Eurocopa: España - Georgia

A esta España no hay quien la pare

La selección española remontó el autogol inicial de Le Normand con una exhibición ofensiva que acabó por triturar a Georgia

Monumental actuación de Mamardashvili, que evitó que la goleada de España fuera el récord histórico en una Eurocopa

España Georgia

Ni las mil paradas de Mamardashvili, ni el autogol inicial en contra, ni el diluvio universal, ni el entusiasmo de Georgia. Nada ni nadie puede parar a esta España desatada. Al menos hasta ahora. La selección reaccionó al inesperado 0-1 que se metió Le Normand en su portería con un fútbol total y una goleada en la que participaron Rodri, Fabián, Nico Williams y Dani Olmo. España se metió en cuartos por la puerta grande y allí se las verá con Alemania en un partido que suena a final anticipada de la Eurocopa.

Ya era un pierde paga. Victoria o Ibiza. Llegados a este punto ya no había rival pequeño por poco glamuroso que fuera el nombre de Georgia. Peladas las barbas de Italia, España remojaba las suyas devolviendo al césped a la alineación titular, que había descansado (casi) en pleno ante Albania. Luis de la Fuente volvió al equipo que deslumbró en la segunda jornada, ese once que ya conocemos todos de memoria: Unai Simón; Carvajal, Le Normand, Laporte, Cucurella; Rodri, Fabián; Lamine Yamal, Pedri, Nico Williams; y Morata.

Vaya por delante que éramos más favoritos ante Georgia que Pedro Sánchez para Tezanos en unas elecciones. Y eso que nuestro rival, además de un elenco de nombres impronunciables, podía presumir de tener en sus filas un imponente portero, Mamardashvili; un extremo guadianesco pero genial, Kvaratskhelia; y el máximo goleador de la Eurocopa, el desconocido Mikautadze. Pero nosotros teníamos más. Mucho más. Muchísimo.

Sonaron el himno de Georgia y el lo-lo-lo-lo nuestro y empezó el fútbol. Pronto ambas selecciones pusieron sus cartas boca arriba. El balón lo monopolizaba España, replegaban los georgianos con una defensa como un concierto de Taylor Swift: con mucha gente junta en poco espacio dispuesta a darlo todo.

Asedia España

Los nuestros atacaban por los flancos. Nico Williams, nervioso e inspirado, las pedía todas por la izquierda. Por el otro lado percutía Carvajal con Lamine Yamal en busca de la diagonal. Precisamente un centro del lateral del Real Madrid provocó la primera ocasión de España en un centro raso y medido al que llegó forzadísimo Pedri. Georgia esperaba un asedio y un asedio estaba viviendo.

Todos los jugadores menos Unai Simón se concentraban en torno al área de Mamardashvili. El juego de España era un monólogo que ríete tú de los de Leo Harlem. Al filo del minuto 10 apareció por primera vez la mano de Mamardashvili para salvar in extremis un cabezazo de Carvajal a la salida de un córner. El gol (nuestro) era cuestión de tiempo. Posiblemente, poco.

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Fabián dispara desde fuera del área en el España-Georgia: (Getty)

La superioridad de España era escandalosa. Georgia no daba dos pases seguidos. Y la selección no les daba respiro. Pero el fútbol es tan caprichoso que, como decíamos, el gol de España era inminente. Y fue. Pero en nuestra propia portería. La jugada desgraciada se produjo en el minuto 18 en una contra en la que España defendió lánguida y vaga. Rodri no hizo falta a Mikautadze en el inicio del contragolpe, Cucurella replegó mal y, para colmo, Le Normand se la metió con el muslo en su propia portería.

El tanto, inesperado e inmerecido, no hizo sino reforzar aún más el guión inicial del encuentro. Repliegue total de Georgia, ataque total de España. El ejercicio defensivo de los georgianos, descomunal, recordaba al épico Real Madrid del Etihad. Achicaban agua con naturalidad y fe. Aunque les llegaba por la cintura.

Tiro en el pie de Le Normand

En el 26 la ocasión fue para Pedri, que finalizó arriba una buena jugada coral del equipo español. La selección empezaba a perder la paciencia y el toque. De repente nos entraron las prisas aunque teníamos más de una hora por delante para deshacer el entuerto. España perdió el hilo y trató de atacar con el desorden del patio del colegio.

