Saber retirarse a tiempo, clave de la decisión del Rey Juan Carlos I
Desde que el Palacio de la Zarzuela comunicara la retirada del Rey Juan Carlos de la vida pública, el pasado martes de esta semana, han sido muchas las interpretaciones que se han plasmado en los medios de comunicación acerca de la causa que ha llevado al anterior monarca a tomar esa trascendental decisión. Unos han apuntado a la mala salud del padre del actual Rey, añadiendo a sus evidentes problemas de movilidad debidos a antiguas lesiones de rodilla, cadera y espalda, nuevas y graves dolencias que pondrían en riesgo su vida. Otros comentaristas, basándose en lo que los periodistas achacan a veces a “fuentes generalmente bien informadas”, cuando no están identificados los orígenes de lo que vas a publicar pero hay que darle un marchamo de verosimilitud, aluden a la insatisfacción e incluso al hartazgo del anciano monarca ante un hipotético ninguneo de la actual Casa del Rey a don Juan Carlos. También los hay que achacan su repentina y sorpresiva retirada a unas pésimas relaciones entre el rey padre y el rey hijo, a la falta de adaptación de don Juan Carlos a un papel secundario, después de haber sido el titular de la Corona durante casi cuarenta años. E incluso algunos responsables de algunos medios digitales pone sobre la mesa la amenaza inminente de que sean publicadas escandalosas informaciones que afectarían a un ya dañado prestigio del anterior Jefe del Estado.
Lo que puede haber de verdad en esas versiones que se han difundido en los últimos días sobre el por qué don Juan Carlos ha decidido pasar página en su trayectoria como uno de los reyes más longevos de la Historia de España sólo él lo sabe. Al menos, de momento. Así que habría que optar por ir a lo seguro y deducir que motivos ha tenido el anterior titular de la Corona a dar un paso más definitivo en su decisión de abdicar tomada hace cinco años.
Desde el principio, se sabía que la simultaneidad de dos reyes en el escenario público del país era algo difícil de gestionar y complicado de aceptar por la ciudadanía. No es que a don Juan Carlos se le pasara por la cabeza la idea de poner trabas en el camino a recorrer por su hijo, que no ha sido así, sino que podía caer en la tentación de decir a su sucesor como debía actuar e influir en el libre ejercicio del nuevo monarca. Además, aceptar con naturalidad el pasar de ser la primera autoridad del país a un papel escasamente relevante, no iba a ser una tarea fácil.
Cuando las llamadas telefónicas cesaron, llegó el momento de reflexionar sobre las consecuencias de haber abdicado la Corona en su hijo. Es verdad que el Rey tiene achaques de salud pero, según afirman fuentes del área de Comunicación del Palacio de la Zarzuela, no sufre ninguna enfermedad grave. Es cierto que los problemas de movilidad que todos vemos en don Juan Carlos dificultan sus desplazamientos que se hacen lentos y un poco torpes, lo cual no gusta a nadie. Y que se sepa, no existen en el horizonte actual negros nubarrones que vayan a poner en entredicho la honorabilidad de don Juan Carlos.
La relación familiar es, ahora mismo, razonablemente buena, se ha retomado la cordialidad entre don Juan Carlos y doña Sofía, ambos están volcados con sus ocho nietos y la Infanta Cristina vuelve a tener un hueco en la vida de sus padres. Quizá, por tanto, haya que pensar que la razón de don Juan Carlos para anunciar su retirada es que haya llegado a la conclusión de que, en la vida, es importante saber irse, elegir el momento de decir adiós a lo que fue importante en anteriores etapas y no esperar a que sean otros los que te señalen la puerta y el momento de la salida. Es mucho más elegante que seas tu el que lo haga.