Así es Junko, la desconocida mujer japonesa de Bernardo Pantoja
La muerte de Bernardo Pantoja ha dejado una profunda tristeza en el clan Pantoja, pero especialmente a Junko Ta, la que era su mujer. La japonesa era una persona completamente ajena al mundo del corazón y la prensa rosa.
La que fuera bailaora, ha vivido en un discreto segundo plano los últimos años y ha tratado de pasar despercibida. Se habla incluso de que Anabel e Isabel Pantoja no tenían buena relación con ella, tanto que le han impedido estar junto a él en sus últimas horas.
Con más de 20 años de relación, la pareja decidió casarse en el año 2019 para formalizar su situación pese a que estaban más que asentados. Ella fue la que le ha ha cuidado en sus últimos años de vida, cuando su salud más se ha resentido.
Cuando la diabetes golpeó más a su vida, teniendo incluso que amputarle una pierna, ella siempre estuvo a su lado. Era la que le acompañaba en sus visitas al médico, la que estaba pendiente de su medicación o de sus entradas y salidas en el hospital.
La mujer de Bernardo era la responsable de mantener su economía, ya que él no tenía un trabajo conocido y se sabe que recibía una pequeña pensión por su enfermedad. Era su trabajo el que hacía llegar un sueldo a su hogar, aunque también es un secreto a voces que Anabel ayudaba económicamente cuando se lo pendían.
¿Cuál es el trabajo de Junco?
Junco, por su relación con el mundo flamenco, comenzó a diseñar trajes y accesorios que exportaba a Japón. De esta manera ella era la cabeza de familia, siendo la responsable del cuidado y de la economía familiar.
Pese a que muchos reconocen su sacrificio y la adoración que sentía por su por su marido, se paunta a que Isabel Pantoja culparía a la japonesa de la mala salud de su hermano. La diabetes que sufría le obligaba a tener una dieta muy cuidada, pero ella pensaba que su cuñada era muy permisiva con la comida.
Otro de los puntos polémicos fue su boda secreta en el año 2018. La pareja se casi sin presencia de familiares en una ceremonia íntima celebrada en el registro de Sevilla. Sin grandes lujos, solo un amigo acudió como testigo del enlace y ni tan siquiera su hija Anabel fue avisada.
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