Sánchez se verá con el prófugo Puigdemont el 12 de septiembre en Estrasburgo en plenas negociaciones

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Joan Guirado
  • Joan Guirado
  • Corresponsal de Gobierno y Casa Real. Siguiendo la actividad del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y del Rey de España. También política catalana.

El 12 de septiembre. Un día después de una Diada cada vez con menos movilización por parte del separatismo. En Estrasburgo. Ese día y en esa ciudad francesa se verán, en plenas negociaciones para la investidura, el presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la reelección, Pedro Sánchez, y el fundador y eurodiputado de Junts per Catalunya y ex president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Ambos coincidirán durante el discurso que el jefe del Ejecutivo dará ante el pleno de la Eurocámara, con motivo de la Presidencia de turno de la Unión Europea, que se tuvo que aplazar en plena campaña electoral. Ahora, con todo el escenario cambiado, lo más interesante de dicha intervención no estará en sus palabras. Se verá en los pasillos.

Puigdemont, que no acudió al último pleno en Estrasburgo por temor a ser detenido, sí acudirá al próximo que está fechado para la tercera semana de septiembre. Fuentes cercanas al ex president fugado de la Justicia española, que tiene en su mano la llave de la gobernabilidad en España tras el recuento del voto CERA, confirman a OKDIARIO que sí estará presente en la sede del Parlamento Europeo ese día. Por lo que, quiera o no Sánchez, se encontrará con él. Una foto que no se produce desde el 15 de septiembre de 2016, cuando todavía no era presidente del Gobierno y visitó el Palau de la Generalitat.

Por aquel entonces Pedro Sánchez ni tan siquiera contaba con hospedarse algún día en el Palacio de La Moncloa. Para lograrlo, a diferencia de ahora, se presentaba como un hombre de orden y constitucionalista, posando con una gran bandera de España a la espalda para lanzar su candidatura a la Presidencia. Siete años después ha cambiado de opinión en muchas cosas. Y las condenas por organizar referéndums ilegales que iba a endurecer se han convertido en indultos y el rechazo a dejar descansar la gobernabilidad del Estado en los separatistas ha mutado en una sumisión por completo a sus exigencias que irán a más si logra formar gobierno.

Fuentes cercanas a Carles Puigdemont dan por hecho que el dirigente separatista tratará de robarle unos minutos a Sánchez. Forzando así una fotografía que hasta ahora ningún dirigente socialista, menos aún él, se han querido hacer. El ex president, recuerdan en su entorno, es «imprescindible» para quien quiera ser presidente del Gobierno -sea Sánchez o Alberto Núñez Feijóo-. Y «tras muchos años diciendo que ya no pintaba nada, ahora se vuelve a poner en valor la importancia que tenía incluirle en la solución al conflicto catalán». Puigdemont, junto a unas bases de Junts más radicalizadas que él, tendrán la última palabra respecto a los acuerdos.

Referéndum y amnistía

Para Pedro Sánchez esa foto es incómoda. Aunque ha sido él mismo, en uno de esos cambios de opinión, el que ha habilitado a los que antes repudiaba como socios confiables y les ha dado mando de poder. Tanto que, a menudo, ERC y Bildu se jactaban de «obligar a Sánchez a hacer». Como si fueran ellos los que daban la orden de publicar en el Boletín Oficial del Estado. Un poder que, con sus siete diputados cuyo voto favorable es imprescindible para que el PSOE y Sumar sigan cuatro años más en La Moncloa, ahora se arroga Junts. Conscientes los de Puigdemont de todo lo que pueden lograr a cambio. El referéndum y la amnistía son sus posiciones de partida. Sobre todo esto último, marcado como una línea roja.

