Sánchez encarga a Calvo ‘blindar’ La Moncloa para evitar que Iglesias asuma más poder

Con Pedro Sánchez de vacaciones en Lanzarote, la vicepresidenta primera Carmen Calvo es la encargada de que nada descarrile en el Palacio de La Moncloa. El presidente socialista ha delegado en ella la misión de contener la pretensión de Pablo Iglesias de acumular más poder y desgastar al PSOE.
Esta semana la tensa relación entre los socios del Gobierno de coalición ya quedó en evidencia a propósito de la salida de Juan Carlos I de España. Podemos centró los ataques en la vicepresidenta, acusándola de «hacer cómplice al Gobierno» de la «operación» de la Casa Real.
La crispación no se quedó en una mera crítica. Los de Iglesias anunciaron, además, que pedirán que Calvo comparezca en el Congreso de los Diputados y dé explicaciones. Como reveló OKDIARIO, Sánchez estaba al corriente de que Felipe VI había tomado ya una decisión sobre su padre, aunque mantuvo la debida discreción con la Casa Real para permitir una salida ordenada de Don Juan Carlos. El Emérito pudo disponer así de la tranquilidad suficiente para salir del país.
Sin embargo, la iniciativa podemita supone un ataque muy relevante a la salud del Gobierno de coalición. «En el futuro, no puede volver a pasar, no se nos puede no hacer partícipes. Nos sentimos con legitimidad de salir a criticar», dijo esta semana Jaume Asens, presidente del Grupo Parlamentario de Podemos, visiblemente irritado.
Antes, la ministra de Igualdad, Irene Montero, había protagonizado el enfrentamiento más bronco con Calvo, en un tira y afloja de réplicas y provocaciones. El motivo fue la reunión mantenida por el PSOE con Ciudadanos para evaluar los acuerdos alcanzados y estudiar el apoyo de la formación naranja a los Presupuestos Generales del Estado. Muy molestos, desde Podemos se criticó que no contasen con ellos en la cita, a lo que Calvo respondió que: «Cuando hay un miembro del Ejecutivo está todo el Gobierno». La contestación no gustó a Montero: «Quien mira hacia la derecha no es el Gobierno, sino una parte de él», avisó en Twitter. Toda una declaración de intenciones.
Más poder
Calvo, mano derecha del presidente, tendrá una relevancia fundamental en los próximos meses, con la negociación de los Presupuestos Generales. Será un nuevo motivo de discordia entre los socios. Podemos quiere reeditar el pacto de la investidura, mirando a los separatistas. Desde el PSOE prefieren la negociación tranquila con Ciudadanos, un pacto a priori incompatible con la coalición.
Sánchez ha confiado en Calvo el día a día del Ejecutivo con una misión clara: que Iglesias no asuma ni más protagonismo ni más poder del que tiene. El líder de Podemos es el tercero en el escalafón de mando del Ejecutivo. Sin Sánchez ni Calvo operativos, él sería el máximo responsable de La Moncloa. Algo que difícilmente ocurrirá pero para lo que los socialistas prefieren estar preparados.
En los ocho meses de Gobierno socialcomunista el PSOE ya ha tenido que tomar medidas para imposibilitar que Iglesias se pudiera hacer con la Presidencia en funciones. Ocurrió durante la pandemia del coronavirus y hace tan sólo unas semanas, con el presidente en el Consejo Europeo más largo de la historia, cuando Calvo anuló un viaje a París previsto desde días antes a pocos minutos de su salida. El propósito, en ambos casos, era no facilitar a Iglesias asumir de facto el papel de presidente en funciones.
Calvo se ha convertido en uno de los blancos fáciles de Iglesias y de su pareja y ministra de Igualdad, Irene Montero. Desde las negociaciones fallidas del verano pasado, tras las elecciones del 28 de abril, la relación entre los podemitas y la histórica socialista no son buenas. La pérdida de las competencias en materia de feminismo, bandera histórica del PSOE, y la tramitación de la ley del ‘no es no’ en el arranque de la legislatura, no han hecho más que agrietar una relación complicada que tensiona el día a día de Moncloa.
Como su antecesora en el cargo, Soraya Sáenz de Santamaría, Calvo ostenta mucho poder pese a compartir la vicepresidencia con tres personas más, entre ellas Iglesias. Pero en el PSOE recuerdan que “la auténtica vicepresidenta es ella, la que tiene las funciones políticas”. De la socialista cordobesa depende el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. También pasa por sus manos todo lo que se discute en el Consejo de Ministros, con capacidad para paralizar la tramitación de proyectos de ley. Sánchez confía mucho en ella.
Desde que la nombró vicepresidenta en 2018 y posteriormente vicepresidenta primera en 2020, el jefe del Ejecutivo no ha dejado de confiarle responsabilidades de gran calado para el devenir de la historia española. Carmen Calvo fue la encargada de pilotar la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos, de gestionar las relaciones con el Govern independentista, de organizar el homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus o, como se ha mencionado, de negociar la salida del Rey emérito.
Toda esa concentración de poder por parte de Calvo es lo que irrita a Pablo Iglesias. Y es que a diferencia de su vicepresidencia segunda, sin apenas competencias, su compañera tiene realmente capacidad de influencia y decisión.
Para Podemos, además, señalar a Calvo les permite mantener en cierto modo al margen al propio Sánchez, y mantener un hilo abierto para recomponer las relaciones. Un juego que a ambos partidos les interesa, al fin y al cabo, para salvaguardar a sus respectivos electorados. Saben que difícilmente uno sin el otro podrían sentarse en La Moncloa.