Cartas bomba

OKDIARIO en el pueblo del ‘unabomber’ jubilado: hijo de cartero, soltero y siempre solo

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Con sus 356 habitantes, el pueblo burgalés de Yudego es un auténtico hervidero de comentarios sobre Peyo, nombre con el que conocen a Pompeyo González, el funcionario que trabajó como enterrador para el Ayuntamiento de Vitoria y que en noviembre envió varias cartas con material explosivo a altos cargos del Gobierno y de embajadas. «Viene de una familia muy conocida en el pueblo. Son cuatro hermanos. Uno de ellos vive a las afueras del municipio», nos cuenta Basilio, uno de los primeros vecinos que OKDIARIO se encuentra en este municipio de la meseta castellana.

Los tres grados de temperatura aprietan, pero los habitantes no se resisten a comentar la noticia. «Dejó el pueblo muy joven, a los 15 ó 16 años. Luego vino muy poco, la última vez al entierro de su padre, Fidel, que era cartero y murió hace cinco años o así. Quizá de ahí le viene la afición por enviar paquetes», comenta otro veterano de Yudego. Explica que Pompeyo González primero vivió en Vitoria y luego, tras vender el piso de sus padres, se trasladó a Miranda de Ebro, donde ha sido detenido. «Tienen una casa en el pueblo, pero está medio hundida. Pero yo creo que no se lleva bien con sus hermanos y no se arreglan para vender esa propiedad», agrega.

A la entrada del pueblo, a más de un kilómetro del inicio del casco urbano, está la casa de su hermano. Tras un buen rato esperando, aparece una mujer joven que se limita a decir que no van a hacer declaraciones. Se trata de una casa muy humilde que se recibe energía de un molinillo de viento artesanal hecho con trozos de bidones azules de plástico. Las gallinas, material de obra y viejas cisternas completan el paisaje.

Pompeyo González al ser detenido.

De vuelta al pueblo, los vecinos que conocieron a Pompeyo recuerdan su afición por el boxeo, por la bicicleta y por tirarse en parapente, pero no conocían su pasión por el comunismo y la URSS. «Aquí en los pueblos es raro que la gente se posicione políticamente. Los que se presentan a alcalde lo hacen por su cuenta y se vota a la persona no al partido», explica otro vecino que peinas canas. «Su hermano que vive aquí estará avergonzado. Es un hombre tranquilo que suele venir al bar, está algo nervioso, se habrá quedado a cuadros con lo que ha hecho Peyo; por aquí, hacía como muchos años que no le veíamos», agrega. «Venía de una familia trabajadora y tenía algún tío que trabajaba en el Ejército. Antes de ir a Vitoria estudió en un colegio de frailes en Burgos», informa otro lugareño.

Vecino

Por otra parte, desde Miranda de Ebro nos atiende por teléfono un vecino que tiene una lonja frente a la casa de Pompeyo González. «Siempre iba solo. Nunca le vi acompañado por nadie o llevando algún objeto. Al no tener mujer o hijos tenía mucho tiempo libro para darle vuelta a las cosas. Creemos que igual le faltaba un hervor», indica Juan.

«Era muy reservado, nunca decía de dónde venía ni adonde iba. Le veía casi todas las mañanas, le saludaba un minuto y poco más. Ahora veo que en realidad casi no sabía nada de él. Para mí era una buena persona. Tenía un trato agradable. Siempre me preguntaba por los maratones que yo solía correr antes de la pandemia. Pero él no me contaba nada de sus aficiones», indica. «Para mí que tenía algún ligero retraso mental. No se relacionaba con la gente en los bares. Nunca hubiera esperado que alguien así hiciera algo así», zanja.

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