Sánchez exige a los embajadores una «política exterior feminista» en pleno descrédito de España

Política exterior feminista
Carlos Cuesta

Una «política exterior feminista». Esa es la orden que tienen en estos momentos los representantes españoles en el exterior: ni los mismos embajadores saben muy bien qué significa eso, pero saben que las consignas que reciben apuntan a una priorización de este objetivo. Y todo ello, mientras España sigue perdiendo imagen, inversión y peso exterior por la lentitud de la vacunación, la tasa de mortalidad por covid récord en todo el planeta, la ola de inmigración ilegal, los alardes separatistas de los apoyos del Gobierno, y hasta los mensajes antisistema, antiempresa y antipropiedad privada de los socios de Pedro Sánchez en Moncloa.

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, ha enviado ya los mensajes a los embajadores. Unos mensajes centrados en una política de Exteriores que priorice «la defensa de valores como la igualdad y la diversidad». Y para ello, ha pedido a las legaciones diplomáticas españolas «dar prioridad a las políticas que promueven la diversidad y promueven la igualdad», tal y como describe una fuente del cuerpo diplomático español. Por ello, se ha pedido a los embajadores que defiendan las bondades de un plan de recuperación español cuyos ejes pasan por «la igualdad entre hombres y mujeres».

El bautismo ha sido dado sin matices: «Una política exterior feminista». ¿Qué significa eso? No lo saben bien ni los propios emisarios españoles en el exterior. Pero las consignas a los embajadores incorporan frases como que «las acciones de política exterior incorporen la brújula del valor de la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de género».

A partir de ahí, cada uno que se busque la vida para entender el mensaje.
Pero, si el mensaje es ya de por sí peculiar, más lo es si se tiene en cuenta el contexto. Y es que España no deja de perder presencia y respeto internacional.

La presencia de Podemos en el Gobierno de España, de hecho, está teniendo ya consecuencias apreciables en materia de colaboración de los servicios de inteligencia internacionales. Apreciables y sensibles. Fuentes internas conocedoras del trabajo diario del CNI han confirmado a OKDIARIO que es evidente la restricción de información puesta a disposición de España por parte de algunos de los principales servicios de espionaje de las grandes potencias, tal y como ha publicado este diario. Entre ellos, los hasta ahora mayores colaboradores en la lucha antiterrorista: el servicio de inteligencia de Estados Unidos, el de Reino Unido y el de Israel.

Desconfianza internacional de España

Es obvia la desconfianza que genera la presencia en el Gobierno e incluso la influencia en el CNI de un partido como Podemos, con claros vínculos con determinados regímenes dictatoriales y ligados a delitos perseguidos internacionalmente. «Es normal que países que han cuidado siempre sus servicios de inteligencia no quieran trasladar ahora información sensible sobre determinadas operaciones a un país como España gobernado en estos momentos, al menos en una parte, por personas que han entrado en contacto directo con mandatarios que pueden estar siendo investigados dentro de las labores habituales de esos mismos servicios de inteligencia», explica una fuente conocedora de las relaciones entre los servicios de inteligencia internacionales.

Lo cierto es que esa desconfianza se ha notado ya abiertamente incluso en las reuniones abiertas y no estrictamente de inteligencia que mantienen grandes potencias para abordar asuntos de relevancia internacional como el terrorismo. Así, dos de las últimas cumbres internacionales en las que se han debatido asuntos decisivos en materia de terrorismo o mafias de la inmigración no han contado con España.

Los representantes del Gobierno socialcomunista aseguran extraoficialmente que no había un interés nacional por acudir, pero fuentes diplomáticas consultadas por OKDIARIO han reiterado que nunca hubo un intento de invitar a España para que estuviera presente junto con el resto de potencias. De hecho, la evidente realidad es que los gobernantes nacionales ni estuvieron en esas citas, ni se les esperaba.

La primera de estas citas se desarrolló en la segunda mitad de enero. El anfitrión fue Alemania. Berlín acogió a líderes internacionales y partes en conflicto para dialogar y solucionar la crisis en Libia. Los puntos encima de la mesa no podían ser más decisivos para España: avance del yihadismo, situación de Libia y su consiguiente expulsión de refugiados, y presión del islamismo radical en los países vecinos de España en la orilla opuesta del Mediterráneo.

España, excluida de dos cumbres antiterroristas

Las partes involucradas en el conflicto libio y líderes como Erdogan, Putin, Macron y Johnson acudieron sin dudarlo para solventar el tablero político y mostrar su apoyo al alto al fuego en el país del norte de África. Los asistentes fueron aquéllos que Alemania y sus socios consideraron decisivos en la toma de postura del tablero internacional: los presidentes de Turquía, Recep Tayyip Erdogan; de Francia, Emmanuel Macron; de Rusia, Vladimir Putin; el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte; el secretario general de la ONU, Antonio Guterres; la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro británico, Boris Johnson; el presidente del Consejo de la Unión Europea, Charles Michel; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi. Ni rastro de España.

Pero, el segundo de los encuentros en los que España brilló por su ausencia fue aún más evidente. Mitad de noviembre. Francia, Alemania, Austria y Países Bajos se reúnen para una cumbre netamente antiterrorista. Y España volvió a quedarse fuera de juego, junto a Italia y Grecia. En la mesa de discusión, nada menos que la reforma del espacio Schengen y el blindaje y refuerzo de los sistemas de control en las fronteras exteriores. Traducido: justo uno de los principales problemas de España, inmersa en esas fechas en una nueva crisis de las pateras.

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