Sánchez marcha con los constitucionalistas pero no rompe con los sediciosos
De ninguna manera Sánchez romperá con ellos. El PSOE lo oculta celosamente pero algunos de los alcaldes que Quim Torra reclutó el sábado en la Generalitat de Cataluña para acompañarle en su desafío independentista son del PSC –“Alcaldes socialistas por el referéndum” se llamaban–. Son la franquicia de Sánchez en Cataluña. Además, otros que no son de esa estricta obediencia política, gobiernan en poblaciones gracias al apoyo del PSOE. Por ejemplo, los municipios de Badalona o de Castelldefels sin ir más lejos. Sánchez envió este domingo a sus ministros Ábalos y Borrell a última hora y con muchos recelos. Tuvo que obtener la seguridad por parte de los muy tibios nuevos dirigentes de Solidaridad Civil Catalana (SCC), de que los dos miembros de su Gobierno no serían increpados en la manifestación, algo que consiguió con el todavía titular de Exteriores. Borrell, pero mucho menos con Ábalos, al que el PP recordaba la constancia de que el PSOE, del que él es secretario de Organización y diputado por Valencia, gobierna la Comunidad de Valencia y también la propia capital de la autonomía con el auxilio de los independentistas que son, claramente, anexionistas procatalanistas.
A esta doble vara de comportarse se le denomina en el PP y Ciudadanos “funanbulistas políticos”, una expresión que este domingo repitió machaconamente Pablo Casado en todos los momentos en que se le puso un micrófono por delante. Para los dos partidos del centroderecha español es inaudito que los socialistas se apunten a este tipo de concentraciones constitucionalistas mientras continúa con los pactos con los secesionistas en las comunidades de Navarra, Aragón, Valencia y Baleares o en capitales de provincia de tanta relevancia como la propia Valencia, Coruña, San Sebastián, Palma de Mallorca, Vitoria, Santiago de Compostela, Ferrol o Pontevedra. En definitiva: el PSOE marcha con los constitucionalistas pero gobierna con los sediciosos.
Fuentes de todo crédito del PP consultadas por este cronista adelantan que en la recta final de esta campaña que ya ha comenzado, Casado y todo su de dirección van inculpar a Sánchez de ser infiable en este aspecto, en esta esquizofrenia que, según ha manifestado la número uno por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, convierte al PSOE en una fuerza políticamente claramente desleal. Infiable es el adjetivo que repiten los populares con mayor frecuencia. Lo explican asegurando que Sánchez ni quiere aplicar la Ley de Seguridad Nacional, iniciativa en la que este domingo volvió a exigir Casado, ni tiene la menor intención de ordenar la ruptura de los acuerdos en los lugares ya mencionados. Dice un portavoz del PP en la Diputación Permanente del Congreso: “Digan lo que digan ya han acordado con Esquerra que si no tienen mayoría en el Parlamento, pedirán sus votos”. Y es de prever que los obtengan.
En un próximo Parlamento por lo demás se avecina probablemente la presencia de la ultraizquierda más radical. En Cataluña, las encuestas que se publican (y otras que curiosamente se están ocultando por parte del PSOE) prevén que las CUP, hermanos mayores de los violentos terroristas CDR’s, tendrán en Madrid una representación no menor a tres diputados, puede incluso que cuatro. Estos escaños serán “robados” directamente del partido de Torra y del fugitivo Carles Puigdemont, al que en Cataluña le profetizan una pérdida de tres escaños, de los siete actuales a los tres o cuatro que les profetizan los sondeos. Sánchez conoce perfectamente estos datos como sabe que la única posibilidad que guarda para repetir en La Moncloa si el PP no se aviene a un gobierno de coalición, es un entendimiento con el partido de Junqueras, con el que, desde luego, ya existen fructíferos contactos. De aquí, lo dicho: Sánchez no romperá los pactos autonómicos y municipales con los secesionistas. En ellos les va a el futuro de su vida política.