Por no hablar del desastroso Le Normand, que compraba boletos para hacer un penalti en cada jugada. España estaba tan descolocada que cada balón perdido provocaba una contra de Georgia, que empezó a crecerse a lomos de Mikautadze y Kvaratskhelia.

En el 34 otra vez la mano de Mamardashvili se interpuso entre España y el gol para sacar con firme pulso un tiro cruzado de Cucurella. Y en el 37 otra vez el magnífico portero georgiano evitó el tanto de la selección, esta vez de Nico Williams. El cántaro fue tanto a la fuente de Mamardashvili que, por fin, acabó hecho añicos. Fue una jugada larguísima en la que participaron (casi) todos los jugadores españoles. Finalizó Rodri con un disparo cruzado desde fuera del área que pilló tapado y desprevenido al portero de Georgia. Por cierto, Morata estaba en fuera de juego posicional, como casi siempre, pero no influía en la jugada.

Rodri iguala fuerzas

El empate devolvió la tranquilidad a España. Menos a Morata, que se llevó puesto a un defensor georgiano en una entrada por la que vio una amarilla porque el árbitro fue magnánimo. Con un par de córners a nuestro favor, para abrochar la primera parte con nueve, nos fuimos al descanso con el mal menor de la X en el marcador tras un primer tiempo en el que nuestra selección enseñó sus dos caras.

En la reanudación volvimos al modo asedio. La tuvo Fabián en el primer minuto tras una buena presión pero su disparo le salió más mordido que la manzana de Apple. Devolvió el golpe Kvaratskhelia con un intento de gol desde el centro del campo que pilló descolocadísimo a Unai Simón y que estuvo en un tris de costarnos muy, muy caro. Superado el susto volvimos al control del juego.

Por enésima vez Mamardashvili evitó el gol de España para volar a una falta ejecutada por Lamine Yamal. Pero no había pasado el peligro para Georgia, porque nuestra selección se hizo con el rechace y la pelota llegó de nuevo a las botas de Lamine Yamal. Su centro medido al segundo palo era del portero, pero el meta georgiano se quedó bajo palos, y por allí apareció Fabián para fusilar a Mamardashvili y poner a España por delante en el marcador.

Fabián de mi vida

Georgia empezaba a perder fuelle y acusó el 2-1. La selección española, ya sin el agobio del marcador, se tranquilizó con la pelota y empezó con el tiki-taka. Pero mantuvo la presión y así pudo llegar el 3-1 si Lamine Yamal no se hubiera recreado en el mano a mano con Mamardashvili dentro del área hasta echarla fuera. Entonces metió Luis de la Fuente un doble cambio: Oyarzabal y Grimaldo por Morata y Cucurella.

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Rodri celebra el 1-1 en el España-Georgia. (EFE)

Aún le dio a Georgia para meternos el miedo en el cuerpo en una contra en la que España se quedó partida en dos. Por suerte la echaron arriba. Y respondió nuestra selección con una maravillosa jugada cosida entre Dani Olmo y Lamine Yamal que acabó en un autogol de Georgia. El colegiado, a instancias de su asistente, anuló el gol por fuera de juego y el VAR lo ratificó.

Era el 73 y la sentencia llegó un minuto después. La contra la comandó Fabián con un robo estupendo y un pase a lo Kroos. El resto lo hizo Nico Williams con aceleración, regate y finalización perfecta para batir a Mamardashvili y poner a España rombo a los cuartos de final. Y eso que todavía nos quedaba por delante un cuarto de hora más el alargue.

Pero Georgia ya estaba muerta. Tanto que primero Dani Olmo y luego Lamine Yamal perdonaron el cuarto. Era el 80 y fue entonces cuando Luis de la Fuente quitó a Fabián para meter a Mikel Merino (aunque su intención era quitar a Rodri) y a Carvajal para sacar a Jesús Navas. A pesar del lío del cambio ya no había partido y se demostró cuando Dani Olmo acertó, esta vez sí, para hacer el cuarto con un toque sutil desde fuera del área.

España ponía rumbo a octavos tras superar el varapalo del gol inicial de Le Normand con otra exhibición ofensiva que le mantiene su cartel de gran favorita para ganar la Eurocopa. El problema es que ahora vienen las etapas de montaña y la primera no será sencilla de escalar: Alemania.

Pero esa ya será otra historia. Y se la contaremos Dios mediante.

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