El ex president de la Generalitat, fugado desde hace seis años en Bélgica, ya ha dejado claro que no quiere una solución individual para él como lo sería el indulto que previamente ERC negoció con el PSOE para facilitar la salida de la cárcel de Oriol Junqueras y que promovió también la del resto de líderes encarcelados. Puigdemont, este mismo sábado, recordó a Pedro Sánchez y al PSOE todo lo que ha aguantado durante estos años y que está dispuesto a seguir aguantando para lograr una amnistía que deje sin efectos las condenas e investigaciones judiciales que afectan a más de 4.000 personas. Un asunto en el que los socialistas no están dispuestos a ceder.

Referéndum consultivo

Sánchez, sin embargo, sí estaría a favor de facilitar la celebración de un referéndum consultivo amparado en el artículo 92 de la Constitución. Una exigencia sin demasiado valor legal, ya que no es vinculante, al que Junts pone como segunda prioridad tras la amnistía y a la que incluso estarían dispuestos a renunciar a cambio de una ley que deje libre de cualquier culpa a lo que ellos llaman «represaliados del procés». Miles de personas entre las que hay los miembros del Govern que organizaron el referéndum ilegal, otros acusados por malversación y centenares de ciudadanos que sembraron el caos paralizando el aeropuerto de Barcelona o agrediendo a policías con barras punzantes.

Los negociadores

El secretario general del PSOE, que ha dejado el acuerdo en manos de Miquel Iceta, el PSC, María Jesús Montero y Félix Bolaños, no tiene intención de involucrarse directamente en las negociaciones. Algo que el día 12 de septiembre Puigdemont hará saltar por los aires con, como mínimo, ese breve encuentro con Pedro Sánchez. Está por ver si, dentro la discreción que unos y otros proclaman, aprovechan su coincidencia en la misma ciudad para entablar un diálogo más relajado y largo en el que ambos líderes puedan acercar posiciones sin interlocutores de por medio. El 12 de septiembre, probablemente, estará a punto de celebrarse el primer debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo y ya empezará a correr el reloj de los dos meses para la repetición electoral. Por lo que el tiempo empecerá a acuciar.

«Presión y desgaste» de Feijóo

El Partido Socialista, según explicaron el día después de las elecciones fuentes de Ferraz, espera que la «presión y el desgaste» hagan mella en Junts y que gracias a ello acaben rebajando sus pretensiones para facilitar la investidura. Pero Puigdemont, este sábado, ya advirtió a Pedro Sánchez que “ningún chantaje político dará beneficio alguno”. Los junteros, a diferencia de ERC, ya han demostrado en otras ocasiones que son firmes y poco flexibles en la defensa de sus posiciones. Hasta el punto de abandonar el Govern, con la pérdida de poder que eso representa, al no compartir la estrategia de la mesa de diálogo que Pere Aragonés mantiene con Sánchez.

Los herederos de Convergència no se fían del líder del PSOE y, por ese motivo, todo lo que les pueda conceder a cambio de su apoyo a la investidura tendrá que ser con “pago previo”. Lo que dificulta aún más unas negociaciones ya de por sí complicadas. Con unas elecciones autonómicas en Cataluña, previstas para dentro de un año y medio en el mejor de los casos, la única presión a la que teme Junts a día de hoy es a la de la calle. «Ya hemos visto cómo le ha ido a ERC implicándose en la gobernabilidad del Estado», recuerdan, como preámbulo para seguir instalados en su posición de frentismo que les ha permitido resistir y les podría facilitar recuperar la Presidencia de la Generalitat.

Horas después de las elecciones del 23 de julio, cuando el resultado que arrojaron las urnas ya hacía imprescindible el concurso de JxCat en la solución política al bloqueo institucional que hay ahora mismo, miles de personas corearon en un concierto en Salt (Gerona), «Sánchez, mam…, llama a Puigdemont». Por lo que ese grito, admiten en Junts, «es mucho más sonoro que el de cuatro empresarios que nos puedan reclamar que facilitemos la formación de un Gobierno». JxCat nunca se ha movido en la lógica política y tampoco tiene previsto cambiar posición cinco años después de su nacimiento.

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