Rafael Arias-Salgado: «Para Sánchez la mentira es un instrumento más de Gobierno»
Las reflexiones de un hombre clave en la Transición y ministro con tres presidentes.
«El fondo del conflicto que ha resuelto el Tribunal Constitucional es que el Gobierno y sus aliados parlamentarios han intentado utilizar un método fraudulento para cambiar a su gusto instituciones básicas del Estado como son el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional; el resto no tiene relevancia alguna en esa campaña alocada de la izquierda por desautorizar a los magistrados…», afirma Rafael Arias-Salgado y Montalvo, ministro en los gobiernos de Adolfo Suárez, Calvo Sotelo y Aznar.
«Lo que ha hecho el Tribunal Constitucional no ha sido otra cosa que garantizar los derechos de los diputados que intentaban ser violentados mediante un fraude de ley», subraya el ex ministro, que fue ponente en su día de la Ley de Amnistía en los inicios mismos de la Transición.
«Clarísimo abuso de poder por parte de Sánchez, cosa que nunca se había hecho desde la llegada de la democracia a España, mucho menos en los organismos claves para la estabilidad democrática del Estado de Derecho… Dicen que algunos magistrados estaban caducados. No. Están prorrogados, cosa que sucede en todas las partes del mundo democrático…», explica.
PREGUNTA.- Su opinión sobre el actual momento política de España
RESPUESTA.- Momento especialmente delicado. Mediante unas cuantas leyes se pretende ocupar las instituciones y cambiar el modelo constitucional al pactado en 1978. La alianza gubernamental y parlamentaria de Sánchez (Podemos, ERC, Bildu) conduce a España a un modelo de distorsión pseudodemocrático a la húngara, pero de izquierda radical con un hiperliderazgo personalista al modo [Viktor] Orban. Ha tomado nota de la hasta ahora impotencia real de la Unión Europea para reconducir eficazmente la situación hacia el restablecimiento de la limpia funcionalidad democrática y la plena garantía de las libertades públicas. Sánchez ha multiplicado un 124 por ciento el presupuesto dedicado a propaganda y su equipo de asesores ha crecido un 60 por ciento. Todo esto son indicios claros de sus intenciones reales.
P.- ¿Qué se hizo mal para que España se encuentra precisamente en la situación que describe?
R.- Las cosas se hicieron, las hicimos, bien. Cuarenta años de estabilidad institucional, progreso económico y social, ampliar todas las libertades públicas y notable proyección internacional –especialmente con González y Aznar-, son las pruebas visibles que se trabajó bien como digo. España cambió de piel y de sustancia institucional. Por eso es inadmisible que Sánchez, por su oportunismo, o por convicción, da lo mismo –intente un cambio institucional soterrado y dudosamente democrático.
P.- ¿Cuál es el mayor déficit del sanchismo?
R.- No hablaría de déficit, sino de ADN. La mentira carece para él de calificación moral y se convierte en su instrumento de gobierno. Puede decir una cosa y la contraria con veinticuatro horas de diferencia sin inmutarse y presentándolo como progresista. Llegó a cerrar el Parlamento con la complicidad de la presidenta por él designada durante seis meses mediante decreto ley para «defender la salud de los españoles y en beneficio de las instituciones…». ¿Alguien da más?
P.- ¿Hay alternativa a corto y medio plazo?
R.- La hay. Aunque deben vigilárselas garantías legales de limpieza democrática porque si Sánchez se vuelve a presentar, distorsionará todo lo que esté en su mano el proceso electoral como ha hecho o quiere hacer con otras instituciones. Creo que Feijóo puede ganar las próximas elecciones con una mayoría suficiente para gobernar. Al principio, será difícil restablecer algunos consensos básicos, pero debe intentarse con una condición irrenunciable: debe restablecer y reforzarse –con las modificaciones legales necesarias-la dependencia institucional de nuestros organismos que tienen que ser independientes por su naturaleza tales como el CGPJ, el Tribunal Constitucional y otras agencias especializadas que deben gozar de plena autonomía en el cumplimiento de sus funciones legales. Y todo esto con carácter urgente.
P.- Usted formó parte de los gobiernos de Adolfo Suárez, Calvo Sotelo y Aznar. ¿Qué destacaría a tal propósito?
R.- Muy sintéticamente. De Suárez, los Pactos de la Moncloa, la democracia y la Constitución. Calvo Sotelo: Los pacto autonómicos y la incorporación de España a la OTAN. Así como la puesta en marcha del proceso negociador para incorporar el país a la Unión Europea. Aznar: una excepcional gestión económica, la proyección atlántica e iberoamericana de España, además de la europea (con éxito propuesto en el Tercer Pilar) y el respeto al Pacto Constitucional y el consenso en el desarrollo pacífico del estado autonómico. Añadiría también el éxito en las políticas de liberalización que contribuyeron significativamente al desarrollo económico de España.
P.- Las jóvenes generaciones de españoles no saben quién es Suárez, ni Miguel Ángel Blanco…
R.- En el examen de Selectividad o su equivalente en el futuro pondría diez preguntas obligatorias sobre la Transición Española y otras diez igualmente obligatorias sobre la Constitución; primaría su puntualización para acceder a la Universidad o suspendería a quienes no supieran responder correctamente la mayoría de ellas.
P.- Memoria Histórica…
R.- El proyecto gubernamental me parece un texto mentiroso y antidemocrático que torpedea el Pacto Constitucional y su ley fundacional preliminar. La Ley de Amnistía que fue universal y omnicomprensiva. Abarcó, incluso, a delitos de terrorismo que causaron mucho dolor y sangre. El alcance temporal de la ley de Memoria Histórica-hasta 1983- es inadmisible porque pretende enjuiciar toda la Transición y los primeros años de vigencia de la Constitución. Aspira a erosionar los fundamentos que legitiman política y jurídicamente la Transición y la Constitución para impulsar una mutación del régimen nacido de la Carta Magna.
Es un paso más –muy grave-en el decidido propósito de liquidar el régimen del 78 tanto disgusta a Podemos, rechazan los independentistas catalanes y Bildu, justamente los aliados de Sánchez.
P.- ¿Qué consejos, desde su abigarrada experiencia política, daría a Nuñez Feijóo?
R.- Sugeriría: derogar con carácter inmediato aquellas leyes que son lesivas para el Pacto Constitucional y democrático –por ejemplo, la de la Memoria Democrática y la Ley Celáa- que tienen por objeto deslegitimar aquel consenso constitucional. De ahí que también sugeriría intentar restablecer ese consenso que Sánchez ha roto por sus acuerdos con aliados que representan la antítesis de lo que fue el «milagro de la Transición». No será fácil, pero debería intentarlo porque la derecha del PSOE facilitará una cambio del liderazgo en esta formación. Es una esperanza… Respecto a los temas económicos, Sánchez la dejará en muy mal estado, porque sus socios parlamentarios no le dejarán rectificar ese planteamiento esencialmente populista e incapaz de reducir el déficit y el endeudamiento pese a los fondos europeos que pueden no llegar por el incumplimiento de los requisitos exigidos por Bruselas. Por último, una ley orgánica que regule el derecho al bilingüismo en aquellas comunidades autónomas que tengan lengua propia.
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