Las cartas de amor entre Isabel la Católica y Fernando de Aragón
La relación entre Isabel la Católica y Fernando de Aragón fue una combinación de amor, respeto y una profunda colaboración política.
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Al cumplirse 550 años de la proclamación de Isabel la Católica como reina de Castilla, salen a luz nuevas cartas autógrafas de la reina que desvelan el carácter de la monarca, una mujer que se adelantó a su época y se valió de la palabra escrita para comunicarse.
Algunas de las cartas de la reina van dirigidas al corregidor de la ciudad y al Cabildo de la catedral de Toledo, pero, sobre todo, destacan las cartas de amor entre Isabel la Católica y Fernando de Aragón.
Las misivas llegaron a la Diputación Provincial de Toledo desde distintas instituciones, entre las que destacan, los archivos del Vaticano, el Archivo Ducal de Medinaceli y el de la Corona de Aragón. Debido a su relevancia histórica, serán editadas en facsímiles y analizadas por especialistas para descifrar su valioso contenido.
Isabel la Católica: una reina escritora
A pesar ser algo poco habitual entre las mujeres de la época, la reina Isabel a menudo escribía su propia correspondencia sin tener necesidad de contar con un escriba, algo muy avanzado para una mujer de aquellos tiempos. Según afirma María Lara, doctora y profesora de Historia Moderna, la reina Isabel I era una mujer muy interesada por la cultura, las artes y las letras y confiaba en la capacidad emocional de la palabra escrita para transmitir mensajes y sentimientos.
Muchas de estas cartas son inéditas, incluyendo aquellas en las que la reina utilizó un escriba, ya que pueden apreciarse notas añadidas de su puño y letra. Estas notas ponen en evidencia la evolución de la reina, a nivel político. En las primeras cartas, por ejemplo, firmaba “Yo, la Prinçesa”, pasando luego a “Yo, la Prinçesa y Reyna”, y finalmente, “Yo, la Reyna”, a partir del 13 de diciembre de 1474.
Las cartas de amor entre Isabel la Católica y Fernando de Aragón
Las cartas personales que se conservan de Isabel a Fernando son pocas, pero suficientes como para comprobar el amor pasional y profundo que sentía Isabel I por su esposo. De hecho, la imagen que se tiene de la reina, en algunos ámbitos, con respecto a su relación matrimonial, es la de una enferma de celos.
Entre los años 1474-1502, el matrimonio de Fernando e Isabel se encontraba inmerso en varias luchas sin tregua. A la cuestión sucesoria, le seguía la guerra con Portugal, luego Granada, América, etc. Todos estos acontecimientos condujeron a una lejanía física entre ambos que, gracias a las cartas, se hizo más llevadera.
En las cartas de amor autógrafas de los monarcas que se han recopilado entre esos años, se muestra a un Fernando completamente enamorado y una Isabel que se vale de las astucias femeninas para mantener la llama de un amor expuesto a vientos y tempestades.
María Lara, doctora y autora experta en Juana I, “mal llamada la loca”, explica que era Fernando quien esperaba con nostalgia e impaciencia las cartas de su mujer. De hecho, Fernando también sentía celos por Isabel, de ahí que siempre esperaba con ansias las cartas y si no llegaban se ponía triste y melancólico.
Párrafos y frangentes de las cartas de amor
Estos son algunos fragmentos de las cartas de amor entre Isabel la Católica y Fernando de Aragón. Son párrafos cargados de calor personal y afecto.
De Fernando a Isabel:
- “Yo viendo esto, no puedo decir mi pena, que entiendo que si en infierno estuviese estaría con mucho menos de la que estoy ahora… que no sé por qué Nuestro Señor me dio tanto bien para tan poco gozar de él, que ya hace tres años que no estado con Vuestra Señoría sino siete meses en vegadas”.
- “A mí me parece que es muy necesario y que se debería vuestra señoría venir, porque entramos juntos, nos ayudamos tanto que es la vida, y es tiempo que todo nuestro poder se halle junto…”
- “Sabe Dios lo que me pesa de mañana, no ver a vuestra señoría, que juro por vuestra vida y mía que nunca tanto ame. Y acabo con más deseo deservir a vuestra señoría que nunca”.
La Dinámica de Poder
A lo largo de su relación, Isabel y Fernando mantuvieron una dinámica de poder interesante. Aunque ambos eran monarcas, Isabel a menudo mostró una gran determinación y liderazgo que la colocó en el centro de las decisiones. Fernando, aunque era un rey fuerte, ejercía su influencia de manera más sutil, siendo un hábil diplomático y estratega.
El hecho de que ambos reinos conservaran sus propias leyes y sistemas administrativos les permitió mantener un equilibrio de poder. Sin embargo, a pesar de esta aparente cooperación, también hubo momentos de tensión. Las diferencias políticas y las rivalidades entre los nobles de Castilla y Aragón generaron conflictos que requerían constantes negociaciones entre los dos monarcas.
El Legado de Isabel y Fernando
La relación entre Isabel la Católica y Fernando de Aragón no solo fue una historia de amor y ambición política, sino también un periodo de transformación cultural y social en España. Bajo su reinado, se promovió el arte, la literatura y la exploración. La expedición de Cristóbal Colón en 1492, que llevó al descubrimiento de América, marcó el inicio de una era de expansión y riqueza para España.
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