Historia

¿Cómo llegó la peste negra a Europa?

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Representación habitual de la peste negra

A mediados del siglo XIV estalló en medio mundo la mayor epidemia conocida hasta el momento: la peste negra. Sin datos oficiales que lo corroboren, en este 2020, con la llegada del coronavirus como pandemia mundial, se han realizado muchos estudios de lo que supuso esta terrible enfermedad y se calcula que, solo en Europa, murieron unos 25 millones de personas.

Entre los años 1346 y 1347 comenzaron a darse los primeros brotes de peste negra en la población europea, pero lo cierto es que la enfermedad ya llevaba viajando por Asia des por los menos unos 15 años antes. Fueron los años posteriores a los primeros casos de enfermedad los que resultaron devastadores para la población europea, que tuvo que añadir a las enfermedades endémicas de la época como la gripe y la disentería, una dolencia mortal e inesperada.

Origen en el Lejano Oriente

Durante los años de peste negra en Europa, todos los países del continente sufrieron bajas sin ningún tipo de excepción, salvo los casos de Finlandia e Islandia, que sufrieron muy poco la pandemia mortal.

Alemania fue una de las zonas más afectadas con una mortandad muy elevada, al igual que ocurrió en zonas como Florencia, donde uno de cada diez habitantes murió por la peste negra.

Esta pandemia tuvo su inicio en el Lejano Oriente. Gracias a las rutas comerciales y a los conflictos armados de la época, la enfermedad pasó a Europa y África en los años posteriores. Según el autor sirio, Ibn al-Wardi, víctima de la pandemia en 1348, habló que el origen estuvo en «la tierra de la oscuridad».

Esta tierra de oscuridad a la que se refería al-Wardi se situaba en lo que hoy es Uzbekistán y que se extendió a través de los puertos por toda Europa. El punto de partida de la enfermedad en Europa se sitúa a las orillas del Mar Negro, en la ciudad de Caffa.

Se dice que fueron los mongoles los que comenzaron a expandirla dado el número de muertos que se agolpaban en el puerto y en donde las ratas servirían como principales transmisoras de la peste.

Esta fue sin duda la clave de la gran expansión de la peste negra. Los barcos que llegaban a Europa cargados de ratas con pulgas infectadas y que se pegaban a las mercancías y a los hombres sin que nadie pudiera hacer nada para evitar el desastre.

Se calcula que en la Península Ibérica alrededor de 60% de la población sufrió la enfermedad, quedando reducida la población de 6 a 2 millones de habitantes.

 

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