cónclave, al que asistieron Khaldoon Khalifa al-Mubarak, presidente de la Autoridad de Asuntos Ejecutivos de Abu Dhabi, y John Rakolta, embajador de Estados Unidos en EAU, el ministro de Asuntos Exteriores del país árabe denunció la permanente intromisión del país persa y sus socios, como Qatar y Turquía, en los asuntos de otros Estados vecinos. Además, enfatizó el interés de EAU por profundizar la cooperación con EEUU en todos los frentes. Señaló que ambos países comparten el compromiso de derrotar el extremismo en todas sus formas, a fin de crear sociedades más tolerantes y pacíficas, como se explicó en una nota oficial de la agencia de noticias emiratí WAM.
Por su parte, el representante especial norteamericano destacó la importancia de la relación bilateral con EAU y aseguró a su interlocutor emiratí los continuos esfuerzos para avanzar en la cooperación estratégica.
La incertidumbre y preocupación sigue siendo lógica y notoria por el ambiente que se sigue respirando en Oriente Medio con la política agresiva que siguen llevando a cabo desde el polo de países cercanos en sus relaciones como son Irán, Qatar y Turquía.
Es ya sabido el papel que desempeña el régimen de los ayatolás entrando en asuntos internos de otros países a través de grupos y milicias afines chiíes; como ocurre en los casos de Irak, con la Fuerzas de Movilización Popular; de Líbano, con Hizbulá; de Siria, con los insurgentes afganos de Liwa Fatemiyoun; de Yemen, con los rebeldes hutíes; o de Palestina, con Hamás.
En esta línea, Estados Unidos sigue manteniendo un histórico contencioso con Irán, que se potenció a raíz de la salida norteamericana en 2018 del acuerdo nuclear que se rubricó con el Estado persa en 2015 (JCPOA, por sus siglas en inglés), junto con otros actores internacionales como Francia, Alemania, Reino Unido, China, Rusia y la Unión Europea (UE), por el que se limitaba el programa atómico iraní, sobre todo en materia armamentística. El Gobierno estadounidense de Donald Trump denunció los incumplimientos iraníes de parte de los pactado y se desentendió de lo acordado, imponiendo sanciones políticas y económicas a Irán, entre las que destacaban las relacionadas con el petróleo, su principal fuente de financiación.
El presidente de Irán, Hasán Rohaní, respondió a este movimiento amenazando con incumplir los principales puntos del JCPOA, sobre todo en lo relacionado con el enriquecimiento de uranio y el tratamiento de agua pesada, y con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial. A raíz de ahí, se sucedieron incidentes con cargueros en aguas del Golfo y ataques a infraestructuras petrolíferas y aeroportuarias en Arabia Saudí, de las que se responsabilizó a Irán y a agentes proiraníes, como los hutíes, señalados por atentar contra objetivos del reino saudí (gran rival regional de Irán y máximo exponente de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií defendida por el régimen de los ayatolás).
Aunque, Irán terminó recibiendo soporte de la UE a través del mecanismo INSTEX, mediante el que se sirvió material médico y humanitario al país persa para combatir la crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19, sorteando así el bloqueo norteamericano mediante la materialización de transacciones sin el uso de dólares de por medio.
Una de las naciones cercanas a la esfera iraní, Qatar, también viene padeciendo un bloqueo diplomático y financiero desde 2017, cuando Arabia Saudí, Emiratos, Bahréin y Egipto acusaron a la monarquía del Golfo de apoyar el terrorismo transfronterizo (cabe recordar los vínculos qataríes con organizaciones como los Hermanos Musulmanes, considerada entidad terrorista por varios países occidentales). Esto supuso un gran golpe para el país qatarí, que acabó buscando nuevos socios en el plano internacional en Turquía e Irán para volver a revitalizar su economía.
La Turquía de Recep Tayyip Erdogan también aparece como un elemento desestabilizador en Oriente Medio y el norte de África, sobre todo por su ya conocida intervención militar en las guerras civiles de Libia y Siria, en incluso en Irak. Una actitud que busca, por un lado, lograr una situación privilegiada en el arco mediterráneo, con fines económicos ligados a las prospecciones de gas y petróleo (prueba de ello es el acuerdo que selló el presidente turco con el primer ministro del Gobierno de Acuerdo Nacional libio, Fayez Sarraj, a finales del año pasado), y, por otro, desviar la atención a través de la búsqueda de enemigos comunes en el exterior frente a los problemas internos que sufre el ‘sultán’, que vio como su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) perdió mucho apoyo electoral en los comicios locales de 2019, cediendo a la oposición el poder municipal en ciudades de gran importancia como Estambul, capital financiera del país otomano, y Ankara, capital administrativa.