Vicente Gil: «Ayuso ha celebrado el Día del Padre y la izquierda machista la ha machacado»

Isabel Díaz Ayuso ha celebrado el Día del Padre. La Comunidad de Madrid ha editado un vídeo precioso y emocionante. Como padre y como hombre, gracias. Gracias por el reconocimiento sin complejos. La izquierda, a continuación, la ha machacado. El acoso a Ayuso de estos días sí es puro machismo.
Vivimos en una sociedad en la que la izquierda ha convertido el hecho de ser hombre en algo dudoso, como ser mujer. Dependiendo de cómo te percibas cada día puedes ser hombre, mujer o cabra. Vivimos en una sociedad donde ser hombre es sospechoso y casi criminal. La pérdida de la masculinidad es uno de los grandes problemas actuales.
Se trata de hacer crecer individuos, desde la escuela, sin identidad, llenos de dudas, que no sepan qué son, que fluyan según les dé el viento cada mañana. A capricho. Sin fortalezas ni certezas. Lo que la izquierda siempre ha hecho: deshumanizar al individuo para manipularle.
El odio al hombre es un negocio del que viven numerosas asociaciones, chiringuitos, abogados, trabajadores sociales y periodistas que se forran en tertulias televisivas y conferencias diciendo auténticas barbaridades cargadas de odio y alimentadas por sus propias obsesiones y complejos personales. La izquierda fracasó con la lucha de clases y ahora la ha sustituido, entre otras, por la lucha de sexos.
El asesinato de mujeres es un problema grave que avergüenza a cualquier sociedad. Pero que haya, cada año, 50 ó 60 descerebrados que maten a su pareja o ex pareja no justifica castigar con el repudio social, el odio y una legislación discriminatoria (e inconstitucional, como dijo Alfonso Guerra) a 23 millones de hombres en España.
La izquierda rancia ha convertido el feminismo en algo antipático y odioso. La ideología de género y el transgenerismo sólo buscan clientes crónicos y asegurados de por vida para las grandes corporaciones que se dedican a la hormonación y las cirugías. Le llaman progreso, pero es muy viejo: un negociazo multimillonario. Cuanto antes empiecen, mejor. Cuánto más jóvenes, más negocio. Y rapidito, sin la supervisión de padres o médicos, no vaya a ser que se echen atrás. De paso, el sistema abandona a quienes, de verdad, por disforia de género, necesitan ayuda. Y una ayuda de años, que no debe de ser rentable.
Si uno no sabe quién es o qué es, empezando por lo más básico y evidente, el sexo, ¿cómo va a saber nada a partir de ahí? Será un ser fácilmente manipulable, aparte de un gran negocio. No hablamos de las personas que, desde niños, muestran disforia de género de forma natural sin estar influidas por el mensaje trans y queer machacón que domina el ambiente social y los medios hoy.
Los cambios de sexo se han multiplicado por 400 en España desde la entrada en vigor, hace un año, de la Ley Trans. En muchos casos, son fraudes evidentes de caraduras buscando ventajas laborales o sociales que el sistema otorga a las mujeres. Y en muchos otros casos, también, son hombres desesperados que, de forma absolutamente legal, están encontrando una vía para poder ver a sus hijos o escapar del aluvión de denuncias archivadas o falsas de exparejas enloquecidas.
Esto es una realidad tanto como los 50 ó 60 asesinatos machistas abominables de cada año, que van a más gracias a la inútil Ley de Violencia de Género y a la demagogia barata de la izquierda, comprada por cierta derecha cobarde.
La izquierda fracasada del socialismo y el comunismo intenta cambiar nuestra sociedad por la puerta de atrás. No se trata de hacerla evolucionar con los tiempos. Se trata de destruir. Derribar es lo primero. Lo que siempre hizo el comunismo.
Esto es a lo que se dedica, en España, con todas las instituciones sociales y políticas el Gobierno de Pedro Sánchez, erigido en líder de la ultraizquierda más reaccionaria y casposa de Europa. Destruir para construir un nuevo orden basado en su ingeniería social de cánones woke exportados y disfrazados de buenismo desde las universidades pijoprogres de niños ricos de Estados Unidos.
Para la izquierda atacar, desde dentro, las instituciones básicas de una sociedad es esencial. Y si se resisten, ir minándolas. Por ejemplo. Ver cantar a un teniente coronel del ejército en un acto del ministerio de Defensa ha producido vergüenza ajena y no sólo porque desafinaba. ¿Qué habrán pensado sus subordinados? El ejército es lo que es y está para lo que está. Y no es una ONG por más que lo pretenda una izquierda acomplejada.
Hablando del ejército. Yo me pregunto retóricamente. Si nos invaden los rusos un día, ahora que se habla de una guerra en Europa, ¿quién irá al frente, mayoritariamente, a defender a nuestro país como han hecho los ucranianos? ¿Quién pondrá los muertos? ¿Quién los está poniendo en Ucrania? ¿Los hombres o las mujeres? ¿Por qué? ¿No hay igualdad para esto?
Si hay una guerra con Rusia y hay que movilizar reservistas, como ya está pensando Alemania, ¿quién irá a combatir? ¿Irán hombres o mujeres? ¿O depende de cómo se sientan cada día? ¿Quien irá a pelear contra esas bestias inhumanas y salvajes de los mercenarios Wagner? ¿Los que se disfrazan de policías o militares por morbete el Día del Orgullo, el señor que se siente cabra los martes y jueves o el que se siente bebé y va con chupete por la vida?
Occidente se cae. El Mal está venciendo al Bien y la pérdida de la masculinidad, entre otros valores, es uno de sus grandes problemas. Con la complacencia de los complejos de la derecha.
A Ayuso le cayó la del pulpo por recordar el pasado 8 de marzo que el 97% de los soldados muertos en combate en el mundo son hombres y que la mayoría de víctimas de suicidios, accidentes laborales o de tráfico y adicciones son hombres. Y que por algo será. Y que algo habrá que hacer. Y que el 80% de las personas asesinadas en España son hombres. Y se preguntó que cuándo era el Día del Hombre. Ahora le ha caído, otra vez, la del pulpo por celebrar el Día del Padre.
Esto no es, como manipula la izquierda, negar los asesinatos machistas. Es, simplemente, poner las cosas en su sitio. A millones de mujeres les horroriza pensar que sus hijos crecen en una sociedad donde se les intenta acomplejar desde pequeños por el hecho de ser hombres. Reivindicar al hombre y la masculinidad y seguir luchando por la igualdad plena de las mujeres en todos los ámbitos es absolutamente compatible.
Sólo la izquierda que vive del odio no quiere. Quieren imponernos sus modelos. San José es la referencia de este Día del Padre. San José, del que se decía era «el hombre del servicio en silencio». Como tantos millones de padres. ¡Feliz Día del Padre a todos! Estas líneas van por tantos y tantos millones de hombres buenos y padres que se entregan, con amor, a sus mujeres e hijos. Y el rojerío amargado que se vaya al psiquiatra.